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jueves, diciembre 14, 2006

Opinion - Ruben Martin

Dinero oscuro y la farsa política

Publico - 14/12/06

rmartin@m/ilenio.com

La oscura relación entre empresarios y políticos muestra que una de las inversiones más rentables y seguras para los capitalistas, consiste en pagar una campaña electoral, especialmente si es la ganadora; en pocos años el dinero gastado se multiplicará por la vía de información privilegiada, contratos a modo, subsidios, apoyos a fondo perdido y una red de relaciones sociales de las que se obtienen beneficios constantes y sonantes. Hay muchos casos de lo anterior en México y por supuesto en Jalisco. Uno de estos casos parece ser la vinculación que liga a Ernesto Ramírez Godoy, (apodado el Chiquilín entre sus conocidos) con Francisco Ramírez Acuña, gobernador de Jalisco con licencia y actual secretario de Gobernación.

Ramírez Godoy es el mecenas preferido de Ramírez Acuña. En 2000 el empresario recaudó fondos para la campaña por la gubernatura panista. Ya en el poder, se convirtió en el empresario más cercano al mandatario. No ocupó ninguna cartera en el gabinete, no la necesitó. Lo que hizo fue poner a otros empresarios cercanos a él en algunas, como fue el caso de Horacio González Pardo en Turismo. Ramírez Godoy se dedicó a algo más trascendente: pidió para él la presidencia del Patronato de la Orquesta Filarmónica de Jalisco. Ramírez Godoy parece ser también la cabeza visible del Grupo Promotor Jalisco, integrado por 24 hombres de negocios a quienes les ha ido bastante bien en el sexenio, según revelan fuentes oficiales que han seguido los pasos de este grupo. Se especializó en la función de intermediario entre los intereses empresariales e intereses políticos. En 2003 reunió fondos también para Emilio González Márquez y en 2006 juntó dinero para Felipe Calderón. Al menos en 2003, los fondos que el Chiquilín reunió para González Márquez no fueron reportados a la autoridad electoral.

Ahora Ramírez Godoy aparece como el hombre detrás de intereses empresariales en los terrenos de El Ahogado. De confirmarse esta relación, se entendería el sigilo, la premura, la presión y la insensatez con la que ha actuado el gobierno del estado en este caso. Varios especialistas han dicho que los terrenos de El Ahogado no son aptos para construir vivienda. Aún así el gobierno parece empeñado en urbanizar esa zona, por supuesto con fondos públicos para que después sean capitalizados por quienes construyan las viviendas populares.

Este caso confirma nuevamente la insana relación entre empresarios y políticos en los mecanismos de financiamiento ilegal. Es insana porque esta relación se establece en las sombras y se opera mediante esquemas ilegales de financiamiento. Todo para no dar cuenta de estos cuantiosos recursos a la autoridad electoral. A ningún empresario le gusta que le pasen la charola (como tampoco les gusta pagar impuestos), pero lo hacen no tanto por convicción como por cálculo.

Saben que si invierten en el político adecuado, después obtendrá más de lo que pagó en una campaña. Pero este esquema nos resulta muy caro a los ciudadanos, quienes somos los que terminamos pagando el encarecimiento de la política y los esquemas de financiamiento al margen de la ley. Píense en un empresario que produce cemento. Puede que haya dado unos 20 millones de pesos a un candidato a la gubernatura. Una vez que el candidato llega al gobierno, ordena que se compre únicamente la marca de cemento de su mecenas. Esto podría terminar por encarecer el costo de compra del cemento. Pero eso ya no lo paga el político, lo pagamos los contribuyentes.

Todos estos casos se multiplican a todas las escalas de la política. Y a pesar de los cambios a las leyes en materia de fiscalización, los políticos siempre buscarán dinero ilegal y los empresarios inventarán mecanismos financieros para ocultar sus contribuciones.

No hay solución y por tanto los pronunciamientos de los políticos al respecto son una farsa. Aquí en Jalisco prácticamente todos los candidatos rebasan los topes de campaña y no pasa nada. El panista Emilio González Márquez gastó mucho más de los 26 millones de pesos que pone la ley como límite (más de 100 millones de pesos según algunas fuentes) y sin embargo no pasa nada. Felipe Calderón también rebasó el tope de campaña, y nada pasará. Todo es una mera farsa.

rmartin@publico.com.mx

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