La urgencia por convencer
• Focos rojos bilaterales
• ¿Y el muro?
La base firme de un gobierno, mi estimado, es la justicia. Se cumplieron los 100 días del gobierno de Felipe Calderón y lo más perceptible fue esa curiosa prisa por hacer, cumplir, barnizar y simular cien acciones de gobierno. Calderón tiene prisa, pero prisa por convencer. Dejar atrás ese fantasma de la accidentada y controvertida elección presidencial que sigue estando demasiado presente en el ámbito político y social. La agenda de Los Pinos apresurada, y por momentos acelerada, ha sembrado un distintivo ánimo que no puede ser borrado con una incansable campaña mediática de logros.
Los Operativos whatever no han rendido los frutos prometidos. La violencia y la guerra del narcotráfico continúan azotando las entidades donde las ejecuciones no cesan sino que se extienden a otros estados, y el original señalamiento del michoacano sobre el rol jugado por Estados Unidos, en el contexto de la visita del inquilino de la Casa Blanca, George W. Bush, que pisa hoy suelo mexicano, no parece menguar la percepción doméstica e internacional de que el gobierno federal está rebasado. And perception, my friend, is reality.
El virtual estado de sitio en Mérida, donde hasta han desarmado a la policía local, demuestra un contundente motivo: no hay confianza y plena certidumbre de parte de nuestros inquietos vecinos y esto, sin lugar a dudas, debería ser el gran foco rojo para el presente régimen.
Igualmente, para Washington y sus aliados las delicadas alarmas deberían estar encendidas al hacer un simpático recuento de la extraña gira por algunos países de América Latina emprendida, en el peor del timing político, por el polémico norteamericano. La razón es cada vez más obvia. La figura del presidente venezolano, Hugo Chávez, y su indiscutible liderazgo regional debe ser, según estos traviesos, neutralizado. Y peligrosas estrategias han sido desplegadas.
En este ocurrente y fugaz viaje por Brasil, Uruguay, Colombia, Guatemala y México, Bush parece querer aplicar veladamente el viejo truco de divide y vencerás. Su entretenida y desplegada seducción hacia Luis Inacio Lula Da Silva tiene extrañas huellas de buscar un encantador balance en la región frente al coloso venezolano quien, heredero visible de la política de Fidel Castro, ha puesto a medio mundo mucho más receptivo y... atento, en momentos donde el otrora invencible gobierno norteamericano fracasa en su invasión, perdón, guerra en Irak que ya tiene tintes de haber sumido a esa nación al borde de una guerra civil, amén del repudio internacional y doméstico. Aventura que además arrastró a sus incondicionales aliados, también, al fracaso.
Bush y sus ilustres asesores arman su andanza en Latinoamérica en un intento desesperado (y burdo) por intervenir y comenzar a hacer un control de daños a la atractiva ola desarrollada por Chávez, sin detenerse a meditar que con la pena, pero llegaron tarde. Años de abandono, maltrato y ofensas diplomáticas a raíz de los sucesos de S-11 en toda la región, my friend, no pueden ser reverenciados con un borrón y cuenta nueva.
Y menos viniendo de un hombre que ha demostrado en estos aciagos años su inmensa mediocridad, no sólo en la polémica victoria presidencial que lo encumbró en la Casa Blanca, sino en la adversidad ante el rotundo fracaso de varias de sus políticas domésticas y su enferma sed de venganza y obsesión por un hombre llamado Sadam Husein... y no por el célebre Osama bin Laden.
Bush llega hoy, y dialogará con Felipe Calderón —quien no tiene bono democrático ni solvencia moral en los ojos de sus homólogos latinoamericanos– de innumerables cuestiones bilaterales que los ocupan y preocupan. Lanzar el distintivo discurso con el conocido tonillo de que somos amigos, amigos, amigous, amigous de verdad, será una completa simulación.
El imperioso espaldarazo de Washington tiene fondos en el banco del ánimo calderonista.
Sobre todo cuando lo importante es convencer.
Aunque si de convencer hablamos, my friend, se podría comenzar puntualizando que a los amigos no se les construyen bardas ni ofensivos muros.
gomezalce@aol.com
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