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jueves, diciembre 28, 2006

Opinión - Ruben Martín

2006: las dos políticas

Publico - 29/12/06

rmartin@milenio.com


Pocos años contienen dentro de su tiempo tanta cantidad de acontecimientos y hechos relevantes como ocurre ahora con este año que termina. Una mera relación de lo sucedido en 2006 ofrece una muestra de la profundidad de sucesos que marcaron la vida de la nación.

2006 arrancó en San Cristóbal de las Casas con la salida de La Otra Campaña zapatista y la misma campaña electoral de los partidos profesionales. 2006 también fue el año en el los mexicanos hemos vivido la campaña electoral más sucia; una campaña en la que se combinaron las más modernas estrategias de marketing político provistas por asesores extranjeros, con las más arcaicas formas de presión y compra de voto suministradas por los viejos cuadros priistas, todo para hacer posible que el PAN siguiera en el poder. 2006 fue año de Atenco y la brutal venganza ejercida por el foxismo en contra de un pueblo organizado, cuya resistencia autónoma parecía una cachetada a la cara del poder. Este año fue el de la muerte de los mineros por negligencia patronal y por represión gubernamental, en Pasta de Conchos y en Lázaro Cárdenas.

2006 fue el año de la doble cara y de la hipocresía foxista, que perseguía justificadamente a un líder sindical corrupto como Napoleón Gómez mientras que solapaba a Elba Esther Gordillo y Víctor Flores.

2006 fue el año del Pacto de Chapultepec de Carlos Slim y de los Encuentros Nacionales Indígenas en Apulco y en Mezcala, los dos polos de una sociedad marcada cada vez más por la desigualdad.

2006 fue el año de la polarización de los ciudadanos que todavía creen en las elecciones como medio para mejorar sus vidas y del creciente y consistente abstencionismo de otra parte de la población que ya se desengañó de los comicios, de los candidatos y de los partidos como medio político para resolver sus problemas cotidianos.

2006 fue el tiempo de Andrés Manuel López Obrador y Felipe Calderón Hinojosa; y también de Carlos Ahumada y Kamel Nacif con toda la cauda de políticos corruptos que beben coñac en su mano.

Este año que termina es el tiempo de los plantones en Reforma y de los irregulares resultados en 72 mil casillas en todo el país. Es el año la descarada y cínica intervención de Vicente Fox en el proceso electoral y su desprecio por quienes se movilizaron protestando en contra del fraude llamándolos “renegados”. Pero 2006 es también el ingenio de un ciudadano agraviado por la alteración de su voto que en una cartulina le respondió a Fox: “¿Renegado?: Dícese del ciudadano pensante que es ingobernable por un presidente pendejo”.

2006 es el año de la comuna de Oaxaca y sus tres mil barricadas sostenidas por más de cuatro meses por barrios urbanos y comunidades rurales. Pero 2006 es sobre todo el agotamiento de las formas políticas del México de arriba y el surgimiento de formas, medios y tiempos de hacer otro tipo de política.

Este años parece marcar una importante ruptura, quien sabe si definitiva, con las formas de hacer política que imponen los dueños del poder y del dinero y la exploración de vías nuevas que vienen desde los pueblos y comunidades de abajo. Los caracoles zapatistas, las barricadas oaxaqueñas, los foros indígenas y las miles de luchas pequeñas que ocurrieron a lo largo del país. Luchas como la de quienes defendieron el bosque de El Nixticuil en Zapopan y al de quienes lucharon contra la contaminación en El Salto y Miravalle. Luchas como las de los anarquistas de Sayula en contra de la explotación en las empacadoras que hay en el municipio.

Este año condensa por un lado una crisis del México político de arriba, con la emergencia de formas novedosas y distintas de hacer política por parte del México de abajo.

Si México va a cambiar para bien de la mayoría de la sociedad, será no por personajes como Felipe Calderón, Marcelo Ebrard, Mario Marín, Emilio Gamboa Patrón. No cambiará por los intereses de las dos televisoras, o de los grandes empresarios que se benefician de las inversiones que hacen a las campañas electorales. Cambiará por la decisión y acción de personas comunes que surgen de pronto en el momento justo para reclamar sus derechos, como la doctora Berta Elena Muñoz, la voz de la resistencia oaxaqueña.

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