Cuarta República
A un año, los saldos de la tragedia republicana.
Germán Robles*
Ha pasado un año desde el proceso controversial del 2 de julio que mantuvo al país en vilo y al borde de la balcanización social y política; ese día se cometió un fraude electoral, no en contra de Andrés Manuel, ni el FAP, ni clientela política alguna; sino en contra de soberanía popular, de la república misma. Una vez más llegamos a la cita nacional con la república y le volvimos a cerrar la puerta en la nariz.
Quién no entienda el significado de república, y las graves comisiones que antes, durante y después del 2 de julio se dieron en su contra no está calificado para debatir, dichas heridas sólo equiparables con daños históricos como la guerra contra EE.UU., el maximato, la dictadura porfirista, y el anclaje de la dictadura perfecta del PRI y el fraude del 88, nos demuestran que en México la democracia no existe, es sólo una simulación y cuando se trata de que la izquierda política llegue al poder, aún sin ser social menos revolucionaria, su paso es cercenado tanto por la derecha en el poder, es decir el gobierno, pero también por el PRI, incluso el propio PRD por su desorganización y división casi proverbial; resumiendo: por todo un sistema, no digamos uno capitalista (para no soliviantar a los discursistas detractores de la izquierda) sino por un sistema de privilegios y mezquindades, la política hecha dinero.
Los defraudadores e ignorantes acusan a la ciudadanía que estuvo con López Obrador así como a sus representantes al decir que no pudieron demostrar que ganaron (sic); la cosa es que ellos, es decir los panistas y quienes los apoyaron tampoco lo hicieron, sólo hubo un hombre que se eligió; que se dijo ganador y estuvo dispuesto a que se demostrara y ese fue López Obrador, a Calderón se le doblaron las corvas, y si bien el recuento de “voto por voto, casilla por casilla” respondía a una estratagema política más que de tipo técnico electoral, Felipe Calderón tuvo todo el tiempo y el margen político para acceder, si tan seguro estaba de su "triunfo" le convenía hacerlo y sin embargo no lo hizo.
Los ciudadanos de a pie, el movimiento social de AMLO y su estructura partidista se les obligo a demostrar que ganaron, a pesar que en base a irregularidades serias se les hurto la presidencia; los indicios, las pruebas irrefutables, las violaciones flagrantes al Cofipe siempre estuvieron ahí y se denunciaron, este silogismo que pretenden los poderosos es tan estúpido como el que hace al inocente comprobar su inocencia. En todo caso la contraparte está obligada también, y quienes debieron fiscalizar a fondo son los magistrados del TRIFE que no cumplieron a cabalidad su labor como lo marcan las leyes.
A un año sin una revisión de las boletas de nada vale hacer recuentos estadísticos, ni entrar a detalles sobre el proceso que se dio dentro y fuera de las casillas, salvo para efectos de la verdad histórica, que ya sabemos por lo general nunca llega. Mientras no se haga una revisión profesional, exhaustiva, y oficial de las boletas electorales tanto como por actores ciudadanos y políticos de alta calidad moral, el debatir sobre el proceso del 2006 carece ya de sustento en ambas partes. Como sabemos que dicha fiscalización no ocurrirá en lo inmediato, lo que sigue es hacer una reflexión política sobre lo ocurrido y replantear objetivos, alcances de lo que es una resistencia civil pacífica, que en el fondo es una apuesta por evolucionar la estructura mental y el pensamiento político de los mexicanos.
Una nación que no elige a sus gobernantes de manera libre, con plena transparencia y democracia, ajena de toda coptación y persuasión mediática a base de difamaciones y discursos fascistas, no es una nación soberana, su régimen político no es una república, lo que lo condena a ser gobernado por indignos y sin su voluntad. Pero no, la mezquindad y la porqueriza electorera pudo más; eso de que los ciudadanos son limpios e inmaculados no es propio de una desconfianza sana y republicana. Los hubo puercos y metieron sin escrúpulo sus manos en las urnas atentando contra un principio superior el cuál su billetera y fanatismo les hace ignorar.
La acción de no contar, fiscalizar y defender adecuadamente los votos no es circunstancial ni accidental, estas incluidas las omisiones no son meros errores, en política son más bien acciones deliberadas, cometidas seguramente por muchos que no saben leer y sumar como refutara un ex ministro de la corte, pero también por miserables que si lo saber hacer y hasta tienen doctorado. El IFE moralmente está quebrado y carente de credibilidad, la confianza es un activo que difícilmente se recupera; uno de los principios rectores al que el IFE está sujeto y se cerro en la práctica, es la observancia ciudadana del árbitro partiendo de la desconfianza no sólo a partidos sino al mismo árbitro también, pues este se rige por sus propias leyes y la constitución. La cacareada “credibilidad” que el IFE se endilgó a si mismo fue una estupidez y un engaño.
Un país que ante unas elecciones cerradas no es flexible para revisar las cuentas electorales más allá de la jornada de los comicios y que ante las graves comisiones de delitos electorales por el poder (reconocidas incluso en el propio dictamen del tribunal electoral), no es capaz de defender su soberanía popular ni digno de llamarse republicano. México no sabe de presidentes espurios o autoproclamados legítimos, sabe de presidentes republicanos y este simplemente no existe pues no está frente al poder, por la razón de que uno hurto la investidura al otro. AMLO y Calderón son y no son al mismo tiempo, uno quiso ser Presidente y el otro pepena un poco de legitimidad que no llegará.
Los saldos son múltiples, los cambios son necesarios; la lucha política y la resistencia civil una exigencia; ante todo una resistencia y lucha civil contra nosotros mismos, nuestra ignorancia, ingenuidad, desorganización y defectos como ciudadanos; contra la sarta de simuladores y traidores políticos que existen en las tripas del FAP, PRD´s estatales como el de Jalisco cuya nefasta actuación demanda su depuración. Combatir por dentro y por fuera y hacer pagar muy caro a todos aquellos actores que directa o indirectamente participaron en la guerra sucia electoral y el fraude. Siempre velando por el bien común y los que menos tienen a los que desafortunadamente se les fue de nuevo el tren.
A Andrés Manuel le solicitamos que tome la batuta de la estrategia política y no la pluma, a los académicos que hagan todo lo posible por revisar la documentación electoral para velar la verdad histórica, a los actores políticos y a la ciudadanía que refunden las instituciones públicas, defiendan el voto, la democracia; sobre todo aprendan la lección y asuman un entrenamiento indispensable para prevenir nuevos fraudes. La república quedo herida, pero siempre estará a la espera de ser recuperada.
Ha pasado un año desde el proceso controversial del 2 de julio que mantuvo al país en vilo y al borde de la balcanización social y política; ese día se cometió un fraude electoral, no en contra de Andrés Manuel, ni el FAP, ni clientela política alguna; sino en contra de soberanía popular, de la república misma. Una vez más llegamos a la cita nacional con la república y le volvimos a cerrar la puerta en la nariz.
Quién no entienda el significado de república, y las graves comisiones que antes, durante y después del 2 de julio se dieron en su contra no está calificado para debatir, dichas heridas sólo equiparables con daños históricos como la guerra contra EE.UU., el maximato, la dictadura porfirista, y el anclaje de la dictadura perfecta del PRI y el fraude del 88, nos demuestran que en México la democracia no existe, es sólo una simulación y cuando se trata de que la izquierda política llegue al poder, aún sin ser social menos revolucionaria, su paso es cercenado tanto por la derecha en el poder, es decir el gobierno, pero también por el PRI, incluso el propio PRD por su desorganización y división casi proverbial; resumiendo: por todo un sistema, no digamos uno capitalista (para no soliviantar a los discursistas detractores de la izquierda) sino por un sistema de privilegios y mezquindades, la política hecha dinero.
Los defraudadores e ignorantes acusan a la ciudadanía que estuvo con López Obrador así como a sus representantes al decir que no pudieron demostrar que ganaron (sic); la cosa es que ellos, es decir los panistas y quienes los apoyaron tampoco lo hicieron, sólo hubo un hombre que se eligió; que se dijo ganador y estuvo dispuesto a que se demostrara y ese fue López Obrador, a Calderón se le doblaron las corvas, y si bien el recuento de “voto por voto, casilla por casilla” respondía a una estratagema política más que de tipo técnico electoral, Felipe Calderón tuvo todo el tiempo y el margen político para acceder, si tan seguro estaba de su "triunfo" le convenía hacerlo y sin embargo no lo hizo.
Los ciudadanos de a pie, el movimiento social de AMLO y su estructura partidista se les obligo a demostrar que ganaron, a pesar que en base a irregularidades serias se les hurto la presidencia; los indicios, las pruebas irrefutables, las violaciones flagrantes al Cofipe siempre estuvieron ahí y se denunciaron, este silogismo que pretenden los poderosos es tan estúpido como el que hace al inocente comprobar su inocencia. En todo caso la contraparte está obligada también, y quienes debieron fiscalizar a fondo son los magistrados del TRIFE que no cumplieron a cabalidad su labor como lo marcan las leyes.
A un año sin una revisión de las boletas de nada vale hacer recuentos estadísticos, ni entrar a detalles sobre el proceso que se dio dentro y fuera de las casillas, salvo para efectos de la verdad histórica, que ya sabemos por lo general nunca llega. Mientras no se haga una revisión profesional, exhaustiva, y oficial de las boletas electorales tanto como por actores ciudadanos y políticos de alta calidad moral, el debatir sobre el proceso del 2006 carece ya de sustento en ambas partes. Como sabemos que dicha fiscalización no ocurrirá en lo inmediato, lo que sigue es hacer una reflexión política sobre lo ocurrido y replantear objetivos, alcances de lo que es una resistencia civil pacífica, que en el fondo es una apuesta por evolucionar la estructura mental y el pensamiento político de los mexicanos.
Una nación que no elige a sus gobernantes de manera libre, con plena transparencia y democracia, ajena de toda coptación y persuasión mediática a base de difamaciones y discursos fascistas, no es una nación soberana, su régimen político no es una república, lo que lo condena a ser gobernado por indignos y sin su voluntad. Pero no, la mezquindad y la porqueriza electorera pudo más; eso de que los ciudadanos son limpios e inmaculados no es propio de una desconfianza sana y republicana. Los hubo puercos y metieron sin escrúpulo sus manos en las urnas atentando contra un principio superior el cuál su billetera y fanatismo les hace ignorar.
La acción de no contar, fiscalizar y defender adecuadamente los votos no es circunstancial ni accidental, estas incluidas las omisiones no son meros errores, en política son más bien acciones deliberadas, cometidas seguramente por muchos que no saben leer y sumar como refutara un ex ministro de la corte, pero también por miserables que si lo saber hacer y hasta tienen doctorado. El IFE moralmente está quebrado y carente de credibilidad, la confianza es un activo que difícilmente se recupera; uno de los principios rectores al que el IFE está sujeto y se cerro en la práctica, es la observancia ciudadana del árbitro partiendo de la desconfianza no sólo a partidos sino al mismo árbitro también, pues este se rige por sus propias leyes y la constitución. La cacareada “credibilidad” que el IFE se endilgó a si mismo fue una estupidez y un engaño.
Un país que ante unas elecciones cerradas no es flexible para revisar las cuentas electorales más allá de la jornada de los comicios y que ante las graves comisiones de delitos electorales por el poder (reconocidas incluso en el propio dictamen del tribunal electoral), no es capaz de defender su soberanía popular ni digno de llamarse republicano. México no sabe de presidentes espurios o autoproclamados legítimos, sabe de presidentes republicanos y este simplemente no existe pues no está frente al poder, por la razón de que uno hurto la investidura al otro. AMLO y Calderón son y no son al mismo tiempo, uno quiso ser Presidente y el otro pepena un poco de legitimidad que no llegará.
Los saldos son múltiples, los cambios son necesarios; la lucha política y la resistencia civil una exigencia; ante todo una resistencia y lucha civil contra nosotros mismos, nuestra ignorancia, ingenuidad, desorganización y defectos como ciudadanos; contra la sarta de simuladores y traidores políticos que existen en las tripas del FAP, PRD´s estatales como el de Jalisco cuya nefasta actuación demanda su depuración. Combatir por dentro y por fuera y hacer pagar muy caro a todos aquellos actores que directa o indirectamente participaron en la guerra sucia electoral y el fraude. Siempre velando por el bien común y los que menos tienen a los que desafortunadamente se les fue de nuevo el tren.
A Andrés Manuel le solicitamos que tome la batuta de la estrategia política y no la pluma, a los académicos que hagan todo lo posible por revisar la documentación electoral para velar la verdad histórica, a los actores políticos y a la ciudadanía que refunden las instituciones públicas, defiendan el voto, la democracia; sobre todo aprendan la lección y asuman un entrenamiento indispensable para prevenir nuevos fraudes. La república quedo herida, pero siempre estará a la espera de ser recuperada.
*Analista político, redes ciudadanas Jalisco.
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