Páginas

::::

domingo, octubre 14, 2007

Opinión - Jorge Gomez Naredo

Organización y apatía sociales en Jalisco

La Jornada Jalisco

En días pasados, en varios periódicos locales, en especial en La Jornada Jalisco, se ha discutido la degeneración de la clase política jalisciense entendida no como un proceso que solamente muestra la venalidad de los integrantes de una elite, sino como un mal producido por el mismo sistema económico, electoral, partidista y de gobierno.

Rubén Martín, Rafael Sandoval y Jorge Rocha han analizado, desde diferentes perspectivas y tocando diversos temas, la degeneración de la clase política no como excepción o desviación de un grupo limitado y focalizado de funcionarios públicos, sino como un síndrome del sistema político actual. Es decir, el Estado y sus representantes, como los encargados de mantener la reproducción del capital (el establecimiento y cuidado del capitalismo) y el dominio a las clases subalternas. Este tema da para muchas y profundas reflexiones, no cabe duda. Sin embargo, una cuestión que debe tomarse en cuenta es cómo se explica todo lo que sucede a nuestro alrededor a través de esta concepción, es decir, ¿cómo entender la corrupción en Tonalá, en Zapopan, en el estado de Jalisco, basándonos en esta interpretación?, y también, ¿cuáles son las medidas que se deben emprender para que esto no siga sucediendo, para que un día no existan en México y en Jalisco tantas injusticias, tanta desigualdad?

La organización de la sociedad debe analizarse, pero no se debe partir de la idealización de una ciudadanía como algo dado y perfecto. Es decir, no podemos pensar en la sociedad organizada (y menos en Guadalajara) como algo idílico, que se mueve, que va. El sistema político neoliberal implica que la sociedad esté desmovilizada y despolitizada, que no se relacione con lo que pasa; con ello se atrofian los sentimientos de solidaridad y se apela a la repartición del ingreso a través de organizaciones de beneficencia pública (la iniciativa privada). El Estado, subyugado por los grandes capitalistas, pierde su primacía o hegemonía respecto al capital y queda restringido a lo más mínimo en lo relativo a seguridad social, redistribución, etcétera: el mercado es el Dios.

A partir de esto, debemos plantearnos conflictos en específico y explicarlos. Por ejemplo: el viaducto López Mateos. De un día para otro, la Secretaría de Vialidad y Transportes decidió, para solaz de los automovilistas, que una avenida debía convertirse en una vía rápida, sin semáforos ni pasos para peatones. Quienes son beneficiados de esta “inteligente” medida son los automovilistas de zonas residenciales. Es decir, los que se transportan de una colonia popis a otra colonia popis, de una casa popis a una universidad popis. El peatón queda relegado y marginado. El auto, símbolo de la industrialización (una industrialización, debe decirse, de mediados de siglo pasado), es manejado por las autoridades como elemento de mayor primacía para la movilidad urbana. El transporte público y el no motorizado no son vistos por las autoridades como soluciones, porque a dichas autoridades, que representan a un estado clasista y discriminador, no les interesa la población que no se transporta en automóvil, es decir, la inmensa mayoría en esta ciudad.

¿Cuál ha sido la respuesta de la sociedad organizada?, ¿cuántos se han manifestado? Pocos. Todo ello porque en principio no hay una organización cotidiana y porque la solidaridad no es una constante en la sociedad tapatía. Lo mismo hemos visto en Tonalá: ¿cuántas manifestaciones, condenas públicas u otras estrategias de lucha ha tenido la sociedad tonalteca y jalisciense para con los graves casos de corrupción del alcalde y sus allegados, del PAN? Nada, silencio.

¿Qué está pasando entonces? No podemos apelar a la movilización proletaria que derrocará rápidamente al capitalismo e instaurará un régimen justo aquí y ahora. Las condiciones, si no están dadas, no se darán en este momento. Pero tampoco podemos dejar de luchar por conquistar una de las migajas que el capitalismo dice dar: la democracia participativa. Atilio Boron, filósofo y sociólogo argentino, arguye en su libro Estado, capitalismo y democracia en América Latina: “un análisis incorrecto suele conducir a una derrota en el campo popular; una evaluación precisa y acertada es una condición necesaria para su eventual victoria”. No podemos mentirnos y creer que las grandes movilizaciones del proletariado y de la sociedad civil organizada jaliscienses vencerán rápidamente, pues en realidad son pocas, reducidas y desperdigadas. Tenemos que comenzar a pensar por qué, cómo, y bajo qué medidas estratégicas de discurso (como sería la Gran Alianza por Jalisco, que es en realidad una junta de unos pocos para decidir lo que no se llevará a cabo) el gobierno pretende desmovilizar y mantener a la mayoría de la sociedad acallada, sin sentimientos de solidaridad y sin intenciones de cambiar las cosas. ¿Cómo se da este proceso?, es una de las preguntas que, sin duda, debe plantearse y tratar de corregir sus consecuencias, porque si no, ¿qué podemos esperar de un Jalisco tan apático socialmente?

jorge_naredo@yahoo.com


::Democracia Ya, Patria Para Todos. Apoyando al Peje en 2007::

No hay comentarios.:

radioamloTV