Desde hace tiempo, demasiado tiempo, un montón de tiempo, la Universidad de Guadalajara ha carecido de enjundia y compromiso social con los grupos más marginados del Estado. El estudiantado se ha “aburguesado” (ya las teorías del caminar obrero-estudiantil juntos, bien juntos, han caído en el desuso) y las agrupaciones “estudiantiles” han estado manejadas por los grupos que dominan (una extraña dominación de te doy / me das, te dejo / no te dejo-te dejo, me apoyas / te apoyo-un poco te apoyo-no te apoyo...) a la máxima casa de estudios.
Las últimas noticias sobre los tejes y manejes de la elección para la próximo elección del presidente del FEU demuestran, por un lado, la manera tan tradicional de hacer política en la Universidad y también la inconformidad entre los de arriba por los puestos de poder principales. Quizá los medios de comunicación no se han fijado en ello, pero han colocado mediáticamente la necesidad de una purificación de la representación estudiantil en la Universidad de Guadalajara.
Ojalá esto desemboque en el despertar, en algo que haga tener esperanzas en una universidad combativa y, sino revolucionaria, tan siquiera informada y comprometida. Quizá no pase nada y todo se decida arriba y los de abajo no cuenten (y no cuenten porque no quieren, no les interesa ni desean ser contados). El caso es que la legitimidad sobre la representación estudiantil en la Universidad debe ser un tema colocado en los medios de comunicación, que se discuta y se reflexione al respecto. Ojalá, aunque los de arriba no lo quieran. Y parece ser se ha abierto un resquicio.
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