El 68 a los libros de texto
Publico
Entre los logros del 68 mexicano sigue faltando uno primordial: la incorporación justa del Movimiento estudiantil a los libros de texto; no como el registro vago y rápido de hoy, sino como el fenómeno decisivo que fue y sigue siendo. La indagación judicial carece de la voluntad de los tres poderes que le dé sentido a las pruebas, y lo ocurrido en unas cuantas semanas, así sea de modo esquemático, está ya registrado en la conciencia pública, y esto obliga a incorporarlo a los programas de la educación primaria y secundaria. No tiene sentido alguno excluir los hechos que, según consenso y por su poder de síntesis, integran el fenómeno más significativo del país en la segunda mitad del siglo XX. Al no puntualizarse en los libros de texto El 68, (la resistencia al autoritarismo, la condición pacífica del movimiento, la alegría previa a Tlatelolco, la conquista de la ciudad, la tragedia...) se escamotea el suceso definitorio de la búsqueda de la democracia.
Fuera de la reconstrucción precisa del 2 de octubre con la intervención del Ejército y el Estado Mayor Presidencial, el retrato ya está: la movilización estudiantil por los derechos humanos y civiles, la represión furibunda ordenada por el presidente Gustavo Díaz Ordaz y su gente cercana (Luis Echeverría en primer lugar), la abyección del PRI, del Poder Legislativo (con unas cuantas excepciones tímidas), del Poder Judicial (completito), de la prensa (con excepciones), la radio, la televisión (todavía no los medios), de las Fuerzas Vivas (término que equivaldría a la contra-sociedad civil). No se excluye del panorama la complicidad del gobierno estadunidense y de la mayoría de los dirigentes eclesiásticos (salvo un puñado de jesuitas), y la inercia de la sociedad.
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Al relato lo complementa una lista mínima de rasgos del Movimiento estudiantil, a partir del 26 de julio y, de otro modo, a partir del 2 de octubre: —El protagonismo irrebatible que por más de dos meses se vuelve el tema y la presencia centrales de lo social y lo político en la Ciudad de México. —La forja de la actitud (el comportamiento ante la irracionalidad del poder) que cristaliza en las mitologías y las realidades de la Generación del 68. Entre los elementos definitorios se hallan el espíritu a fin de cuentas romántico, el antiautoritarismo, el habla revolucionaria más bien superficial, y la lealtad a la causa (algo en ese momento más bien desconocido). —El gran estímulo a la lucha personal y colectiva por los derechos que en sus grandes momentos merece el calificativo de épica. —El aporte de consideraciones morales y éticas a la sociedad, hasta ese momento aletargada o sojuzgada por el oportunismo y el cinismo. —La producción de un liderazgo que por serlo paga su cuota de encarcelamientos, represiones, incluso procesos autodestructivos. —El arrasamiento de la mitología que hacía de cada gobierno el sucesor legítimo de la revolución mexicana.
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Lo distintivo del 68 en la memoria histórica son las imágenes de su gran leyenda: estudiantes en las calles, la “V” de la victoria como el símbolo que uno exorciza a la represión, la multitud en la Plaza de las Tres Culturas, los soldados, la gente que huye, los presos... No se olvida el 2 de octubre, pero se difuminan sus causas y consecuencias. Por eso, Gilberto Guevara Niebla en el libro La libertad nunca se olvida (Cal y Arena, 2004), examina la composición de la dirigencia del Consejo Nacional de Huelga, las sesiones, el ritmo de los acontecimientos en las marchas, las represiones y las negativas gubernamentales al diálogo. Todo, antes del 2 de octubre.
“Dáme la C, dáme la N,
dáme la H”
En las últimas décadas, el PAN se ha exceptuado del debate sobre los significados del 68, conformándose con repetir obituarios dulzones, y el PRI, como si no le bastara su presente, habla ¡en 2007! contra el linchamiento histórico, con lo que el acontecimiento queda en manos de la izquierda, de intención conmemorativa, pero escasamente interpretativa. ¿Por qué, en lo fundamental, quedan las conclusiones a cargo de la acumulación de los testimonios y las pruebas (los muertos, los heridos, los presos)? ¿Por qué el PRI no ha salido de la teoría de la conspiración? ¿Por qué el PAN, capaz de algunos gestos decorosos en 1968, se despreocupa por entero del movimiento, al que le aplica la lógica de la Guerra Fría?
“¿Qué fue y qué sigue siendo el 68 y por qué afectó tan profundamente tantas vidas?”, se pregunta Guevara.
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El CNH surge en agosto de 1968, y es el resultado de las iniciativas brillantes de un puñado de líderes y cientos de activistas. El grupo se divide y se unifica más de lo que se piensa, y es sectario, aunque nunca tanto como su enemigo Díaz Ordaz.
Posdata. No obstante su condición de fenómeno capitalino, el 68 es un acontecimiento nacional que produce una de las pocas “generaciones históricas” del país en el siglo XX.
El segundo resumen es muy tajante, y algo o bastante injusto con las múltiples consecuencia positivas del 68, por ejemplo, introducir con otros términos la defensa de los derechos humanos, y de construir el autoritarismo gubernamental, la represión, el desprecio por las leyes y la banalidad grotesca del poder, conocimientos que si no son más benéficos es por la falta de poder social ante el autoritarismo político. Guevara recapitula:
...El movimiento estudiantil había alentado la libertad y la democracia, pero la manera brutal en que se le aplastó en Tlatelolco no sólo trajo consigo el terror, el miedo y la confusión: también produjo en los jóvenes una decepción profunda respecto a las instituciones democráticas, fomentó el desinterés en la política y promovió actitudes nihilistas y revolucionarias.
En La libertad nunca se olvida, Guevara traza una bitácora del CNH, razonablemente objetiva. Sin exaltaciones líricas de por medio, el relato nos acerca a los jóvenes que, sin proponérselo, integran de golpe una generación, una actitud, la dirección de un movimiento de masas, la oposición al gobierno, la fe en los recursos de la movilización.
Guevara describe el CNH: las dificultades crecían porque los miembros no eran personas ya formadas, sino adolescentes en su mayoría, todos en proceso de construir su personalidad, contaban con poca información general (sobre la política y vida) y se consideraban “líderes políticos”.
El 8 de agosto emergen los radicales. Al reconstruir la querella, Guevara localiza el punto culminante:
...el estilo político de los extremistas de izquierda jugó un papel decisivo en el envenenamiento del ambiente dentro de la asamblea: sus actitudes despectivas, su tendencia a juzgar a los politécnicos como “ideológicamente atrasados”, su desprecio por la racionalidad y la legalidad, etcétera, contribuyó a sembrar odio y animadversión entre las delegaciones del CNH.
Inevitablemente, Guevara da una versión conjunta del pasado y del presente. Entonces como ahora, la izquierda sectaria (con la ayuda no siempre ocasional de la corrupción y la infiltración política) contribuye a destruir un buen número de movimientos y posibilidades. Exige el desafío frontal, se encrespa, provoca, descalifica a granel... y cuando se destruye o se aísla el movimiento, se traslada a la causa siguiente, con el repertorio intacto de vocablos exterminadores y la furia de siglos resuelta y disuelta en el volumen de voz (la ideología requerida).
El 27 de agosto, luego de una marcha, el representante del IPN, Sócrates Campos Lemus, lanza un discurso que en su paroxismo convoca al presidente de la república a dialogar con los estudiantes. La provocación extenúa y —lo más probable— lleva a Díaz Ordaz, ofendido en su noción elemental del poder, a planear el castigo.
Guevara alaba el temperamento intrépido de aquellos activistas y critica la cerrazón de los extremistas. Díaz Ordaz y los suyos, en primer lugar Luis Echeverría, desgarran las vestiduras ajenas con “la traición a México” de los huelguistas, su apego a “los filósofos de la destrucción”, su ingratitud para con el régimen de la revolución mexicana. Las disensiones y los pleitos que Guevara reconstruye, son utilísimos para entender el paisaje histórico, pero no cuentan demasiado en las semanas de esplendor y drama ni deciden la represión.
::Democracia Ya, Patria Para Todos. Apoyando al Peje en 2007::
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