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martes, julio 10, 2007

Opinión - Julio Hernández

Astillero

Moneytor

  • Censura económica
  • Barbas a remojar
  • Wal-Mart ¿ecológico?
Este domingo, en el Zócalo de la ciudad de México, una muchedumbre se reunió para defender su derecho a escuchar al aire el estilo radiofónico de José Gutiérrez Vivó. Cientos o miles de personas, según la crónica que se lea, habían marchado desde el Angel de la Independencia y desde las instalaciones del Diario Monitor (Doctor Carmona y Valle, colonia de Los Doctores) para desembocar en la Plaza de la Constitución, donde una semana atrás el nombre del periodista había sido mencionado por Andrés Manuel López Obrador como ejemplo de lo que el calderonismo hace con quienes no se ''envilecen'' y dejan manipular, y que por ello son ''amenazados, hostigados y asfixiados económicamente''. Un hombre más bien cargado a la derecha, adalid de la libre empresa y el neoliberalismo, ampliamente enriquecido, recibió aplausos de la masa más bien cargada a la izquierda que ese domingo primero se había reunido para recordar activamente el primer aniversario de un fraude electoral que ha entronizado políticas comunicacionales restrictivas y rencorosas. ''Víctima de esa perversa estrategia'', Gutiérrez Vivó recibió, de labios de AMLO, ''solidaridad'' y la seguridad de que ''puede contar con nosotros''.

La conversión del periodista de los tirantes y el tono cortante en un icono de libertad proviene del hecho de que su programa y su empresa fueron condenados al paredón económico por no doblegarse a las líneas políticas establecidas por los aprendices de política que desde Los Pinos pretenden jugar a dioses de la creación. Uno de los mayores pecados de don José, como suelen llamar al periodista, fue abrir los micrófonos de su estación a los hechos informativos producidos por un actor político condenado en esos momentos al silenciamiento. Radio Monitor fue la única emisora de señal abierta que difundió en vivo los discursos diarios de López Obrador en el Zócalo, convertido en campamento de resistencia civil, apertura al político tabasqueño que también se había dado en tiempos de campaña y del ejercicio gubernamental capitalino.

Pero la fidelidad de los escuchas de Gutiérrez Vivó no está circunscrita al ámbito de agradecimientos circunstanciales por la postura asumida en aquellos días de prostitución periodística en que silenciar los sucesos del plantón equivalía a demostrar adhesión facturable a un régimen impugnado. Muchos otros seguidores del periodista lo defienden y extrañan desde un flanco menos extremo, incluso colocado en rangos de un conservadurismo crítico de los excesos gubernamentales, pero deseoso más de soluciones desde los planos individual e institucional que desde las plazas y las protestas.

Las barbas cortadas de Monitor son una advertencia para que otros pongan las suyas a remojar. Ricardo Rocha, en sus programas radiofónicos y televisivos, la revista Proceso y el diario La Jornada han vivido, desde el foxiato y hasta la fecha, el uso de la asignación de anuncios gubernamentales como mecanismo de supuesto castigo y presión. Especialmente La Jornada ha estado en la mira de sectores llegados al poder que creen necesario deshacerse de opciones informativas independientes de la línea oficial (otro ejemplo se da en La Jornada San Luis, donde el gobierno panista estatal mantiene en su contra, desde hace más de dos años, un boicot informativo y publicitario). El punto a debatir se refiere al uso del dinero público en materia de publicidad gubernamental. Sólo mediante normas claras podrán establecerse criterios que impidan que las administraciones en turno usen el erario para premiar a los alineados y castigar a los independientes. Sólo mediante leyes nuevas y criterios modernos se podrá impedir que en lugar de un Monitor informativo los ciudadanos tengan encima el poder del Moneytor gubernamental.

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