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lunes, julio 16, 2007

Sistema Financiero: Choques de realidad.

Reseña Estratégica, 13 de julio de 2007 (www.msia.org.br).-La virtual quiebra de dos "hedge funds" del banco de inversiones Bear Stearns es una evidencia más de la fragilidad y de la volatilidad cada vez mayores que amenazan al sistema financiero "globalizado" con una implosión, además de dejar al descubierto la inoperancia de un sistema casi totalmente divorciado de la economía real, con instrumentos cuya creciente complejidad desafían hasta a los jugadores más experimentados del casino global. El pasado 22 de junio el banco anunció la intención de extender préstamos de emergencia por valor de 4,800 millones de dólares -un cuarto de su capital- a dos de sus hedge funds, para evitar su quiebra y el riesgo de que ella pudiese deflagrar un terremoto financiero global.

La medida se justifica, pues los dos fondos tenían inversiones del orden de 9 mil millones de dólares en instrumentos de alto riesgo, como las llamadas Obligaciones de Deuda Colateralizada (CDOs en la jerga globalista). Dos problemas: estas CDOs estaban vinculadas a títulos relacionados al arruinado mercado hipotecario subprime norteamericano, el dinero provenía de empréstitos hechos junto a algunos de los mayores bancos comerciales y de inversiones del planeta, entre ellos, J.P. Morgan Chase, Merril Lynch, Citigroup, Lehman Brothers y Deutsche Bank.

El paquete de rescate, que supera los 3,600 millones de dólares inyectados en 1998 al famoso fondo LTCM. Para evitar entonces un bajón sistémico de naturaleza similar, fue proveído con recursos propios del Bear Stearns y representa cerca de un cuarto de su capital (las malas lenguas del mercado dicen que el banco comió una sopa de su propio chocolate por haberse rehusado en la ocasión a participar en el auxilio del LCTM).

Días después, el grupo Lombard Street Reserach divulgó un informe en tono francamente alarmista, advirtiendo sobre las potenciales consecuencias del desastre, entre ellas, la amenaza de un severo secón del torrente de liquidez que ha hecho la alegría de los millonarios operadores de los mercados globales (cuya riqueza aumentó 11% el año pasado, mucho más que cualquier indicador de la economía real). Dice el texto: "La liquidez excesiva en el sistema global será abatida, el capital de los bancos está listo para ser diezmado, lo cual requerirá de recursos para los embrollos de los empréstitos. Esto agravará el paso forzado (de la economía) de EU". Un lenguaje raramente fuerte que no deja lugar a dudas acerca de la gravedad de la situación.

En su columna del 26 de junio, el editor internacional de negocios del Daily Telegraph, Ambrose Evans-Pritchard, reproduce las evaluaciones de algunos especialistas. El analista inmobiliario norteamericano Paul Muolo describe la crisis como un "Chernobyl del subprime".

El conocido profesor de la Universidad de New York, Nouriel Roubini, confirma las preocupaciones por el "riesgo de una quiebra", en la medida en que los inversionistas comiencen a darse cuenta de que semejantes instrumentos financieros fueron supervalorizados. "Estos valores altamente ilíquidos han sido contados hasta ahora de forma tan irreal y distorsionada en lo que la industria de evaluación de riesgos ha sido cómplice. Ellos no han sido reevaluados de una manera consistente con los crecientes índices de insolvencia del mercado subprime- Es por eso que Wall Street está en pánico. Los perjuicios serán enormes, cuando esos activos reciban los precios correctos del mercado".

Según el Lombard Street Reserach, los problemas de Bear Stearns representan apenas la punta del iceberg, pues el riesgo estaría en los "paquetes tóxicos" de títulos de graduación inferior de parte del sistema bancario. El documento afirma que la crisis inmobiliaria de EU aún no ha tocado fondo, pues todavía quedan pendientes hipotecas con tasa fluctuantes por una suma de 2 billones de dólares, con índices crecientes de insolvencia. "Con las insolvencias en los niveles más altos de los 37 años de registros disponibles, este podría ser un largo verano" concluye el estratega global de Lombard Street Research, Charles Dumas.

En su columna del pasado 8 de julio, Evans Pritchard aborda los problemas que empiezan a perturbar el funcionamiento de la otra punta de la correa transportadora que ha movido el casino mundial: las economías asiáticas, en particular la de China. Con una ironía poco común en un portavoz del Establishment financiero, observa: "Cuando el primer ministro aparece en televisión prometiendo 'colocar redes a la inflación', sabemos que tenemos un problema serio enfrente. Gordon Brown tuvo la buena suerte de haber sido Secretario de Hacienda durante la década dorada, en que las revoluciones industriales de China, India y el Asia emergente nos dotaban de productos manufacturados cada vez más baratos. En este mundo milagroso, tuvimos un crecimiento global de 5% durante cinco años -el mejor desde la II Guerra Mundial-sin sobrecalentamiento. Conocido en general como el 'efecto China', contuvo la inflación de bienes. El rico Occidente fue capaz de producir auges inmobiliarios y pachangas de crédito sin un feo golpe inflacionario"

"Ahora, el juego se terminó. Los salarios industriales en la costa este de China aumentarán 50% en dos años, en tanto que los salarios en Bengala aumentarán tanto que las compañías de software estarán promoviendo el outsourcing de vuelta hacia Europa. Michael Saunders, economista del Citi Group que la época deflacionaria importada terminó. 'No estamos más obteniendo productos baratos de Asia. Al mismo tiempo, la creciente demanda en aquellos países está jugando hacia la alza en los precios de las mercancías', dijo (...)

"Ahora bien, esto no es un reflejo del final de los años 60, en la medida en que el apogeo benigno (sic) se transforma en un nexo de excesos ligeramente amenazador, de final de ciclo. La rampante liquidez global ha disparado hacia arriba los precios de los activos. Esta se derrama en inflación común, aunque con un intervalo...Estamos ahora en un punto bastante delicado en que los precios inflacionarios de inmuebles y activos amenazan infectar todo, disparando una espiral de salarios y precios".

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