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viernes, marzo 16, 2007

15 minutos+6 años+100 días y los derechos indígenas siguen igual

JORGE ROCHA*

Jornada Jalisco

Las violaciones a los derechos de los pueblos indígenas continúan a pesar de que hace 13 años el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) puso en la escena política las múltiples violaciones a los derechos humanos y la situación de extrema pobreza en la que vive la décima parte de la población mexicana: los indígenas.

Los hechos recientes en Jalisco y México nos demuestran una vez más que el tema de los derechos de los pueblos indígenas sigue siendo parte de la agenda pública de este país, a pesar de que grupos gubernamentales y empresariales intenten invisibilizarlo y no darle su debida importancia y peso.

En el momento actual son varios y profundos los problemas sociales que no permiten la vigencia de estos derechos, algunos de los más importantes son:

1. La legislación aprobada en México en esta materia no ha resuelto prácticamente en nada la situación de los pueblos indígenas, incluso dichas leyes han sido objeto de rechazo por parte de los propios pueblos, al considerar que no recogieron el espíritu de los Acuerdos de San Andrés Larráinzar. El principal punto de conflicto, tanto en la ley federal como en la recién aprobada ley estatal, es que los pueblos indígenas no son considerados sujetos de derechos, es decir, no se les atribuyen las capacidades legales necesarias para conducirse como pueblos autónomos. Además, en ambas legislaciones no se tomó en cuenta el parecer de los indígenas. En pocas palabras, se les sigue viendo como “menores de edad” y como una expresión “folklórica” de la cultura.

2. Otro de los problemas que con preocupación va creciendo es la disputa por recursos naturales. La gran mayoría de los pueblos indígenas en México y Jalisco están asentados en territorios que tienen buena parte de los recursos naturales estratégicos que requiere la economía global para su funcionamiento. La razón de esta coincidencia es sencilla, y tiene que ver con que las formas de producción de estos pueblos suelen ser ambientalmente más sustentables. Las grandes empresas, sobre todo las trasnacionales, han encaminado sus ojos y sus esfuerzos a tomar control de facto de ciertos recursos: agua, zonas de biodiversidad, bosques, minerales y combustibles fósiles (petróleo y gas natural). Los conflictos alrededor de estos intereses se van acrecentando y provocando violaciones a los derechos humanos de los pueblos indígenas. Como ejemplo basta citar el caso de La Parota, en Guerrero, donde se pretende construir un gran proyecto hidroeléctrico en zonas indígenas; o en Jalisco, en la Sierra de Manantlán, donde la explotación de la minera de Peña Colorada ha sido fuente de violaciones a los derechos de los pueblos asentados en esa zona.

3. El tercer gran problema está ligado con las formas de organización autónoma y de reproducción de la cultura indígena. Entes de gobierno y ciertos sectores de derecha en México ven como un peligro que los pueblos indígenas mantengan o vayan creando formas de organización social, que pueden representar procesos visionarios de nuevas maneras de hacer política, de formas novedosas y más radicales de vivir la democracia, de procesos reales de autonomía. Un ejemplo son los marcos normativos. Pueblos indígenas de Chiapas han desarrollado sistemas de justicia que tienen su acento en la reparación del daño y no en el castigo al culpable, o la implementación de sistemas de jueces que son mediadores en los conflictos comunitarios con un nivel de eficacia muy alto. A pesar de estas luces civilizatorias, grupos del gobierno y la derecha se empeñan en frenar y deslegitimar estos procesos sociales, acusándolos de balcanización e incluso sugiriendo que caen en conductas ilegales. En esta misma línea, las grandes televisoras vieron como un peligro para sus intereses comerciales y de expansión la multiplicación de radios comunitarias en pueblos indígenas.

4. En el pasado encuentro del Congreso Nacional Indígena, celebrado en Tuxpan, Jalisco, se confirmó que uno de los problemas por el que atraviesan varios pueblos indígenas, sobre todo los que han optado por luchar por la vigencia de sus derechos, es la militarización de sus regiones. Como apareció en La Jornada Jalisco (13 de marzo), los indígenas evidenciaron que los cuerpos militares se van asentando en sus comunidades provocando diversos problemas sociales, a saber: despojo de sus pertenencias, incremento del alcoholismo, división de la comunidad, clima de miedo, aparición de la prostitución y, como vimos hace unos días, hasta violaciones de mujeres. Este patrón de actuación por parte del gobierno federal apareció desde 1994, con el levantamiento zapatista como una estrategia de guerra contrainsurgente o de baja intensidad, ésta se mantiene en Chiapas, pero va extendiéndose a otras regiones indígenas. El efecto más nocivo de estas intervenciones es la ruptura del tejido social y la aparición de problemas “nuevos” en las comunidades que no se saben procesar.

5. La migración interna de jornaleros agrícolas indígenas del sureste del país al Bajío y el noroeste de México se ha convertido en un problema social de amplia envergadura, ya que se incrementa en número y es origen de múltiples violaciones a los derechos humanos. En este tema resalta el caso de la Montaña de Guerrero, que anualmente expulsa a 50 mil indígenas a los campos de hortalizas del noroeste de México. Todos ellos en condiciones laborales sumamente precarias, donde se permite el trabajo infantil y se pagan salarios de miseria. Esta situación fue objeto de un fuerte pronunciamiento por parte de Jorge Bustamante, el relator especial de Migración de la ONU, dirigido al gobierno mexicano por su olvido y negligencia ante esta situación.

En las campañas de Felipe Calderón y Emilio González Márquez el tema indígena no estuvo presente y, en el mejor de los casos, se le toma sólo como un problema de pobreza, pero se niega e invisibiliza la demanda en torno a los derechos de los pueblos. Las acciones hasta ahora no están claras y no se vislumbra como una prioridad de estos gobiernos… ¿Dejarán que la cuerda vuelva a reventarse? Ojalá que no, pero por lo pronto seguimos esperando.

*Académico del ITESO

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