- El lugar de trueque ha sido testigo de cambios punzantes en la juventud metropolitana
- Paulatinamente ha habido una invasión de productos ajenos a los contemplados originalmente
Sumario 2
CECILIA DURAN - La Jornada Jalisco 31/12/06
Antes de 1995 la contracultura tapatía no tenía un punto clave de reunión, un lugar donde se pudieran encontrar discos que en otros lugares son imposibles de conseguir o simplemente un espacio de expresión juvenil en el que no se tuviera que estar huyendo de la represión policial.
La primera vez que se levantó el Tianguis Cultural, se presentó como una propuesta cultural pública y gratuita, en donde se vertieran toda clase de manifestaciones creativas. Era un espacio alternativo, un foro cultural multidisciplinario en donde convergían la música, el arte y la el la forma de expresarse. Después de un inicio incierto en el parque Rolón, el tianguis fue removido a la plaza Juárez, espacio que ha sido testigo de cambios punzantes en la juventud de esta metrópoli y se ha afianzado a pesar de intentos por desaparecerlo.
En un principio se buscó que, tanto los creadores como los artesanos, ofrecieran piezas o artículos originales como la pedrería, cuentas de vidrio, madera, hueso e hilos incluso tatuajes o piercings, siempre y cuando se asociaran a alguna veta artística o por lo menos contracultural, aunque con el paso de los años y debido a las necesidades y gustos de los jóvenes poco a poco se fueron incluyendo artículos de colección como: carteles, playeras de rock and roll, libros y discos pirateados, acetatos, ajuares darkies, pinturas hechas con aerógrafo, artesanías y muchas otras chucherías que poco o nada tienen que ver con la contracultura, pero que atraen otros mercados como los amantes de la ciencia ficción y el anime.
Recientemente este sector del tianguis ha sido de los de mayor crecimiento, ya que la oferta de productos asociados a la venta de comics, cartas o muñequitos de colección, encontraron a su favor el entorno adolescente del lugar para favorecer su venta.
En la actualidad al recorrer los puestos, es posible ver que la mercancía china se mezcla con la originalidad de las artesanías mexicanas, y que la ropa de fábrica le gana terreno a la ropa de manta. Anillos, pulseras, collares, aretes de plata con grandes piedras turquesas u opalinas, son ensombrecidos por la bisutería barata de alambre y las gafas oscuras de importación.
“El Tianguis Cultural no tiene el perfil con la finalidad con que fue hecho; ya tenemos mucha ropa y ya parece sucursal de Medrano y bisutería de China, que parece Obregón. La ropa estaba considerada pero más bien autóctona o artesanal, hechas a mano no de fábrica. Además no era moda casual, sino ropa de manta. Desgraciadamente no tenemos comunicación con las autoridades ni con los pseudodirigentes del tianguis para plantearle nuestras inquietudes, ellos lo que hacen es mantenerse de aquí y vivir y explotar a la gente. Cada quien cuida sus intereses y por eso se han vendido tantos lugares, porque sigue siendo un buen puesto de ventas”, dijo el artesano José Rodríguez Rivera.
La piratería en los discos es uno de los temas más cuestionables del tianguis. El acierto de algunos de los que allí comercian discos es el de haber satisfecho una necesidad creciente de tener acceso a obras musicales que en nuestro país son muy caras o que en la mayoría de los casos no venden las tiendas de discos. Sin justificar esta forma de hacer rolar la música entre los jóvenes, es un tipo de piratería que no raya en un copiado vulgar del éxito del momento o del dvd chafísima que venden en las calles cuando la película aún se exhibe.
En sí, este espacio de la expresión ha cumplido una función clave en lo que respecta al intercambio de contracultura, no obstante, si se le puede reprochar algo es que sin poner resistencia ha sufrido paulatinamente una invasión de productos ajenos a los artísticos, cosa que los mismos comerciantes del lugar han recalcado.
“Es difícil para cualquier autoridad estar controlando esto, pero por otra parte nosotros tenemos una asociación que procura cuidar que se mantenga el perfil original y de repente no hay el suficiente eco con la autoridad en turno que está coordinando el tianguis. Me parece que hay expositores que no les ha resultado y han ido variando la venta de sus mercancías y de repente encontramos que hay algo de reventa de cosas. También pasan artesanos o ambulantes que surten a puestos que tienen otros giros y los complementan y eso perjudica la imagen”, dijo Alfredo Salazar, vendedor de lámparas artesanales desde hace tres años.
El tianguis no continúa con el mismo perfil, creo que se está luchando débilmente porque se vuelva al origen. Se supone que este es un tianguis cultural, esto no tiene nada que ver con que vendas cosas de reventa o prefabricadas. Se supone que tenemos que hacer todo lo que vendemos, sea ropa, collares, cuadros, zapatos. No hemos planteado abiertamente nuestra inquietud, pero si el perfil primario se está perdiendo y ellos son las personas que han luchado porque se prevalezca en eso, pues ahora están débiles, María Guadalupe López, con más de cuatro años instalada.
A pesar de que el tianguis podría aprovechar sus pasillos con una oferta más relacionada con la cultura, este punto de la ciudad cada semana constituye un motor contracultural de la región y sigue siendo un lugar insustituible para miles de tapatíos que sólo ahí encuentran lo que en otros lugares la sociedad les ha negado.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario