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jueves, marzo 01, 2007

Opinión - Ruben Martín

Adiós a un sexenio opaco

Publico

Ayer terminó el periodo de Francisco Ramírez Acuña como titular del Poder Ejecutivo, el segundo de un político emanado del partido demócrata-cristiano en Jalisco. Es tiempo de hacer un balance de esta gestión. Nunca como en este periodo la clase política profesional jalisciense había estado tan bien. En estos seis años se consolidó una tendencia favorable y ascendente para este grupo profesional que se dedica a la búsqueda y al ejercicio de poder. Mantuvieron salarios altos, crecieron sus prebendas y privilegios, viajaron al extranjero como nunca, cambiaron de autos, se entusiasmaron por la ropa de marca, intentaron a aprender golf, y creció el aparato público. Hubo más de once mil nuevos empleos formales (y varios miles más eventuales) en el aparato público, como consigna el balance sexenal de la Dirección de Pensiones del Estado.

Todo a costillas de los contribuyentes.

Este sexenio fue una época gloriosa para la “burguesía dorada” (como llama Emilio González Márquez al aparato burocrático), pues envió a dos políticos al gobierno federal, a una veintena a puestos de primer nivel en la burocracia, y a través de ellos empezará la colocación de cientos de panistas y políticos arribistas de otros partidos, en las diversas dependencias y delegaciones federales.

Estos espacios públicos serán usados a su vez como plataforma y trampolín para buscar nuevas posiciones de poder. La lucha entre Ramírez Acuña, Alberto Cárdenas y Emilio González por la nominación presidencial del PAN será despiadada. Y Jalisco será el escenario de esa confrontación.

Pero, ¿también para la sociedad jalisciense fue un periodo glorioso? ¿Aumentaron los ingresos para los trabajadores del campo y la ciudad? ¿Las personas que viven de su trabajo ahora tienen más facilidades para comprar una vivienda decente? ¿Ajustan los salarios y otras actividades productivas para que la gente se alimente, tenga vivienda, educación, salud y recreación en recompensa a su esfuerzo?

No. Hay demasiadas evidencias, sobre todo historias personales, que confirman que en Jalisco se vive peor. Por ejemplo, el porcentaje de niños nacidos vivos con bajo peso creció 118 por ciento de 2002 a 2005. Más allá de la escalofriante estadística, el dato revela que hay cada vez más familias que no tienen suficientes recursos para procurar embarazos saludables. Los niños con bajo peso al nacer empiezan su vida con un déficit de oportunidades respecto a los demás.

En este sexenio también aumentó la marginación en los municipios ya de por sí marginados. En Mezquitic, Bolaños o Santa María del Oro tienen diez veces más población analfabeta que en el resto del estado.

En varios aspectos, Jalisco ofrece indicadores mediocres. Si bien sigue siendo la cuarta economía del país, cae a la mitad o más abajo en varios otros rubros: 9° lugar en población con electricidad, 12° en población analfabeta, 16° en grado de escolaridad, 16° en población con derecho a la seguridad social, 14° en ingreso per capita. Además de la pobreza, hay indicios de que la desigualdad ha aumentado en la entidad en los últimos años que se ha aplicado el modelo de economía abierta.

El gobierno que terminó ayer su periodo fue un verdadero desastre. Si bien presume el ritmo ascendente de las exportaciones, en el sexenio de Ramírez Acuña el déficit comercial fue de 18,444 millones de dólares. Lo más preocupante es que no es el déficit comercial, sino de empleos. El modelo económico aplicado por el gobierno estatal es un fracaso en esta materia. En seis años se acumuló un déficit de más de 273 mil empleos. ¿Qué hace la población para sobrevivir? Se va al Norte a trabajar, labora en el comercio informal, aumenta su carga de trabajo o va a la delincuencia. Si no fueran por las remesas, los trabajos e ingresos extras, muchas familias no hubieran sobrevivido.

Por si fuera poco, también se acentuó el ataque a los derechos de propiedad de las comunidades rurales, a las conquistas de los trabajadores, al tiempo que se perseguía y hostigaba a quienes salían a las calles a protestar. Ya se ha dicho lo suficiente en materia de derechos humanos. Este sexenio reprobó en la materia. De modo que el mejor sexenio para la clase política es un verdadero desastre para la mayoría de la población en el estado.

rmartin@publico.com.mx, rmartin@milenio.com

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