Jalisco: Sepulcros blanqueados
Álvaro delgado México, DF, 30 de julio (apro).-
Hace una semana, entre el domingo 22 y la madrugada del lunes 23 de julio, una tromba se abatió sobre el área metropolitana de Guadalajara, Jalisco, cuyas inundaciones --ya habituales cada año-- cobraron siete muertos. Apenas ayer, en otra agresiva tormenta, un niño de 10 años pereció, arrastrado por la furia de las corrientes.
Si a Felipe Calderón, tan obnubilado en su reyerta contra los habitantes de la Ciudad de México --encubierta en una falsa preocupación por su bienestar hidráulico-- no le importó, ni le importa, al gobernador panista Emilio González Márquez tampoco.
La divisa de ambos, al fin ramas del mismo tronco partidista, es clara: Si los muertos no dan réditos económicos o electorales --como los de Pasta de Conchos durante la campaña--, poco valen y se echan al olvido.
La gravedad de la tragedia en el área metropolitana de Guadalajara, por la pérdida de ocho vidas humanas y la destrucción del patrimonio de miles de personas, requería acciones urgentes y decididas por parte de los tres niveles de gobierno --cuyo origen partidista es el mismo--, o al menos de la compasión cristiana de la que tanto se ufana el gobernador y por la que, junto con su gabinete, toma cursos de la Biblia en la Casa Jalisco.
Pero resulta que Calderón envió, hasta el miércoles 25, apenas un “mensaje de solidaridad” a las víctimas y González Márquez aclaró que no habrá siquiera alivio para muchos de quienes perdieron literalmente todo: no hay dinero.
Y no lo hay por una razón muy sencilla: el gobernador le regaló a Televisa 67 millones de pesos del presupuesto estatal para ese acto de lucimiento propagandístico denominado “Espacio 2007”, ya le dio otros 15 millones para edificar un CRIT y comprometió, para el próximo año, otros 30 millones para el mismo fin.
No hay, pues, con qué ayudar a los deudos de los ocho muertos ni a los damnificados por las inundaciones ocasionadas, en buena medida, por la voracidad de fraccionadores que han lastimado seriamente el cauce natural de los ríos y los vasos reguladores de una amplia zona.
Tal anarquía sólo ha arrojado financiamiento para las campañas de políticos como González Márquez, Francisco Ramírez Acuña y Felipe Calderón, o Ernesto Ramírez Godoy, un personaje vinculado a trasmano con los desarrollos inmobiliarios de El Ahogado, en el municipio conurbado de Tlajomulco de Zúñiga.
Pero si las finanzas estatales están flacas por la generosidad de González Márquez para pactar desde ahora con Televisa el impulso de sus ambiciones para ser presidente de México en el 2012 --es en serio--, no menos enclenques son, en realidad, sus valores cristianos de los que tanto alardea.
Se supone que para eso es el curso que, con recursos públicos y en horario hábil, toman González Márquez y miembros de su gabinete --junto con sus esposas--, en la Casa Jalisco. El mismo lo dijo: “Prefiero tener un funcionario público con principios y valores morales que uno con capacidad técnica que no tenga estos principios y estos valores.”
Tal devoción ha sido la constante en este iluminado de Lagos de Moreno, que al iniciar su campaña por la gubernatura proclamó: “Soy católico, por eso no robo, por eso no engaño (...) No soy ladrón, yo no soy narco, yo no soy maricón. De otras cosas podré tener un poquito, pero de eso no.”
El alma impía de González Márquez arrojó, al menos, un acto de virtud: Recorrió una porción de las zonas dañadas por las inundaciones y, luego, se sumó al grueso contingente de la alta burocracia jalisciense para viajar a Río de Janeiro, Brasil, para tomar la estafeta de los Juegos Panamericanos que se celebrarán en Guadalajara.
Se hizo acompañar de ocho altos funcionarios estatales, ocho de Guadalajara y ocho diputados locales; éstos sí, de todos los partidos. ¿Lo pagaron de su bolsillo? Claro que no, fue con cargo al erario, que no alcanza para auxiliar a los deudos de ocho personas muertas y a otras víctimas de la furia de la naturaleza.
Vale recordar lo que dicen las Sagradas Escrituras, específicamente Mateo 23.27: “¡Ay de ustedes, maestros de la ley y fariseos hipócritas… sepulcros pintados… aparecen exteriormente como hombres religiosos, pero en su interior están llenos de hipocresía y de maldad!”
Apuntes
El domingo 5 los ciudadanos de Baja California decidirán si votan por más de lo peor: el PAN --no su candidato-- o Jorge Hank, un personaje siniestro que no se entiende sin casi dos décadas de hegemonía de ese partido en el estado. Sólo la corrupción, la impunidad y el envilecimiento de la vida política, que jamás desmontaron los panistas, hacen que triunfe alguien como Hank. Ya les ganó y no basta identificarlo como “un peligro para México” para que lo vuelva a hacer. Germán Martínez, actual miembro del gabinete de Calderón, declaró al ganar Hank Tijuana, en el 2004: “Es muy grave que un hampón, un asesino vaya a gobernar Tijuana. El PAN tendrá que revisar por qué dejó pasar a un candidato de esa calaña, del tamaño de un asesino como Jorge Hank Rhon.” Un periodista le preguntó: “Finalmente la gente votó por ese hombre asesino. ¿Qué mensaje está dando también la ciudadanía al aceptar como candidato a alguien así? ¿Qué están dando los partidos para que lo acepten?” Y Martínez respondió: “Por eso yo digo que hay que pedir perdón a la ciudadanía de Tijuana.” Pero los panistas no pidieron jamás perdón a los bajacalifornianos. Y ahora lo tendrán que pedir, también, a todo México. Gane o no gane...
Comentarios: delgado@proceso.com.mx
Álvaro delgado México, DF, 30 de julio (apro).-
Emilio González
Foto: diego blanco
Hace una semana, entre el domingo 22 y la madrugada del lunes 23 de julio, una tromba se abatió sobre el área metropolitana de Guadalajara, Jalisco, cuyas inundaciones --ya habituales cada año-- cobraron siete muertos. Apenas ayer, en otra agresiva tormenta, un niño de 10 años pereció, arrastrado por la furia de las corrientes.
Si a Felipe Calderón, tan obnubilado en su reyerta contra los habitantes de la Ciudad de México --encubierta en una falsa preocupación por su bienestar hidráulico-- no le importó, ni le importa, al gobernador panista Emilio González Márquez tampoco.
La divisa de ambos, al fin ramas del mismo tronco partidista, es clara: Si los muertos no dan réditos económicos o electorales --como los de Pasta de Conchos durante la campaña--, poco valen y se echan al olvido.
La gravedad de la tragedia en el área metropolitana de Guadalajara, por la pérdida de ocho vidas humanas y la destrucción del patrimonio de miles de personas, requería acciones urgentes y decididas por parte de los tres niveles de gobierno --cuyo origen partidista es el mismo--, o al menos de la compasión cristiana de la que tanto se ufana el gobernador y por la que, junto con su gabinete, toma cursos de la Biblia en la Casa Jalisco.
Pero resulta que Calderón envió, hasta el miércoles 25, apenas un “mensaje de solidaridad” a las víctimas y González Márquez aclaró que no habrá siquiera alivio para muchos de quienes perdieron literalmente todo: no hay dinero.
Y no lo hay por una razón muy sencilla: el gobernador le regaló a Televisa 67 millones de pesos del presupuesto estatal para ese acto de lucimiento propagandístico denominado “Espacio 2007”, ya le dio otros 15 millones para edificar un CRIT y comprometió, para el próximo año, otros 30 millones para el mismo fin.
No hay, pues, con qué ayudar a los deudos de los ocho muertos ni a los damnificados por las inundaciones ocasionadas, en buena medida, por la voracidad de fraccionadores que han lastimado seriamente el cauce natural de los ríos y los vasos reguladores de una amplia zona.
Tal anarquía sólo ha arrojado financiamiento para las campañas de políticos como González Márquez, Francisco Ramírez Acuña y Felipe Calderón, o Ernesto Ramírez Godoy, un personaje vinculado a trasmano con los desarrollos inmobiliarios de El Ahogado, en el municipio conurbado de Tlajomulco de Zúñiga.
Pero si las finanzas estatales están flacas por la generosidad de González Márquez para pactar desde ahora con Televisa el impulso de sus ambiciones para ser presidente de México en el 2012 --es en serio--, no menos enclenques son, en realidad, sus valores cristianos de los que tanto alardea.
Se supone que para eso es el curso que, con recursos públicos y en horario hábil, toman González Márquez y miembros de su gabinete --junto con sus esposas--, en la Casa Jalisco. El mismo lo dijo: “Prefiero tener un funcionario público con principios y valores morales que uno con capacidad técnica que no tenga estos principios y estos valores.”
Tal devoción ha sido la constante en este iluminado de Lagos de Moreno, que al iniciar su campaña por la gubernatura proclamó: “Soy católico, por eso no robo, por eso no engaño (...) No soy ladrón, yo no soy narco, yo no soy maricón. De otras cosas podré tener un poquito, pero de eso no.”
El alma impía de González Márquez arrojó, al menos, un acto de virtud: Recorrió una porción de las zonas dañadas por las inundaciones y, luego, se sumó al grueso contingente de la alta burocracia jalisciense para viajar a Río de Janeiro, Brasil, para tomar la estafeta de los Juegos Panamericanos que se celebrarán en Guadalajara.
Se hizo acompañar de ocho altos funcionarios estatales, ocho de Guadalajara y ocho diputados locales; éstos sí, de todos los partidos. ¿Lo pagaron de su bolsillo? Claro que no, fue con cargo al erario, que no alcanza para auxiliar a los deudos de ocho personas muertas y a otras víctimas de la furia de la naturaleza.
Vale recordar lo que dicen las Sagradas Escrituras, específicamente Mateo 23.27: “¡Ay de ustedes, maestros de la ley y fariseos hipócritas… sepulcros pintados… aparecen exteriormente como hombres religiosos, pero en su interior están llenos de hipocresía y de maldad!”
El domingo 5 los ciudadanos de Baja California decidirán si votan por más de lo peor: el PAN --no su candidato-- o Jorge Hank, un personaje siniestro que no se entiende sin casi dos décadas de hegemonía de ese partido en el estado. Sólo la corrupción, la impunidad y el envilecimiento de la vida política, que jamás desmontaron los panistas, hacen que triunfe alguien como Hank. Ya les ganó y no basta identificarlo como “un peligro para México” para que lo vuelva a hacer. Germán Martínez, actual miembro del gabinete de Calderón, declaró al ganar Hank Tijuana, en el 2004: “Es muy grave que un hampón, un asesino vaya a gobernar Tijuana. El PAN tendrá que revisar por qué dejó pasar a un candidato de esa calaña, del tamaño de un asesino como Jorge Hank Rhon.” Un periodista le preguntó: “Finalmente la gente votó por ese hombre asesino. ¿Qué mensaje está dando también la ciudadanía al aceptar como candidato a alguien así? ¿Qué están dando los partidos para que lo acepten?” Y Martínez respondió: “Por eso yo digo que hay que pedir perdón a la ciudadanía de Tijuana.” Pero los panistas no pidieron jamás perdón a los bajacalifornianos. Y ahora lo tendrán que pedir, también, a todo México. Gane o no gane...
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