Reseña Estratégica, 8 de dicembre de 2006
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El siguiente artículo de Lorenzo Carrasco, será publicado en el informativo Página Iberoamericana en su edición de diciembre de 2006.
Los insólitos eventos del cambio de poder en México auguran una crisis mayor, de naturaleza estratégica global. El acto, realizado, primero a media noche del 30 de noviembre en un acto celebrado a hurtadillas en la residencia oficial de Los Pinos, en el legendario Bosque de Chapultepec y horas después, en un tumultuado Palacio Legislativo de San Lázaro, sede del Congreso de la Unión mexicano, en un acto con duración de apenas 5 minutos bajo rechiflas de los congresistas del Frente Amplio Progresista.
La toma de posesión del presidente Felipe Calderón, que entró y salió del Congreso por la puerta de atrás, se significó como el acto culminante de un peculiar golpe de estado tramado por un grupo oligarca binacional que se estableció como poder dominante en México a través del Acuerdo de Libre Comercio (TLC), que firmaron los presidentes Carlos Salinas de Gortari y George Bush -padre del actual presidente norteamericano-, como parte de los planes globales para imponer un Nuevo Orden Mundial de corte oligarca. Por eso fue sintomática la presencia de George Bush "papi" en la tribuna de honor del Congreso a lado del embajador estadounidense, Tony Garza, contemplando el desorden institucional provocado por la imposición electoral a la que ellos contribuyeron directamente. El gobernador Arnold Schwarzenegger, resumió todo con la frase: "esta buena la acción". Le toco a Tom Casey, vocero asistente del Departamento de Estado, el comentario oficial desde Washington: "ha habido un número de controversias políticas internas como secuela de la elección (...) pero tenemos confianza en las instituciones democráticas de México".
No obstante el escandaloso acto de toma de posesión, el aparato gubernamental de medios comunicación y el duopolio privado televisivo, Televisa y TVAzteca, trasmitieron la ceremonia como "tranquila y sin tensión" como reportó con ironía el enviado especial del periódico Folha de São Paulo, Raul Juste Lores. El reportaje publicado el 2 de diciembre titulado "TVs solo trasmiten imágenes de la Presidencia y muestran acto tranquilo", enfatiza la diferencia de la realidad con las noticias trasmitidas, que ha sido la tónica de todo el cuestionado proceso electoral. "En el pool de emisoras comandado por la Presidencia, dos locutores...comentaron el acto. Repetían slogan de la campaña de Calderón y hablaban que el presidente 'comenzó con el pie derecho' y en un clima tranquilo y sin tensión'. También hablan de que 'a pesar de las diferencias que existían entre los partidos, todos se unieron para que ocurriera la ceremonia.'"
Se puede definir que lo que esta a la vista es un "golpe de estado post moderno", que define un proceso en que se viola la voluntad popular, no con un acto de fuerza ostentosa, sí por medio de certeros golpes de propaganda negra que dejarían avergonzado a Joseph Goebbels. Un modus operandi que esta a la orden del día entre los neoconservadores de Washington.
Como reveló el candidato sospechosamente derrotado, Andrés Manuel López Obrador, esa oligarquía trató de arrancarle un compromiso para mantener el status quo prometiéndole el apoyo y los recursos necesarios para llevarlo a la presidencia del país en el momento en que era considerado imbatible en la contienda por la presidencia. La negativa de López Obrador a cualquier acuerdo de esa naturaleza, dio inicio a una campaña sin precedentes en la historia política nacional, primero con un proceso de desafuero para impedirle legalmente ser candidato y después con el inició de una campaña mediática de mentiras y desprestigio, ante la cual la justicia electoral fue ciega, sorda y muda.
Además de sucio preludio electoral, el 2 de julio, durante la elección propiamente dicha, fueron claros los indicios de procesos tradicionales de fraude electoral, realizado tanto por miembros del partido del gobierno Acción Nacional (PAN), como de algunos gobernadores del PRI, que traicionando a su propio partido se unieron al proceso del fraude conformando de hecho una nueva entidad política conocida ahora como "PRIAN".
Estos eventos provocaron el inicio de enormes manifestaciones populares, algunas de las cuales se dieron con la participación de más de dos millones de ciudadanos, estableciéndose como las mayores manifestaciones políticas de la historia occidental. El propio primero de diciembre, mientras el Congreso escenificaba una guerra campal entre diputados, López Obrador, ante decenas de miles de seguidores concentrados en la plaza central del Zócalo volvió a definir el carácter pacífico de su movimiento "usan la fuerza quienes no tienen la razón, nosotros tenemos lo mero principal, el apoyo del pueblo y la autoridad moral suficientes para triunfar(...) No vamos a caer en la trampa, sabemos quiénes son los jefes de la mafia y el hampa de la política, no vamos a exponer a la gente para que enfrenten a policías y soldados que son parte del mismo pueblo, esta diferencia la tenemos con una pandilla de rufianes".
López Obrador continuo, "Vamos a defender el derecho del pueblo a elegir libremente a sus gobernantes, no vamos a ceder, actuaré con firmeza, nada de normalidad política mientras no haya democracia en nuestro país (...) todo tiene un límite y no vamos a permitir el autoritarismo".
A pesar de que los representantes del status quo político de México, menospreciaron las protestas contra Felipe Calderón definiéndolas como anecdóticas y pasajeras, el hecho es que los acontecimientos políticos en México son parte de una crisis de naturaleza global producida por el desmoronamiento del nuevo orden mundial caracterizado por la globalización financiera. El mantenimiento de los axiomas político y económicos del Tratado de Libre Comercio, con el que se pretendía norte-americanizar a México, tienen sus días contados como se muestra en las actuales leyes antiemigrantes en los EUA y la percepción clara de que la economía de los Estados Unidos agota su capacidad de llevar a cuestas mayores déficit comerciales como sustento de última instancia del modelo librecambista imperante. Asóciese a esto la pérdida de capacidad estratégica militar de los Estados Unidos como consecuencia de la guerra en Irak y Afganistán, y se obtiene un cuadro nítido de la motivación de la oligarquía binacional TLC-Neocon en armar el sucio proceso electoral en México.
Una visión más realista de los acontecimientos en México fue expresada por el presidente de Costa Rica, Oscar Arias, lamentando que "las conductas que hemos presenciado en las pantallas los golpes entre legisladores no hablan bien de este gran país" y advirtió que en "toda América Latina hay falta de gobernabilidad...lo que yo hoy veo aquí es un retroceso".
El siguiente artículo de Lorenzo Carrasco, será publicado en el informativo Página Iberoamericana en su edición de diciembre de 2006.
Los insólitos eventos del cambio de poder en México auguran una crisis mayor, de naturaleza estratégica global. El acto, realizado, primero a media noche del 30 de noviembre en un acto celebrado a hurtadillas en la residencia oficial de Los Pinos, en el legendario Bosque de Chapultepec y horas después, en un tumultuado Palacio Legislativo de San Lázaro, sede del Congreso de la Unión mexicano, en un acto con duración de apenas 5 minutos bajo rechiflas de los congresistas del Frente Amplio Progresista.
La toma de posesión del presidente Felipe Calderón, que entró y salió del Congreso por la puerta de atrás, se significó como el acto culminante de un peculiar golpe de estado tramado por un grupo oligarca binacional que se estableció como poder dominante en México a través del Acuerdo de Libre Comercio (TLC), que firmaron los presidentes Carlos Salinas de Gortari y George Bush -padre del actual presidente norteamericano-, como parte de los planes globales para imponer un Nuevo Orden Mundial de corte oligarca. Por eso fue sintomática la presencia de George Bush "papi" en la tribuna de honor del Congreso a lado del embajador estadounidense, Tony Garza, contemplando el desorden institucional provocado por la imposición electoral a la que ellos contribuyeron directamente. El gobernador Arnold Schwarzenegger, resumió todo con la frase: "esta buena la acción". Le toco a Tom Casey, vocero asistente del Departamento de Estado, el comentario oficial desde Washington: "ha habido un número de controversias políticas internas como secuela de la elección (...) pero tenemos confianza en las instituciones democráticas de México".
No obstante el escandaloso acto de toma de posesión, el aparato gubernamental de medios comunicación y el duopolio privado televisivo, Televisa y TVAzteca, trasmitieron la ceremonia como "tranquila y sin tensión" como reportó con ironía el enviado especial del periódico Folha de São Paulo, Raul Juste Lores. El reportaje publicado el 2 de diciembre titulado "TVs solo trasmiten imágenes de la Presidencia y muestran acto tranquilo", enfatiza la diferencia de la realidad con las noticias trasmitidas, que ha sido la tónica de todo el cuestionado proceso electoral. "En el pool de emisoras comandado por la Presidencia, dos locutores...comentaron el acto. Repetían slogan de la campaña de Calderón y hablaban que el presidente 'comenzó con el pie derecho' y en un clima tranquilo y sin tensión'. También hablan de que 'a pesar de las diferencias que existían entre los partidos, todos se unieron para que ocurriera la ceremonia.'"
Se puede definir que lo que esta a la vista es un "golpe de estado post moderno", que define un proceso en que se viola la voluntad popular, no con un acto de fuerza ostentosa, sí por medio de certeros golpes de propaganda negra que dejarían avergonzado a Joseph Goebbels. Un modus operandi que esta a la orden del día entre los neoconservadores de Washington.
Como reveló el candidato sospechosamente derrotado, Andrés Manuel López Obrador, esa oligarquía trató de arrancarle un compromiso para mantener el status quo prometiéndole el apoyo y los recursos necesarios para llevarlo a la presidencia del país en el momento en que era considerado imbatible en la contienda por la presidencia. La negativa de López Obrador a cualquier acuerdo de esa naturaleza, dio inicio a una campaña sin precedentes en la historia política nacional, primero con un proceso de desafuero para impedirle legalmente ser candidato y después con el inició de una campaña mediática de mentiras y desprestigio, ante la cual la justicia electoral fue ciega, sorda y muda.
Además de sucio preludio electoral, el 2 de julio, durante la elección propiamente dicha, fueron claros los indicios de procesos tradicionales de fraude electoral, realizado tanto por miembros del partido del gobierno Acción Nacional (PAN), como de algunos gobernadores del PRI, que traicionando a su propio partido se unieron al proceso del fraude conformando de hecho una nueva entidad política conocida ahora como "PRIAN".
Estos eventos provocaron el inicio de enormes manifestaciones populares, algunas de las cuales se dieron con la participación de más de dos millones de ciudadanos, estableciéndose como las mayores manifestaciones políticas de la historia occidental. El propio primero de diciembre, mientras el Congreso escenificaba una guerra campal entre diputados, López Obrador, ante decenas de miles de seguidores concentrados en la plaza central del Zócalo volvió a definir el carácter pacífico de su movimiento "usan la fuerza quienes no tienen la razón, nosotros tenemos lo mero principal, el apoyo del pueblo y la autoridad moral suficientes para triunfar(...) No vamos a caer en la trampa, sabemos quiénes son los jefes de la mafia y el hampa de la política, no vamos a exponer a la gente para que enfrenten a policías y soldados que son parte del mismo pueblo, esta diferencia la tenemos con una pandilla de rufianes".
López Obrador continuo, "Vamos a defender el derecho del pueblo a elegir libremente a sus gobernantes, no vamos a ceder, actuaré con firmeza, nada de normalidad política mientras no haya democracia en nuestro país (...) todo tiene un límite y no vamos a permitir el autoritarismo".
A pesar de que los representantes del status quo político de México, menospreciaron las protestas contra Felipe Calderón definiéndolas como anecdóticas y pasajeras, el hecho es que los acontecimientos políticos en México son parte de una crisis de naturaleza global producida por el desmoronamiento del nuevo orden mundial caracterizado por la globalización financiera. El mantenimiento de los axiomas político y económicos del Tratado de Libre Comercio, con el que se pretendía norte-americanizar a México, tienen sus días contados como se muestra en las actuales leyes antiemigrantes en los EUA y la percepción clara de que la economía de los Estados Unidos agota su capacidad de llevar a cuestas mayores déficit comerciales como sustento de última instancia del modelo librecambista imperante. Asóciese a esto la pérdida de capacidad estratégica militar de los Estados Unidos como consecuencia de la guerra en Irak y Afganistán, y se obtiene un cuadro nítido de la motivación de la oligarquía binacional TLC-Neocon en armar el sucio proceso electoral en México.
Una visión más realista de los acontecimientos en México fue expresada por el presidente de Costa Rica, Oscar Arias, lamentando que "las conductas que hemos presenciado en las pantallas los golpes entre legisladores no hablan bien de este gran país" y advirtió que en "toda América Latina hay falta de gobernabilidad...lo que yo hoy veo aquí es un retroceso".
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