Sus tres ejes de trabajo tuvieron poco o nulo impacto en la vida de las familias

Durante el gobierno de Vicente Fox muchas mujeres rechazaron los beneficios del programa Oportunidades y en su lugar pedían una oportunidad de trabajo. En la imagen, una mujer indígena implora la caridad pública en el centro de Guadalajara acompañada de sus dos hijos Foto: HECTOR JESUS HERNANDEZ
CECILIA DURAN
El Programa Nacional para Mujeres Jefas de Familia, creado por el ex presidente Vicente Fox, cuya finalidad era apoyar a mujeres en pobreza extrema de zonas urbanas marginadas que tienen la responsabilidad de mantener a su familia y que carecen de ingresos fijos o mayores a tres salarios mínimos mensuales, tuvo resultados negativos en Jalisco, asegura Candelaria Ochoa, profesora investigadora titular del Centro de Estudios de Género de la Universidad de Guadalajara (UdeG).
La profesora realizó una investigación que consistió en la revisión del diseño del programa, cómo intervienen los distintos órganos de gobierno y las mujeres beneficiarias. En ese sentido, hizo un balance de las políticas de género del gobierno foxista en particular del Programa y obtuvo como resultado que el discurso de las políticas de género no se tradujo a la transformación de las condiciones de mujeres pobres o de extrema pobreza en las colonias populares.
La aplicación del programa en el estado, concretamente en Zapopan y Tlaquepaque, no fue exitosa porque en el ámbito educativo, afirma Ochoa, no se mejoraron sus niveles de escolarización, en el ámbito laboral jamás las incorporaron al mercado laboral y en los centros de atención infantil que hubo en el caso particular de Jalisco, en Zapopan, fueron de alguna manera una opción pero no de guardería porque los centros carecían de personal, infraestructura y capacitación para atender a niños menores de menores de cuatro años.
“En principio el programa se proponía trabajar con la perspectiva de género y tenía tres ejes de trabajo: mejorar la calidad educativa de las mujeres, capacitarlas para el mundo laboral y ofrecer centros de atención infantil para los hijos de las madres trabajadoras. En realidad, los tres ejes tuvieron muy poco impacto en las condiciones de vida de las mujeres.
“Primero porque son verdaderamente pobres, algunas han vivido la violencia de manera cotidiana. A estas jefas de familia el programa no les ayudó en nada”, dice Ochoa.
“Lo que se planteó mal es que la política de género no va a donde debe de ir, y en ese sentido hay varias dificultades. Una de ellas es que el discurso de género es una especie de moda. Lo más triste es que el discurso de género fue de chiquillos y chiquillas a la lavadora de dos patas.
“Así de espontánea fue su política de género, lo cual es terrible. Entonces se diluye el discurso y los que le diseñaron el discurso no conocían la realidad de las mujeres, quienes nunca participan, nunca intervienen en decir cuáles son sus necesidades y por lo tanto es un programa de arriba hacia abajo, no impacta y los funcionarios que intervienen no tienen la mínima idea, capacitación y sensibilidad de quiénes son las mujeres pobres”.
Ochoa sostiene que la jefatura de familia no es la categoría adecuada a través de la cual se deba intervenir. En cambio sí lo puede la pobreza porque hay mujeres que viven en condiciones extremas de miseria en las colonias de esta ciudad.
“Yo creo se debe hacer un diagnóstico sobre las condiciones en las que viven en cada colonia. Me encontré con mujeres que me decían no querer Oportunidades, es decir, el programa y los 500 pesos, sino que pedían trabajo. Esta sociedad cada vez más inequitativa no ha generado trabajo.
Mientras no vayamos a esas mujeres pobres, cómo viven y lo veamos, las políticas de género quedan en el discurso”, dice.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario