LA FERIA
La Jornada Jalisco
El discurso que pronunció ayer Emilio González Márquez, al igual que un menú (perdónenme esta burda comparación), está integrado por palabras y por conceptos que nos permiten anticipar qué es lo que vendrá a continuación. La pregunta es si la realidad corresponderá a lo anunciado previamente.
Me gustaría que las palabras que pronunció fueran verdaderas porque proponen un gobierno inteligente y consciente de la compleja y difícil realidad que viven los jaliscienses. Cuando las escuché pensé por un momento que tal vez aún es posible recuperar la esperanza. Que quizás la orientación de su gobierno sea distinta y más responsable. Pero, como en un restaurante (discúlpenme de nuevo), habrá que esperar que venga lo anunciado, para saber si corresponde a lo que nos fue ofrecido.
No hay que olvidar que en el equipo de Emilio hay funcionarios que, a priori, pueden calificarse como “duros”, “insensibles”, “negociantes” o “explosivos”. Pero, aún así, el conductor del programa estatal es el propio Emilio y me da la impresión de que el “menú” que leyó ayer ante el Congreso del Estado podría representar de cierto la dirección en la que conducirá su administración.
Para empezar, Emilio reconoció la existencia de dos Jaliscos muy distintos: uno boyante y otro marginado. El simple hecho de reconocer la miseria, la contaminación, el hambre, le permite desde ya a su gobierno enfocar de una manera determinada la solución de los problemas. Emilio no nos dibujó una nueva “Foxilandia”; ni mostró un estado al estilo Beto Cárdenas, “en onde todos, dizque, semos muy trabajadores y machos, tope con lo que tope”. No. Emilio construyó como problema a resolver un Jalisco inmerso en una realidad compleja, con una parte de sus habitantes abandonados; con jaliscienses pobres que requieren acciones oficiales para tener acceso a una vida digna.
Los transcribo como lo dijo: “Junto a jaliscienses (...) exitosos, que atraen inversiones y que muestran el rostro de un Jalisco de primer mundo, conviven marginados, de casas de cartón, con piso de tierra, sin energía eléctrica, y sin agua potable. Junto a jóvenes que han alcanzado grandes logros (...) conviven otros que no han encontrado espacio para seguir con sus estudios; algunos jóvenes tienen qué abandonar sus familias en busca de un trabajo digno, otros se pierden en el esclavizante mundo de las adicciones. Existe el Jalisco de los grandes recursos naturales, de los bosques, ríos y mares, y también el de la contaminación, de la inversión térmica, de la basura, de la deforestación, y de las aguas negras. El Jalisco de universidades de gran calidad, y el de jóvenes y niños, que aún hoy, dejan la escuela, porque no alcanza para el camión”.
Para solucionar un problema es necesario, primero, reconocerlo. Reconocer la miseria, la falta de servicios, los males sociales, las adicciones, la contaminación y la escasez, podría ser un primer paso en la dirección correcta. Emilio concluye en su discurso que “El reto que tenemos (...) es construir un Jalisco más humano, combatiendo las causas que generan tales injusticias”, y resume como líneas de acción prioritarias: a) mejorar la economía de la gente, b) mejorar la seguridad pública, y c) buscar el orden y la claridad ecológica en la ciudad; y en el campo, ofrecer los servicios indispensables. Finalmente, propone una gran alianza para buscar la justicia social.
Naturalmente, se trata de un discurso de comienzo de periodo. Lo integran palabras cautivadoras, conceptos inyectados por el optimismo de un gobernador principiante. Hemos visto ya antes, en varias ocasiones, cómo las ilusiones iniciales se desvanecen con los días, con el peso de la realidad, con la presencia de las presiones de los poderes fácticos (que por cierto están sobre-representados en el gabinete emilista).
Pese a todo, debo confesar que las palabras del nuevo gobernador me interesaron. Sobre todo, me sorprendió el reconocimiento de esa realidad que, como dije, muchos otros panistas, empresarios y hasta jerarcas eclesiásticos se empeñan en negar hasta el cansancio. Démosle pues el beneficio de la duda mientras comienza a actuar. Ya lo dijo Saulo, las obras son las que hablan por las personas.
La nota. Al mencionar a los asistentes distinguidos a su toma de posesión, Emilio se refirió “al gobernador Flavio Romero de Velasco”... luego, como que se quedó callado un par de segundos, reflexionando lo que dijo, y continuó. La errata nos deja dos gobernadores de Jalisco.
Luego de que los diputados panistas del Congreso del Estado anunciaron una auditoría a la Universidad de Guadalajara, el rector Carlos Briseño fue contundente al decir que “de ninguna manera lo permitiremos”. Aseguró que la UdeG está dispuesta a llegar hasta donde sea necesario para evitar el embate de la ultraderecha, que pretende utilizar la auditoría como un pretexto para frenar una corriente de pensamiento social. Por su parte, el coordinador de la bancada panista, Jorge Salinas, se endureció en su posición de reclamo a la revisión de los recursos universitarios. Emilio, por su parte, pintó su raya y dijo que no era el momento para que los diputados adoptaran tal medida. Una muestra de prudencia al inicio del sexenio. Y eso es todo por ahora, nos leemos mañana en esta misma Feria.
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