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viernes, marzo 16, 2007

La Feria

La megabiblioteca, herencia de Fox, hace agua

El discurso megaliberal de Calderón hace agua

Jornada Jalisco

Vicente Fox la inauguró al final de su sexenio con bombo y platillo. Fue la obra “cultural” de su administración. Costó más de mil 300 millones de pesos, así que su realización “se tragó” el presupuesto anual del Conaculta, dejando a los estados sólo migajas. Ahora, a 100 días de comenzado el sexenio de Felipe Calderón, las deficiencias en la construcción de la biblioteca Vasconcelos y, particularmente, las peligrosísimas y numerosas filtraciones de agua que padece, obligaron el día de ayer a anunciar que a partir del domingo se cierra para efectuar las reparaciones necesarias.

Ignacio Padilla, el escritor que ha sido nombrado por Sergio Vela como director de esa mole con capacidad para recibir más de millón y medio de libros, precisó ayer los daños: “se trata de cosas pequeñas y grandes en todas las áreas. En todos los sentidos ubico necesidades de terminación de la obra. Desde ascensores y baños, hasta instalación técnica segura (...); el jardín botánico, (...) y procesos técnicos”. El edificio, como es bien sabido, se terminó con precipitación, porque el presidente Fox, ese dechado de cultura, se empecinó en inaugurar la obra que legaría a las generaciones posteriores.

La cosa es realmente grave, al grado de que peligra el acervo de medio millón de libros que ya se encuentran en ese recinto. En entrevista con los medios, Nacho Padilla explicó ayer lo que a su juicio merece atención inmediata: “Todo el edificio, con su vulnerabilidad ante la cuestión de las aguas. Las fitraciones, las goteras, con todo el riesgo que implica para el usuario, para el personal, para el equipamiento y el acervo. Uno de los grandes problemas es la vulnerabilidad ante los fenómenos meteorológicos”.

Así que, como muchas otras herencias de Fox, la megabiblioteca José Vasconcelos hace agua, y esto, en el caso de libros es gravísimo. Basta con que haya cierto grado de humedad para que las páginas creen hongos y se peguen; basta un poco de humedad para que los libros se tuerzan. Por lo mismo, la biblioteca estará cerrada hasta que se realicen las obras de remodelación y reparación que requiere. De acuerdo con la gravedad que trasluce este hecho, es posible que estemos hablando de un cierre temporal que se prolongue varios meses. Lástima.

El discurso del presidente Felipe Calderón ante empresarios de Consejo Coordinador Empresarial el día de ayer nos deja una vez más la sensación de que nuestro Presidente es un político vacío, acartonado, que recurre constantemente a lugares comunes del discurso neoliberal, sin siquiera matizarlo u otorgarle la solidez de una visión de gobierno consistente. No, nada de eso. Si lo comparamos con las palabras que pronunció el gobernador jalisciense Emilio González Márquez ante empresarios el martes pasado, entonces podremos entender la vacuidad de las palabras de Calderón.

Para el Presidente no hay pobres. Los trabajadores son “mano de obra” a la que “hay que capacitar” y ése es el gran reto de los negociantes. Por favor. Para Calderón el país debe ser “ganador” en la competencia internacional y, para ello, requiere mejorar el nivel de los trabajadores e inculcarles “valores”. ¿Qué valores van a poder inculcar en ellos los señores de las empresas que llegan a obtener (Slim es la pruba) 19 mil millones de dólares de utilidades en un año, cuando unos 10 millones de trabajadores mexicanos viven con menos de 20 pesos diarios? Se trata, pues, de hacer demagogia. De decir nada. De mantener una estructura formal sin permitirse siquiera una palabra que pueda generar una visión nueva del país. Nada que ofenda a los señores del dinero.

Y la verdad sea dicha, qué diferente el discurso de Emilio. Un discurso en el que exigió a los empresarios invertir aquí las millonadas que ganan aquí, mejorar los salarios de los trabajadores y buscar, una vez más, la justicia social.

Y no es todo. Ayer por la tarde, cuando el Presidente celebró con una ceremonia en Palacio Nacional los logros de su gobierno, luego de 100 días de actividades, dijo cosas como: “más allá de las diferencias, todos somos mexicanos, tenemos una historia de esfuerzos y logros compartidos, un futuro de retos y responsabilidades” (¡bingo!). Naturalmente, cuando palabras como éstas no vienen acompañadas de los actos consecuentes, pertenecen al campo llano de la demagogia. Cuando palabras como éstas acompañan actitudes como las de Felipe Calderón, sólo podemos encontrarlas vacías.

Calderón destacó, en el mismo acto, el logro de la tranquilidad actual, como si fuera un logro suyo y no una consecuencia de la incapacidad de la oposición para replantear su papel. El país es muy distinto al de hace tres meses, dijo. Y tiene razón; a la agitación poselectoral sucedió una especie de calma chicha que, sin embargo, no significa de ninguna manera un horizonte cierto y promisorio. También destacó con énfasis la lucha contra el narco y afirmó que, tras los operativos, hay menos ejecuciones en Guerrero, Michoacán y otros estados. Tal vez, pero para su mala suerte, el fin de semana asesinaron a ocho personas en Michoacán, mientras que entre martes y miércoles “ajusticiaron” a 19 y el día de ayer mataron a otras 17. Así que, parece demasiado pronto para cualquier acto celebratorio. ¿No les parece así a mis lectores? Y eso es todo por ahora, nos leemos el lunes en esta misma Feria y, entretanto, que pase un feliz fin de semana.

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