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martes, diciembre 05, 2006

Londres: Ali y los Piratas del Caribe

Leonardo Boix - Proceso

Londres, 4 de diciembre (apro).- “Las elecciones mexicanas fueron robadas”, afirma tajante el intelectual y escritor anglo-pakistaní Tariq Ali en referencia al reciente proceso electoral en México.

Añade, sugerente: “Hubiera sido un gran golpe para el imperio estadunidense si hubiera perdido a México en materia de política exterior”.

Ali fue entrevistado por Apro durante la presentación en Londres de su más reciente libro Piratas del Caribe, ejes de la esperanza, Evo Morales, Fidel Castro, Hugo Chávez (editorial Verso), que recibió excelentes opiniones de parte de la prensa especializada, pero agrias críticas del gobierno británico del primer ministro Tony Blair.

En dicho libro –dedicado al escritor uruguayo Eduardo Galeano--, Alí traza un panorama sobre América Latina, que incluye una pequeña sección dedicada a la actual situación en México.

Según Ali --uno de los líderes de la revolución estudiantil europea de finales de los años 60-- Estados Unidos estuvo detrás de la victoria de Felipe Calderón.

“Estados Unidos estaba preparado para hacer cualquier cosa con tal de que no ganara las elecciones quien no le convenía. No hay dudas que esas elecciones (mexicanas) fueron robadas. Por segunda vez en 10 años, fueron robadas por la elite mexicana. Ellos (Estados Unidos y la élite) no querían tener políticos de izquierda o de centro en el poder”, señala.

Ali es reconocido en Inglaterra por su postura contra la guerra anglo-estadunidense en Irak y por ser editor de la prestigiosa revista The New Left Review, así como por ser autor de exitosos libros, entre ellos: Pakistán: military rule of people’s Power (1970), Street fighting years: an autobiography of the sixties (1987), The clash of fundamentalism (2002), Bush in Babilón (2003) y Rouge music (2005).

“Decidí escribir este libro (Pirates) porque desde 2000 he viajado mucho a América Latina: a Venezuela, a Brasil y a Argentina, y sentí que este era un continente en el que de muchas formas uno podía ver el renacimiento de la esperanza. No veo que nada similar esté ocurriendo actualmente en Europa. Aquí existe una situación en la que no hay diferencias básicas entre la centroderecha y la centroizquierda. Y en el país de Europa con los mayores movimientos sociales, Italia, éstos se encuentran en un estado de descomposición”, señala el intelectual, de 63 años de edad.

A su juicio, en América Latina “está ocurriendo exactamente lo opuesto (…) Allí hay movimientos sociales gigantescos que surgen desde abajo y estos movimientos están llevando a victorias electorales”.

Continúa: “Esto no tiene nada que ver con la religión. Tiene que ver con que estos líderes como Chávez, Castro y Morales tienen una visión social. Es una posibilidad muy interesante que está ocurriendo en América Latina, y por ello me senté y escribí este libro, porque mucho de lo que hago en mi obra es atacar a los medios de comunicación occidentales que se oponen por razones económicas a estos proyectos”.

En efecto, en Piratas del Caribe detalla la que considera labor negativa de la prensa extranjera en la difusión de noticias sobre éstos países. Critica en particular a los medios de comunicación británicos Financial Times (FT), The Economist y la cadena de televisión BBC, así como al diario francés Le Monde. Estos medios --que “forman opinión en el mundo”-- “están lanzando una campaña de desprestigio contra los nuevos movimientos sociales en América Latina”, dice.

Explica que “fue extremadamente importante para mí reconstruir el tipo de periodismo que estaban haciendo estos medios y quiénes eran estos periodistas. Porque nadie se atreve a hacerlo en este país (Inglaterra)”.

Expone: “La elite global está extremadamente infeliz con lo que está pasando en América Latina, especialmente en Venezuela. El modelo de Chávez, básicamente socialista, que usa o trata de usar las ganancias del Estado para mejorar la calidad de los pobres, está prohibido por las autoridades internacionales y por lo que se llamó el Consenso de Washington.

“Todos se alinean con esta tendencia. Medios de comunicación, como el Financial Times, elogian a los gobiernos con tendencias neoliberales, reformistas, modernos y que benefician al inversionista y al mercado. Cada vez que algún líder ayuda de alguna forma a las clases trabajadoras, él o ella son atacados por ser populistas. Quiero desafiar esto”, señala.

El “robo” en México

En su reciente libro, Ali sostiene que las tecnologías más sofisticadas de los medios de comunicación son utilizadas para explotar las necesidades más primitivas y simplistas de las sociedades de países pobres, para que entreguen lo que sea que se les pida, incluidos golpes de Estado y el reemplazo de presidentes.

Y señala: “Las elecciones mexicanas de julio de 2006 fueron un caso perfecto de esto. Mientras que la mayoría de los medios masivos globales de información anunciaba la victoria del candidato de la derecha, el neoliberal Felipe Calderón, Internet Narco News --un equipo mediático pequeño, pero efectivo e independiente-- analizaba pacientemente lo que estaba pasando en el país. Poco después fue obvio que las preocupaciones estaban justificadas. Los reporteros independientes de México estaban convencidos de que, como en 1988, el establishment había robado otra elección general”.

Según el ensayista, Internet Narco News desafió la desinformación de los principales medios de comunicación mexicanos. “La masiva escala del fraude no podía ser encubierta, y los corresponsales de medios periodísticos occidentales tenían que aceptar que hubo mucha chicanadas, especialmente cuando un millón y medio de personas que apoyaban al Partido de la Revolución Democrática (PRD) se reunió en la ciudad de México el 15 de julio de 2006 y amenazó con llegar hasta las últimas consecuencias si no había recuento de votos”, señala.

Ali menciona en específico a Jorge Castañeda --excanciller de México y columnista de diarios estadunidenses—quien, en un artículo publicado por el Miami Herald, sugirió que el establishment mexicano debía temerle a lo ocurrido.

Según el libro, para Castañeda era “totalmente inaceptable” el recuento de votos y pidió directamente a Estados Unidos que reconociera a Calderón, a cualquier costo. Y explicó por qué, según él, Washington debía alegrarse por haber escapado, por poco, a un presidente populista en México.

Cita el artículo de Castañeda: “Estados Unidos debería estar feliz y agradecido por la victoria aparente de Calderón. Digo aparente, porque de acuerdo con algunos, sigue en duda. López Obrador no es Hugo Chávez, pero podría ser tomado por un Luis Echeverría. Washington hace bien en tener en cuenta que una cosa es un Evo Morales en los Andres y un Hugo Chávez en el Orinoco, pero otra muy diferente es tener a un populista en la frontera”, escribió Castañeda.

Para Ali, la postura de Castañeda fue seguida por periodistas de El Financial Times y The Economist, “cuyo mayor interés es apoyar a gobiernos que beneficien a un mercado e inversiones del establishment, sin interés alguno por los problemas reales de la gente”.

Y agrega con ironía: “El Consenso de Washington tiene su maquinaria bien aceitada”.

Reunión en Caracas

Sobre Venezuela, Ali dedica mayor espacio, no sólo porque viajó a ese país seis veces desde 2000, sino porque se reunió con Chávez y escuchó anécdotas y experiencias de ese país.

Narra: el 11 de abril de 2002, pocas horas antes de que Chávez fuera arrestado, los españoles escucharon, a través de la cadena nacional TVE, que su corresponsal venezolana en Caracas, Patricia Poleo, reportaba sobre lo sucedido.

“Ellos (los españoles) deben haber quedado muy sorprendidos sobre la capacidad investigadora de Poleo, cuando ella dijo al aire y con una sonrisa: ‘Creo que el próximo presidente va a ser Pedro Carmona’”, destaca el autor.

Cuando estuvo en Caracas, Alí se enteró de que el propio Carmona, después de haber estado en el poder durante dos días, ofreció un trabajo bien remunerado a Patricia (cuyo padre Rafael Poleo había escrito una historia sobre el golpe de Estado a Chávez en la portada del diario venezolano El Universal bajo el título: ‘Un paso adelante’).

Carmona, además, le sugirió a Poleo ser la jefa de la central de información de Venezuela. Ella estuvo a punto de aceptar, pero poco después Chávez volvió al poder.

Ali también sostiene que Estados Unidos estuvo detrás del golpe de Estado. Dijo que ello lo confirmó después de sostener varias reuniones en La Habana con Philip Agee, exfuncionario de la CIA en América Latina, activo en la década de 1960.

Según Ali, Agee le contó que “el programa de intervención política en Venezuela (por parte de Estados Unidos) es sólo uno de varios a nivel mundial, dirigido principalmente por el Departamento de Estado, la Agencia para el Desarrollo Internacional (AID), la Agencia de Inteligencia estadunidense (CIA) y el Grupo por la Democracia Nacional (NED), junto con cuatro fundaciones asociadas: El Instituto Internacional Republicano (IRI), del Partido Republicano; el Instituto Nacional Democrático (NDI), del Partido Demócrata; y el Centro para los Negocios Privados (CIPE), de la Cámara de Comercio de Estados Unidos”.

Afirma que, según el exespía estadunidense, “el golpe de Estado fue llevado a cabo a través de las operaciones de espías encubiertos del AID en la embajada de Estados Unidos en Caracas, y a través de tres ‘oficinas’ privadas en la capital venezolana bajo control de la embajada: del IRI, del NDI y una contratista del AID. Estas tres oficinas desarrollaron operaciones con una decena de beneficiarios venezolanos a la que contribuyeron con dinero del Departamento de Estado y, probablemente, de la CIA. Mucha de esta información es confidencial y, bajo la Ley de Libertad de Información, está censurada por el gobierno (del presidente George W. Bush)”.

Alí cuenta en su libro una conversación con Hugo Chávez realizada en junio de 2005 en el Palacio de Miraflores, en la que el presidente venezolano narró: “Después del shock inicial (por la noticia del golpe de Estado), me sentí confiado que el golpe no podría ser exitoso. Dos factores ayudaron a que mi moral estuviera alta. El principal fue el apoyo que mantuvo del pueblo. Recuerdo un día en el que me cansé de sentarme en este lugar. Decidí ir a los barrios en las montañas. Me fui con un guardia y dos camaradas, a escuchar a la gente y a tomar aire fresco. La respuesta me emocionó mucho. Una mujer se acercó a mí y me dijo: ‘Chávez, sígame, quiero mostrarle algo’. La seguí hasta su pequeña chabola. Dentro de la única habitación estaba su esposo y sus hijos, esperando a que la sopa se calentara. Ella me dijo: ‘Mire lo que uso de combustible: la cabecera de la cama. Mañana, quemaré las patas del camastro; pasado, las sillas y, después, la puerta. Sobreviviremos, pero no se dé por vencido’. Cuando salí de allí, lloré porque entendí la realidad de lo que le pasaba a mucha gente”.

En Londres, durante la noche de la presentación de su libro, Alí se mostró optimista por el futuro de América Latina, pero advirtió que éste será positivo en la medida en que “exista una simbiosis entre la gente y el liderazgo político. Cuando esto se rompa, los pronósticos serán negativos. Pero, por el momento, esto está ocurriendo en forma positiva (la simbiosis), y yo me siento muy optimista al respecto”.

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