CARLOS GONZÁLEZ GARCÍA
Los pasados días 10 y 11 de marzo tuvo lugar la decimonovena reunión del Congreso Nacional Indígena en la región Centro-pacífico del país. Dicha asamblea se realizó en la comunidad nahua de Tuxpan y contó con la participación amplia y representativa de doce pueblos indígenas correspondientes a nueve estados de la república.
Sobre todo resaltó la copiosa participación de viejos y nuevos representantes de los pueblos wixárika (huichol) del norte del estado y nahua del sur de la entidad. A contrapelo de quienes suponen que el movimiento indígena de Jalisco ya no existe o que se reduce exclusivamente a las impopulares y fantasmagóricas “dirigencias” indígenas que actúan en el espacio público sobre la base de una falsa representatividad, la pasada reunión exhibió un renovado movimiento indígena que persiste en sus demandas históricas a la par que hace la crítica profunda de las causas estructurales que han provocado la pobreza, explotación y falta de reconocimiento de los pueblos originarios del estado y del país.
De este modo, los pueblos indios de Jalisco aprovecharon el cónclave regional para refrendar un pacto que viene de varios años atrás y que, esperamos, próximamente dará nuevos frutos que fortalezcan su lucha en el nivel local, estatal y nacional.
No está por demás decir que los más de 100 delegados correspondientes a los pueblos indígenas de Jalisco, presentes en la reunión, reiteraron su tajante rechazo a la ley indígena recientemente aprobada en la entidad, así como a la inmisericorde explotación que actualmente viven los trabajadores del campo y a los infrenables procesos de despojo que cotidianamente desata el gran capital en contra de los territorios y los saberes tradicionales indígenas.
No debe resultarnos casual que en la asamblea de Tuxpan se hayan efectuado la descripción y la denuncia minuciosas de los más novedosos mecanismos de saqueo capitalista, aquéllos que buscan la apropiación definitiva de los saberes ancestrales indígenas a través de los mecanismos de propiedad intelectual legalizados en meses anteriores por el Congreso de la Unión.
Y decimos que no es casual lo anterior porque Tuxpan, una de las comunidades con mayor identidad cultural y acumulación de saberes ancestrales de todo el occidente mexicano, tal como está reconocido en etnografías tan viejas y tan prestigiadas como la que Karl Lumholtz realizó hace más de un siglo en la sierra huichol, la sierra tarahumara , Cherán y la propia Tuxpan, está siendo ya víctima de la piratería y las patentes “culturales”.
La Declaración de Tuxpan, segundo documento que el CNI emite en la referida localidad, después de que suscribiera un primer Pronunciamiento Indígena de Tuxpan el día 29 de septiembre de 2001, recoge los puntos esenciales que se discutieron en la asamblea del pasado fin de semana, mismos que resultan cruciales para el futuro desarrollo del movimiento indígena en la entidad y en el país, pues, dicho documento desde un principio establece que “las grandes empresas han tomado ya el gobierno de este país y han intensificado el ataque frontal a las comunidades con un claro objetivo de exterminio de nuestros pueblos, apoyándose en organismos financieros internacionales, así como en programas y leyes que legalizan su terrorismo de Estado”.
A tono con otros acontecimientos centrales del movimiento indígena nacional los participantes en la reunión de Tuxpan acordaron convocar “a todos los pueblos, naciones, tribus, colectivos y organizaciones que integran el Congreso Nacional Indígena a participar en los campamentos de paz –en defensa del derecho a la existencia de los pueblos cucapá, quilihua y tzotzil– que se desarrollarán en los meses de febrero a mayo en la comunidad indígena de El Mayor en territorio cucapá, Baja California (…) y en el poblado de Huitepec Ocotal (segunda sección), en territorio del pueblo tzotzil, en las cercanías de la ciudad de San Cristóbal de las Casas, Chiapas”.
La declaración concluye con una contundente sentencia: “El sistema político actual nos ha dado la espalda y ya no es opción para nuestros pueblos, por lo que seguiremos trabajando desde abajo y a través de nuestros modos y formas propias de organización”.
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