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martes, diciembre 19, 2006

Opinión- Germán Robles

Cuarta República.

Teledictadura: amenaza a la seguridad nacional.
Publicado en la Jornada Jalisco,19-dic-06

Germán Robles Castañeda.
Redes Ciudadanas.

El fuerte control, manipulación y persuasión que el duopolio televisivo Televisa y TVAzteca ejercen sobre la información y la vida pública no son un asunto aislado ni menor. Las comunicaciones y su salvaguarda son tarea estratégica de cualquier país que se digne de ser soberano e independiente; no son aspectos aislados de la vida social, no se trata de la simple telecracia como muchos afirman, porque si ese fuera el caso gozaríamos de un régimen informativo basado en la pluralidad, diversidad y equidad económica de medios, cosa inexistente y que el duopolio se empecina en obstaculizar. Por ello tenemos que hacer valer el precepto que hace del espacio aéreo un bien nacional.

El análisis de los medios electrónicos de comunicación pasa imperiosamente por la comprensión de que el papel de los anteriores es formar parte indispensable para el sostén del orden social de las clases dominantes; es decir, son un aparato que concatenado con otros de carácter ideológico, constituyen el aparato de dominio del Estado dentro del esquema de sociedades capitalistas. Los arquetipos, sofismas y prejuicios políticamente correctos son correspondientes en los tres ejes de la manipulación ideológica ejercida por las escuelas (con programas fabriles y proclives al interés de la clase dominante) la iglesia y los grandes medios electrónicos. Por todo lo anterior se deduce que la influencia política, como cultural que ejerce este monstruo bifurcado es de trascendencia para el futuro democrático, para la educación y valores, ergo, la viabilidad socioeconómica de un país, los cuales si entran en crisis tal como hoy ocurre, se puede ver bajo amenaza la seguridad nacional.

En México se ha confundido el concepto de “libertad de prensa” en el sentido de que la prensa está libre del control del gobierno, bajo este eufemismo la teledictadura se escuda para tachar a cualquier disidencia, crítica, control o equilibrio gubernamental como actos represivos a la libertad de expresión y los califica absurdamente como “ley mordaza”. Se vale también de estos falsos dilemas para atacar y calumniar a periodistas, políticos y comunicadores -con difícil derecho a réplica- cuyas ideas no concuerden o amenacen intereses que implican a los detentores de los grandes medios, es decir, el interés económico de los grandes grupos financieros y empresariales quienes son los dueños y están detrás de los medios de comunicación. Que empresas privadas ejerzan el derecho a la información, y la existencia del control de los mismos no está a discusión, lo que se cuestiona es el significado de dichos controles que en la práctica obstaculizan la expresión de ideas, limitan los contenidos de calidad y enajenan toda información legitima y social si es ajena a sus intereses.

Nuestro país ha vivido acelerados cambios en las últimas décadas, los procesos democráticos se han transformado, cayó el antiguo régimen priísta, cuyo autoritarismo fortaleció el poder e influencia de Televisa principalmente; destacando los tiempos del diazhordacismo donde el único canal informativo era la fuente oficial y cualquier contradicción era penalizada, Televisa asumía la difusión, respaldo y beneplácito mediático de los actos de gobierno a fin de enmascarar golpismos políticos, la guerra sucia, el fatídico 68, devaluaciones y demás trapacerías del gobierno en turno.

Televisa sigue allí, sin reforma, ni democracia doméstica mayor que pueda evitar la enorme contradicción entre discurso y realidad; en esencia el consorcio no ha cambiado, y ha violado una de las reglas comunes de los grandes medios en países capitalistas y desarrollados: no pudo evitar las posiciones de grupos de franca posición fascista, ello quedo demostrado en el pasado proceso electoral de 2 de julio por medio de una intensa y costosa guerra sucia con cargo al erario público y compromiso de futuras prebendas mediáticas.

Es ingenuo considerar que con la transformación y venta salinista del otrora IMEVISIÓN iba a haber realmente pluralidad, competencia y democracia en medios, que sería el inicio de una etapa de mayores alternativas en la información. No, en absoluto, no hay análisis que resista esos supuestos; vivimos una creciente de represión de voces y contenidos políticos, los cuales están limitados a canales “minoritarios” por decirlo de algún modo. México nunca ha tenido democracia, fuera del dogma constitucional, ni derechos huecos que constituyen letra muerta hasta nuestros días, transitamos de dedazo en dedazo, por un régimen autoritario, que después de traicionar los principios de la revolución, nos dio una nueva dictadura neoliberal que se inauguró con Miguel de la Madrid; durante dichos periodos, y en el ínterin de la mal llamada “transición mexicana”, el antiguo Tele sistema mexicano ha prevalecido como dictadura mediática, por lo tanto de tipo ideológica como política, causando brutales daños en la conciencia y memoria colectivos, en la estructura mental de generaciones.

Televisa es el principal enemigo de la democracia, y su manipulación, sesgo, producen una coerción cultural que lo constituyen como el poder real, encima, por mucho de cualquier orden y poder de gobierno; es hoy uno de los principales eslabones del circulo vicioso social, que impele a la clase política mexicana a ceñirse a sus dictados, salir a cuadro es lo único que les importa, figurar; por ello es ingenuo considerar que desde el poder público, con estos actores, se vaya a establecer un equilibrio que reduzca el fuerte control que tanto Televisa como TV Azteca ejercen sobre los medios y la información. Mucho menos aún podemos esperar en el largo plazo la reforma fundamental a la Ley General de Radio y Televisión. De ahí que la tarea la tendrá que hacer forzosamente la sociedad civil, somos los ciudadanos los que debemos convocar y someter al duopolio bajo intensa presión, entre los objetivos, demandar la derogación de todas las reformas perversas de la llamada “Ley Televisa”. Recalco que es tarea desde abajo, pues el estado por su vocación capitalista no eliminará la fuerte inclinación a la conformidad y conservadurismo en los medios.


La falacia del círculo verde.

A los propietarios de TV Azteca y Televisa en particular les da por protestar que no están interesados en la cosa pública, que lo suyo es vender, programar para el entretenimiento de las masas, difundir conocimiento educación (sic), etc. Pero como afirma el teórico socialista Ralph Miliband “Es ingenuo o hipócrita afirmar que todos estos propósitos son incompatibles con la promoción de ideas políticas”, de ahí que la injerencia política que tiene el duopolio es imperativa cuando se trata de salvaguardar sus intereses de clase y posiciones, de ahí que de forma súbita suelen emprender golpes y ataques con gran interés político. ¿Le recuerda algo el beneplácito de Televisa cuando el golpe a Excelsior, o la virulencia con la que reacciono Salinas Pliego cuando Hacienda estaba a la caza del fraude a accionistas del Grupo Unefon?, Sí, cuando de repente se volvió “enemigo” del Fobaproa y nos recetó dos semanas de “denuncia” televisiva. Así Televisa, litigo su ley ante medios, con un sendo editorial de López Dóriga atacando a sus detractores. Y lo último, el golpeo al grupo farmacéutico SABA que amén de sus prácticas “criminales” se sabe que tiene interés de tener una concesión de TV, lo que significa una competencia más para Azcárraga.

Los grandes medios privados, el duopolio que constituye la teledictadura responden ante accionistas y empresarios; los medios alternativos y emergentes deben crecer y desarrollarse, porque ellos estarán obligados a responder a sus comunidades, a los intereses sociales, de ahí la importancia de crear cooperativas para la comunicación, aprovechar las nuevas tecnologías para que se manifieste el sentir de los grupos más vulnerables y la opinión social, que no siempre se halla entre la opinión publicada, confundida con la pública.

Las claves serán la organización alternativa de los medios de comunicación, garantizando un equilibrado régimen de medios públicos en primer instancia, en segundo término un amplio sector cooperativo, con la posesión y control de medios por parte de periodistas, miembros diversos de los medios y grupos sociales, autofinanciados por parte Estado, parte esquemas cooperativistas de la producción. En tercer término medios privados bajo estricto control democrático. Donde se limite a individuos el número de concesiones, y donde se fijen reglas precisas para que los grupos empresariales no se escuden “en la libertad de expresión” para actuar como grupo de choque y financien campañas fascistas y fraudes electorales, que a estos miserables no se les olvide que dicha libertad de expresión es consustancial a individuos y no a empresas o grupos.

Debemos desarrollar ampliamente estas alternativas para cuando sustituyamos a la teledictadura existan los medios fuertes para llenar el espacio y garantizar el derecho amplio a la información. De lo contrario la teledictadura mediará en la reconfiguración de la reconquista de México por parte de medios internacionales, ya lo hacen los bancos, la iglesia busca recuperar sus bienes de ahí el simbolismo de Oaxaca y el silencio de lo que ahí sucede, y Televisa establece sociedad con consorcios españoles de Televisión que quieren influir en México. Si hay que romper el círculo vicioso, habrá que empezar por aquí, terminemos con la teledictadura, es un asunto de seguridad nacional. Así de simple. Así de elemental.

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