Neonatos
Publico
Bienaventurados los nacidos en suelo jalisciense porque de ellos será el reino de la felicidad y la armonía.
Si se piensa bien en la prosperidad, la paz y la tranquilidad espiritual que los legionarios del Yunque han traído a estas benditas tierras, cuna de santos cristeros y hogar de vírgenes milagrosas, hasta los más escépticos abandonarían su incredulidad y correrían jubilosos a afiliarse al único partido capaz de interpretar el halo de misterio que envuelve a los nacidos en este suelo.
Qué suerte. Mientras en una gran parte del mundo y hasta en la propia capital de nuestro país, las ideas gestadas en la diabólica mente del ángel caído penetran envenenando los corazones de quienes tienen la desdicha de habitar en esos lugares, los jaliscienses gozan de una tranquilidad espiritual que sólo los azules gobernantes, electos con abrumadora mayoría entre aleluyas, Te Deums y gritos de júbilo, son capaces de garantizar y preservar.
¿Quién podría negar la pequeñez del nepotismo, la corrupción, el influyentismo, el reparto de bonos, la omisión frente a los asesinatos y las violaciones cometidas por los miembros del partido, si se comparan con el nefando crimen del aborto?
Nadie. Los pecados veniales cometidos en el ejercicio normal del poder son pequeñas debilidades en las que cualquier ser humano puede caer.
Por eso son los otros quienes deben transparentar sus acciones. ¿Cómo se atreven a pedirle transparencia al único partido honesto, al adalid de las virtudes en Jalisco?
Es necesario recordar que el diablo no descansa. Parece increíble que aún exista gente que se detenga en esos pequeños detalles de la transparencia, la violación a los derechos humanos, la impunidad de los encargados de impartir justicia, la reiterada violación a la ley en cada acto de gobierno, cuando por leyes como la de sociedades de convivencia, el ser humano puede perder hasta el alma.
Pensemos en la gravedad del asunto: se tata de una ley que despenalice al aborto sumada a otra que acepte las uniones homosexuales. Por menos de eso Sodoma y Gomorra fueron condenadas a las llamas purificadoras.
Celebremos a esos hombres que nos gobiernan porque saben hacer a un lado, cuando la ocasión lo requiere, los elementales principios de la democracia, invento no menos diabólico, y logran excluir todo pensamiento diferente al surgido de sus pequeños cerebros.
Nadie debe sentirse engañado: nuestros gobernantes no piensan. Son seres iluminados tocados por la gracia divina, defensores de la única familia, de la vida y del Día Estatal del Niño por Nacer.
rcastela@cencar.udg.mx, rcastelan@milenio.com
No hay comentarios.:
Publicar un comentario