La Iglesia católica, ahora en México, quiere imponer sus valores y creencias a toda la sociedad. Sus voceros tratan de ocultar este hecho hablando de libertades, de libre albedrío, de decisiones personales; pero esto es discurso. Atrás de éste están sus afirmaciones dogmáticas y exclusivas, las que excluyen incluso a otras religiones. El sectarismo y una clara intención de poder hegemónico.
Para los católicos su religión es la única y la verdadera. "Creemos que esta única y verdadera religión subsiste en la Iglesia Católica y Apostólica, a la cual el Señor Jesús confió la misión de difundirla a todos los hombres, diciendo a los Apóstoles: 'Id, pues, y enseñad a todas las gentes, bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a observar todo cuanto yo os he mandado' (Mt., 28, 19-20). Por su parte, todos los hombres están obligados a buscar la verdad, sobre todo en lo que se refiere a Dios y a su Iglesia, y, una vez conocida, a abrazarla y practicarla. (Véase Dignitatis Humanae, declaración sobre la libertad religiosa, firmada por el papa Pablo VI, obispo de la Iglesia Católica el 7 de diciembre de 1965).
Esta declaración recoge y suaviza la misión autoasumida de la Iglesia católica desde hace siglos: convertir a los "herejes" a la religión católica, la única y la verdadera (se añade). Los viejos métodos de conversión y de preservación de la fe cristiana (como las Cruzadas y la Inquisición, cuando se veía como natural asesinar a los no cristianos -musulmanes, por ejemplo-, a los cristianos no católicos -hugonotes- e incluso a los católicos no aprobados por el Papa o el monarca en turno -cátaros, para el caso-), fueron modificados por otros más modernos, más de acuerdo con la situación del mundo en los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, la Iglesia católica nunca ha abandonado su intención de convertir al catolicismo a todos los seres humanos del planeta ni de dominar en aquellos países, donde, en sus cálculos, cree haber logrado mayoría de seguidores o donde cuenta con gobiernos afines en el mundo terrenal (como si de verdad el mundo de la Iglesia católica fuera otro).
La estrategia que ha seguido la Iglesia católica para convertir (y controlar) a los no católicos ha sido la educación, y ésta con fuertes dosis de dogmatismo, es decir lo que no se cuestiona, sino que se acepta por la fe. Por ello el énfasis de educar desde temprana edad, cuando más vulnerables e indefensos son los seres humanos y más lisas sus conciencias. Colateralmente, cuando un gobierno no eclesiástico le es afín, aprovecha al máximo la circunstancia tratándose de apoderar de los sistemas educativos existentes, siempre con el argumento de la libertad religiosa.
La Dignitatis Humanae mencionada es muy clara al respecto. En su primer punto se lee: "Los hombres de nuestro tiempo se hacen cada vez más conscientes de la dignidad de la persona humana, y aumenta el número de aquellos que exigen que los hombres en su actuación gocen y usen del propio criterio y libertad responsables, guiados por la conciencia del deber y no movidos por la coacción". La "coacción" a la que se refiere es a la del Estado al establecer la educación laica. El "propio criterio y la libertad responsables" son alusiones a la verdad divina, en Cristo, no en otra religión ni mucho menos en la ciencia.
El punto 14 de Dignitatis Humanae no deja lugar a dudas. Lo cito en extenso, pues es muy revelador y confirma mis aseveraciones anteriores:
La Iglesia católica, para cumplir el mandato divino: "enseñad a todas las gentes" (Mt., 18, 19-20), debe emplearse denodadamente "para que la palabra de Dios sea difundida y glorificada" (2 Tes., 3, I). [...] Por su parte, los fieles, en la formación de su conciencia, deben prestar diligente atención a la doctrina sagrada y cierta de la Iglesia . Pues por voluntad de Cristo la Iglesia católica es la maestra de la verdad, y su misión consiste en anunciar y enseñar auténticamente la verdad, que es Cristo, y al mismo tiempo declarar y confirmar con su autoridad los principios de orden moral que fluyen de la misma naturaleza humana. [...] Porque el discípulo tiene la obligación grave para con Cristo Maestro de conocer cada día mejor la verdad que de El ha recibido, de anunciarla fielmente y de defenderla con valentía, excluyendo los medios contrarios al espíritu evangélico.
Lo que quiere ahora la Iglesia católica mexicana ya está dicho: que el Estado provea de educación religiosa a los escolares (La Jornada, 9/7/07). No conforme con las reformas de Salinas y la complicidad de los legisladores panistas y priístas empanizados a los artículos 3°, 24 y 130 (en 1992), la jerarquía católica y sus abogados quieren "perfeccionar" esas leyes y mayor injerencia en la educación. Terminar, poco a poco y pacientemente, con el Estado laico y acabar de una vez por todas con la separación de la Iglesia y el Estado para convertirla en una unidad y hacerla depender de otro Estado disfrazado de autoridad religiosa: el Estado Vaticano. El siguiente paso será, si lo permitimos, la sujeción de la Constitución Política al derecho canónico que, según la Enciclopedia Católica, no es otra cosa que "parte de la única y universal mediación de Cristo [quien es] es el único mediador de todo sentido. Por eso el Derecho Canónico tiene que ser:" sacramental, evangélico (inspirado en el Evangelio) y no desligado de lo teológico.
En una palabra, el regreso a la Edad Media, al oscurantismo.
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