Economía Moral
Julio Boltvinik
Abrirán todas las rosas que necesitamos
El más reciente
libro de AMLO ayuda a no olvidar
"La mafia nos robó la
Presidencia"
Andrés Manuel López Obrador durante la presentación de su libro La mafia nos robó la Presidencia Foto: Carlos Ramos Mamahua
La mafia nos robó la Presidencia, el nuevo libro de Andrés Manuel López Obrador, es una autobiografía escrita en un estilo directo y sencillo que dice lo que piensa sin rodeos. Cada capítulo aborda una etapa de su quehacer político: Tabasco, el liderazgo en el PRD, el Gobierno del Distrito Federal y, finalmente, la lucha por la Presidencia y la resistencia y organización posteriores al fraude electoral. El libro es, como el Gobierno Legítimo, la Convención Nacional Democrática, el Frente Amplio Progresista, las giras de AMLO por todo el país, un instrumento de lucha. La lectura masiva de la obra ayudará a mantener viva la memoria, a no olvidar.
Sólo me referiré al último capítulo que ayuda a entender mejor la operación de Estado que impidió que AMLO sea hoy el presidente legal (y no sólo el legítimo). De la lectura nos enteramos, por ejemplo, que algunos potentados le ofrecieron montos ilegales de dinero, en billetes de mil dólares, que él no aceptó porque no quería llegar a la Presidencia con las manos atadas; que a Azcárraga Jean alguien le hizo llegar un apócrifo decreto, supuestamente redactado por AMLO, para expropiar Televisa, y que el junior millonario le mostró en reclamo pensando que era legítimo; que Bernardo Gómez (segundo en Televisa) lo llamó el día de la elección para decirle que había ganado la Presidencia; que en casi todas las encuestas de salida (confirmando lo indicado por las últimas encuestas electorales, tanto las publicadas como las que se levantaron un día antes de la elección y que ya no se podían publicar) aventajó a Calderón por varios puntos; que Fox le pidió al niño verde que se uniera en coalición con el PAN; que Roberto Hernández le reclamó a AMLO por sus críticas sobre el no pago de impuestos en la venta de su banco (Banamex); de la cercanía entre Hernández y la Gordillo (incluyendo la trascripción de su telefónica en el 2003); que según Góngora Pimentel (ex ministro de la SCJN), en increíble derroche de cinismo los empresarios de Monterrey le confesaron no sólo no creer en las leyendas negras sobre AMLO, sino que ellos las fabricaban para mantener sus privilegios; que la SHCP retuvo recursos presupuestales y participaciones federales a los gobernadores que se negaron a ceder a las presiones de Fox para que apoyaran al candidato de la derecha; y nos enteramos de muchas otras cosas. Lectura fascinante.
El libro aporta datos importantes sobre el fraude electoral. El más novedoso y central para probar la existencia del fraude electoral es que en las más de 9 mil casillas en las que hubo una aparente participación ciudadana, que rebasó la media del distrito electoral correspondiente en 10 por ciento o más, violando las reglas elementales de la probabilidad (ya que participación electoral y preferencia partidaria, sobre todo en una elección cerrada son variables independientes), 43.3 por ciento de los votos fueron para el PAN y sólo 28.7 por ciento para AMLO (casi 15 puntos de ventaja), cuando los datos nacionales muestran una diferencia de 0.6 por ciento. Aún peor, en 28 de las 32 entidades federativas, incluyendo algunas donde arrasó, en todas las casillas con mayor participación ciudadana, el candidato del PAN tuvo un porcentaje más alto, y AMLO uno menor, que sus porcentajes promedio en los distritos. Esto es imposible estadísticamente, demostrando que una parte de la supuesta mayor participación fueron votos falsos añadidos a Calderón, que muestran el fraude electoral. la obra presenta estos datos por entidad federativa. En Nuevo León, el PAN gana a AMLO por 66.3 por ciento contra 12.4 por ciento en las casillas con alta participación, mientras en la entidad lo hace por 48.9 por ciento contra 16 por ciento. La votación por Acción Nacional aumenta en 17.4 puntos y por AMLO disminuye en 3.6 puntos en dichas casillas, ampliando la brecha en 21 puntos.
AMLO concluye: "Esas casillas con [aparente] alta votación a favor del PAN fueron prácticamente tomadas por delincuentes electorales que falsificaron los verdaderos resultados". Esta evidencia se complementa con la historia (poco conocida) de los obstáculos del IFE en los distritos para evitar el registro de los representantes de la coalición, afectando su presencia en 25 por ciento de las casillas.
Decía Hegel que la verdad es el todo. Una de las grandes virtudes de este capítulo es que, por su carácter sintético (mira el bosque y no se pierde en los árboles) nos permite ver el todo y, por tanto, la verdad: a toda costa se impidió que un líder independiente de gran carisma, de izquierda, sin compromisos de sangre o económicos con la elite, que había anunciado reiteradamente el fin de los privilegios, llegara a la Presidencia. Desde el post desafuero fracasado hasta la validación de las elecciones por el TEPJF, pasando por la propaganda masiva de Fox, las presiones de éste a gobernadores (y la anuencia de muchos) para apoyar a Calderón, las presiones ilegales de empresarios a sus trabajadores, la guerra sucia, las omisiones y actos ilegales del IFE (como la apertura de paquetes electorales y la manipulación electrónica de la información), facilitando y haciendo el fraude, la alianza de los medios (la televisión comprada con la ley Televisa), todo ello y muchas cosas más que el libro analiza conforman la visión del todo que nos permite ver la verdad: el 2 de julio de 2006 y los meses que le siguieron, hubo un incruento golpe de Estado en México. Por eso el 2 de julio no se olvidará nunca.
AMLO es, sin duda, un hombre feliz: por ello La mafia nos robó la Presidencia finaliza con un fragmento de un poema de Carlos Pellicer lleno de esperanza: algún día se eliminarán el hambre (el maíz será de todos) y la injusticia, y la belleza será de todos: abrirán rosas nuevas, más rosas, todas las que necesitamos.
jbolt@colmex.mx
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