O todos coludos o todos rabones
Mural
Recuperar los "espacios públicos que son de todos" y que ilegalmente se privatizan para provecho particular es la estrategia del Alcalde Alfonso Petersen para poner orden y legalidad. Pero la clase de operativos para hacerlos valer ha causado el rechazo general.
A partir de un decreto municipal de noviembre pasado, que prohibe el comercio ambulante en el Centro, se mandó retirar a las vendedoras de las tradicionales papas fritas y a los artesanos de Avenida Chapultepec y de la Plaza Tapatía. Luego fueron tras franeleros y apartalugares. A otros comerciantes informales se les reubicó en un estacionamiento subterráneo.
Ya en la Administración de Petersen, se les negó el permiso para trabajar a los organilleros que pretendían ejercer su oficio de la época porfiriana y se dejó ir con ello un atractivo turístico. Luego se trató de impedir que se instalara en la Plaza de Armas el Tribunal Popular para juzgar a Francisco Ramírez Acuña, pero prevaleció el derecho ciudadano por sobre la absurda represión oficial. Después vino el desalojo violento, y sin previo aviso, de 40 familias purépechas que convivían y comerciaban desde hace 32 años a espaldas del cementerio de San Andrés. Se trató de impedir el concierto sabatino del Tianguis Cultural por primera vez en 11 años. Se decomisó el equipo de sonido a un pastor cristiano que ya no puede predicar. Todo, en el transcurso de una semana. Todo, en el espacio público que es de todos.
El lunes pasado los diversos afectados convergieron en una masiva protesta frente a la Presidencia Municipal y bloquearon por más de cinco horas un carril de Avenida Hidalgo.
Para que "impere el orden y la legalidad" resulta efectista ir contra los ambulantes, indígenas, jóvenes y grupos políticos y religiosos diferentes a la corriente derechista y a la religión católica. Funcionario que se estrena necesita demostrar su poder, y qué cómodo es ejecutarlo sobre los más indefensos. Más que un médico sensible al dolor humano, Petersen la hizo de emulito de Ramírez Acuña. Justificó el desalojo por ser "en beneficio de la sociedad". ¿Cuál beneficio?, si se perjudica al segmento más vulnerable de la población; si para liberar el espacio se les impide trabajar cuando lo que merecen es nuestra solidaridad y asumir plenamente que su extrema pobreza se debe a la incapacidad y corrupción del mismo Gobierno que los expulsa de sus Estados y luego del país.
¿Qué ganó la sociedad con la destrucción de la precaria estructura que cobijaba a esta comunidad, y con aventar al carretón de la basura la mercancía que habían de vender, sus enseres, los uniformes y mochilas de sus hijos? ¡Que los purépechas y su humilde tinglado "ponían en riesgo el orden social y la estabilidad de la zona"! Pero si los primeros en acudir a socorrerlos fueron sus vecinos, quienes los valoran por haber detonado el comercio mueblero en su barrio y por ser gente de bien.
Durante la jornada de protestas del lunes el discurso oficial dio un giro radical; que "las calles están libres para manifestarse", rectificó Petersen. Y a todos los que fueron a reclamar se les atendió debidamente y se llegó a acuerdos.
Si va a imperar el orden y la legalidad ahí están casos de depredación urbana como en la Colonia Country Club, en la que particulares violan la suspensión provisional de una construcción por parte del Tribunal de lo Administrativo del Estado de Jalisco; y el Bosque de los Colomos perdiendo terreno por la voracidad inmobiliaria, sin que haya llegado la Policía a encañonar a nadie con sus pistolas.
Gasolineras junto a escuelas. Y los súpermercados, tiendas y negocios que no cuentan con áreas de carga y descarga o para su basura, deforestando las banquetas que son de todos, convirtiéndolas en estacionamientos de su propiedad, siendo que son éstas algunas de las razones de Petersen para desalojar a los michoacanos del Centro: obstruyen el paso de los peatones, defecan en la calle y por las noches se emborrachan. Un Alcalde debe tener pudor ajeno. Si caminara por las calles alrededor de su oficina sortearía excrementos y vería las fincas inmundas a punto de derrumbarse y lo difícil que es solucionarlo.
Falta le haría salir por las madrugadas y constatar el estado de intoxicación de los jóvenes "bien", que si cometen un delito, como aquellos que causaron la muerte de Néstor Alan García, ahí está papá o alguien en el Gobierno para ayudarlos. Porque lo que en el pobre es borrachera en el rico es diversión ¿verdad? Y que se haga justicia, pero en las mulas de mi compadre.
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