Hacia una revolución republicana en México
Silvia Palacios - 27/09/06
El gran movimiento que encabeza en México, Andrés Manuel López Obrador puede ser el primer gran campo de batalla de la “revolución republicana” que el mundo tanto necesita para revertir el histórico déficit de justicia social ahondado con la globalización financiera. Esa “revolución republicana”, todavía sin nombre, deberá basarse, primero en la consolidación del principio de Bien Común o bienestar general, como rector de las políticas públicas económicas y sociales, por otro lado, en la formación de una masa crítica de una ciudadanía conciente de sus responsabilidades individuales y personales en la vida pública de su Patria, con una clase política imbuida de los mismos propósitos y principios.
El sábado 16 de septiembre fue un día histórico para el país, no obstante que los principales medios televisivos decidieron no mencionar palabra alguna sobre el evento. Por la tarde, después del tradicional desfile militar del Día de la Independencia, ni la lluvia torrencial impidió que más de un millón de personas, delegados registrados para la Convención Nacional Democrática (CND) volvieran a llenar el Zócalo de la ciudad de México, para rechazar la imposición de Felipe Calderón nombrado Presidente de la República, pese a recaer en su contra evidencias de un monumental fraude electoral en las elecciones del pasado 2 de julio. Tras designar a López Obrador como “presidente legitimo” de México, los convencionistas acordaron un programa de acciones para mantener viva la resistencia civil pacifica a la “usurpación”, que incluye la organización de un plebiscito para realizar una asamblea constituyente.
Determinados a repudiar la “república simulada” y a fundar una “nueva república” dedicada a la promoción del “bienestar, la felicidad y a la cultura de todos los mexicanos”, como lo afirmó López Obrador, los delegados acordaron dos fechas altamente simbólicas para los siguientes pasos: la toma de posesión de López Obrador el 20 de noviembre, aniversario de la Revolución Mexicana (diez días antes de la toma de posesión de Calderón); y la fecha de una siguiente convención, el 21 de marzo del 2007, aniversario del natalicio de Benito Juárez.
Igualmente, se acordó la creación de un Frente Amplio Progresista, integrado por los partidos que constituyeron la coalición Por el Bien de Todos, de la que López Obrador fue candidato presidencial, que incluye a sus representantes en los poderes legislativos federal y estatales, presidentes municipales, organizaciones sociales y ciudadanos que quieran incorporarse al movimiento.
La presidencia de López Obrador tendrá un carácter itinerante, un “gobierno paralelo”. Si logra coordinar sus acciones con el ala política del Frente Amplio, principalmente en el Congreso, determinará una efectiva dualidad de poderes en el país, en la que cualquier decisión de Felipe Calderón tendrá necesariamente que tomar en cuenta las propuestas y oposición, en su caso, de tal Frente.
El programa de la resistencia civil, abarca otras acciones, como la creación de una red electrónica de comunicaciones, protestas pacificas contra Felipe Calderón “donde se presente el usurpador”, y el boicot a los productos y servicios de empresas que ilegalmente financiaron su campaña, como la Coca-Cola, Wal-Mart, Kimberly Clark, Banamex y otras.
En un artículo publicado en el periódico El Universal, el 18 de septiembre, el ex coordinador político de la campaña de la coalición y uno de los dirigentes del Frente Amplio, Manuel Camacho Solís, resumió el sentimiento generalizado de los presentes en el gran evento:
“Quien haya estado presente en el zócalo sabe que algo profundo estaba corriendo entre quienes mantuvieron una máxima atención, no obstante el aguacero, los problemas que tuvo el sonido y la larga espera que los llevó a mantenerse de pie cuando menos ocho horas.
“Quienes ahí estaban son ciudadanos decididos a seguir a AMLO.
“La CND se salió de la trampa de enfrentarse a todas las instituciones y al orden constitucional. Se ha definido en oposición al régimen de privilegios y no en desconocimiento de la Constitución y de las instituciones. Ha definido un objetivo estratégico que significa una salida al movimiento y que puede representar una salida política para la nación. El objetivo es crear una cuarta república.
“Es decir, un nuevo régimen político. No se busca para ello ir a un nuevo constituyente, sino a un proceso constitucional. No se busca una nueva Constitución, sino una nueva constitucionalidad.
En su discurso, López Obrador, mostró nuevamente su conciencia del momento histórico:
“Creen acaso que el presidente que impusieron les va a significar tranquilidad y normalidad política, creen acaso que ahora sí nada les impedirá quedarse con el gas, la industria eléctrica y el petróleo, creen acaso que seguirán impunemente haciendo sus jugosos negocios al amparo del poder público y disfrutando de sus privilegios fiscales, creen acaso que van a seguir sobajando al pueblo de México, se equivocan, no pasarán. Se equivocan porque afortunadamente, hoy existe en nuestro país una voluntad colectiva dispuesta a impedirlo y porque millones de mexicanos no queremos que el poder del dinero suplante al poder público que debe ser el verdadero poder político; por todas estas razones, esta convención de conformidad con el artículo 39 de la Constitución vigente, ha decidido romper con ellos, recuperar nuestra soberanía y emprender el camino para la construcción de una nueva República.
“Cómo imaginamos a la nueva república. La nueva república tiene como objetivo superior promover el bienestar, la felicidad y la cultura de todos los mexicanos, aspiramos a una sociedad verdaderamente justa, elevada sobre el avance de la democracia y la defensa de la soberanía nacional, los intereses eternos con todos los sectores de buena voluntad pero vamos a persuadir y convencer que por el bien de todos primero los pobres.
Promoveremos que se eleve a rango constitucional el estado de bienestar para garantizar efectivamente el derecho a la alimentación, al trabajo, la salud, la seguridad social, la educación y la vivienda.
“El régimen político de ellos se agotó, en cambio desde nuestro punto de vista la presidencia, esta presidencia simboliza las esperanzas, los esfuerzos y el anhelo de justicia social del pueblo de México."
Y en una magistral conclusión, López Obrador definió cómo concibe su papel:
“Además, el encargo de presidente de México se me confiere en el marco de un movimiento empeñado en transformar las instituciones y reformar la República, es decir, aclarar el sentido de la vida política, hoy tan enturbiado. La presidencia de una democracia genuina, que es la interpretación justa y cotidiana de los sentimientos, de los deseos del pueblo, de la gente y de la comunidad, es obvio que acepto este honroso cargo, no por ostentación o por ambición al poder, lo asumo incluso a sabiendas de que también por esto voy a ser atacado pero lo hago con sentido de que así voy a seguir, lo hago convencido de que así voy a seguir junto con otros muchos mexicanos, mujeres y hombres como ustedes en las transformaciones del país por nosotros y por las nuevas generaciones por los que vienen detrás, por nuestros hijos que podamos verlos de frente y que no nos reclamen porque en estos momentos de definición supimos estar a la altura
de las circunstancias”.
Casi un siglo después, los mexicanos protagonizan una nueva revolución, esta vez pacífica y sus potenciales consecuencias podían ser más universales que la primera.
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