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viernes, octubre 19, 2007

Opinión.- Germán Robles

Cuarta República
Germán Robles
19 de octubre de 2007


“Placazo”: ¿despertar de la apatía?


¿Quién en su sano juicio podría estar en desacuerdo con la celebración de una justa panamericana en su ciudad natal o de residencia; de sus beneficios económicos y derrama financiera, de que el gobierno cobre nuevos impuestos para armar una infraestructura en beneficio de la sociedad, manifestada en una mejor calidad de vida y empleos?

Nadie, casi nadie, pero quién crea que en México y en una sociedad como la jalisciense pueden ocurrir estos buenos propósitos, o no nos conoce o está hablando de otro planeta. Más que motivo de celebración, tal como van las cosas, el pretexto de los próximos juegos panamericanos parecería más bien motivo de repulsión e insulto.

La sociedad está jodida, desesperada, sin empleo y su economía familiar es por demás precaria; encima del gasolinazo -promovido por el señor “legal” y aprobado por la alianza “PRIAN”- el gobierno panista de Jalisco pretende re -emplacar automotores con láminas de estúpido y sesgado diseño, feas, caras y de mala calidad, con una “vida útil” según la -sacro norma oficial federal- de tres años. Todo según Emilio González para construir “obra pública e infraestructura panamericana, que generará empleos para los jaliscienses” El mismo estribillo falaz de utilería para revestir una evidente engañifa. Si para eso trajeron los panamericanos a Guadalajara, mejor devuélvanlos, mándenlos al diablo.

Si los costosos, e improductivos viajes frecuentes al extranjero de nuestra élite política cuestan, si el tren de vida que llevan nuestros estupendos políticos jaliscienses también, y mucho; mantener sus caprichos concupiscentes y estatus aún más ¿y cómo sostenerlos y aumentarlos? muy fácil, con las espaldas de la ciudadanía. El 80 por cien de la recaudación fiscal, -así sean por reemplacamiento, refrendo o tenencia, etc.- van a parar al gasto corriente, es decir a los bolsillos de los malos gobernantes, el resto se invierte en “infraestructura pública”, la que si acaso va en beneficio del equipamiento urbano y de los sectores pudientes para quienes trabajan realmente los impuestos, ¿y las migajas? Se reparten en eso que le llaman empleos, claro, paga tus impuestos y te empleamos de albañil, por lo demás jódete. Bonito pacto social y hacendario ¿no le parece?

No, el discurso de los beneficios económicos para la sociedad -por la justa deportiva del 2011- y la justificación para aumentar impuestos y reemplacar autos no es creíble ni convincente. Si Emilio González y comparsas no son niños de pecho, no son tontos ni tragan lumbre, en su horizonte no está más que el impulso de la carrera presidencial con la camiseta azul y el enriquecimiento vía jineteo de recursos cuya fuente es el erario público, para financiar campañas y todos los motivos mezquinos que usted se imagine.

Muchos sostienen que nuestra fantoche alternancia política nació en los estados del país, en particular del norte donde emanaron los primeros gobiernos panistas fuera del ámbito federal. Bien, en el fondo no hay tal alternancia, ni mucho menos una transición política -como no pocos creyeron- en el año 2000.

Lo que hubo, hay y seguirá habiendo –seguramente- será una maltrecha vida democrática y una moral pública cimentada en los viejos resabios del partido-estado hegemónico, es decir del priísmo; sólo que a diferencia del otrora régimen político fuerte y monolítico donde el presidente desde una postura imperial ordenaba y acomodaba la cosa pública, ahora son los gobiernos de los distintos colores (amarillos, rojos o azules y los que se quieran) los que siguen operando con las viejas reglas no escritas del sistema político mexicanos; haga de cuenta que ese monolito se resquebrajo y generó miles de fragmentos o cotos de poder y hoy nuestra clase política, nacional y jalisciense se los abrogó a su descarado antojo. Gobernar con la pepena del viejo sistema pues.

Lo anterior lo comentamos justamente porque en Jalisco, los últimos tres gobiernos de la “alternancia” panista resultaron tan igual o más viciados que los antiguos gobiernos priístas, aquellos al menos cometían tropelías y las trataban de ocultar de manera harto precisa, mantenían el control; y sí en efecto, corruptos y demagogos, pero no hipócritas ni falsos esquizofrénicos como los azules cuya doble moral los hace aún peores.


¿Qué tienen en común los agravios de viajes al extranjero por parte de funcionarios de primer nivel, la asquerosa corrupción en los municipios del área metropolitana en particular Tlajomulco y Tonalá, el aumento de sueldos en Zapopan, el despropósito de construir una villa olímpica en el tradicional parque Morelos, la intolerancia “condómica” del gobernador y gabinete y las no menos chuscas puntadas del viaducto y el reciente anuncio del “placazo”?

¿Qué de común tienen todas estas medidas –groseras- entre sí mismas y comparadas frente a una sociedad jalisciense despolitizada y apática que sólo se manifiesta públicamente y abarrota plazas y calles cuando se festejan los triunfos del futbol y se conglomeran en acarreos religiosos como los de la romería zapopana por ejemplo?

Mucho, todo; no sólo que son gobiernos panistas y que no enfrentan a ninguna oposición política. Tienen en común una total degradación; que existe un pueblo pobre para un gobierno rico, malo y caro; un mal gobierno y una pésima clase política que ve en estas tierras un caldo de cultivo perfecto para sus más onodinos anhelos de poder y lujuria-que no corresponde a la sociedad que gobiernan- que sólo pueden obtenerse por medios como la corrupción y la rapacería. Quizás el propio reflejo de la sociedad. Un triste espejo.

Una sociedad dormida fanatizada por el fútbol, la iglesia y las manifestaciones banales les es harto conveniente a este tipo de gobiernos. Así mismo medios de comunicación electrónicos a modo y nuestra sociedad ni chista y si lo hace es de manera marginal y oportunista con un fuerte tufo a demagogia y politiquería barata, de simulación. Aspectos que aunque nos duela existen también en nuestras organizaciones civiles tapatías y en algunos diarios-franquicia que se dicen de izquierda y publicitan a grupos tan impresentables como el de la universidad, máximato de los Padilla.

Muchas de las cuales en la actualidad, -sobre todo a partir del proceso del 2006- vieron en sus principales líderes la oportunidad de organizarse y participar políticamente en movimientos sociales, líderes que si acaso los acompañaron hombro a hombro cuando vieron cercana la posibilidad de un hueso ante lo que aseguraban sería un triunfo de Andrés Manuel López Obrador; sin embargo, con la imposición del fraude electoral y del señor “legal” muchos de esos líderes desistieron, es decir, sólo manipularon a sus grupos, emigraron al oportunismo “chuchista” y los que quedaron sólo se han enfrascado en una rebatinga por las migajas de las migajas que el poder o la especulación política les da, vía simulación y toma a mansalva de banderas políticas sólo para aglutinar clientelas; ¿de quién hablamos? De las redes pro AMLO y grupos afines, las cuáles son células básicas-actualmente en Jalisco- para la movilización política, la acción ciudadana.

Redes ciudadanas cuyo principal atributo es la lucha y la nobleza de sus bases, su pluralidad de fuerzas; pero más allá de una mera lucha por derechos políticos y candidatos presidenciales esta organización ciudadana debe moverse por principios superiores y trascendentes e ir más allá de la disputa electorera, abrirse a la sociedad y convidar a más grupos ciudadanos al margen de fobias y filias políticas, de otro modo estos gobiernos panistas -no es fobia, es descripción- nos dejaran literalmente encuerados.

Su éxito o fracaso no depende de si López Obrador gana o pierde la presidencia de la República, sino por el contrario en su capacidad de organizarse y movilizarse por sí misma. ¿Por qué insistimos tanto en las redes?

Porque son un aglutinante de diversos grupos sociales, que, bien que mal son lo más cercano a una verdadera oposición y pueden hacer un frente más o menos organizado contra la retahíla de estúpidas decisiones y despropósitos fiscales del actual gobierno de Emilio González. En síntesis, la sociedad jalisciense es tan despolitizada, tan fanática de su dogma, tan cerrada en sí misma que no tiene más. Se dice de una sociedad políticamente apática, más bien su tinte político es patológico.
Empero más allá de las redes, se requiere la creación de un frente o frentes civiles, sí, que se politice el asunto de las placas y que los ciudadanos litiguen por si mismos al margen de oportunistas y partidismos, de diputados y políticos saltimbanqui opositores que dicen estar "en contra de la medida" porque saben que no se puede escupir para arriba.

Y es que con una iniciativa tal como el “placazo” dependemos de que la sociedad se ligue en un frente común y civil; apática o no, esta es nuestra sociedad y no tenemos otra y su acción en respuesta a estas medidas es fundamental. Pero grupos como las mismas redes son los que deben organizar y tomar la iniciativa porque lo que viene es un asunto de resistencia y un asunto político, de la polis, aunque el panismo responda con las falacias de que “no hay porque politizar los asuntos públicos” (sic). Estos rufianes ven la legítima protesta como "politización" como si fuese un pecado capital ciudadano. Para el diccionario de oxímoros y sofismas neoliberales.

Tal como lo advertimos en este espacio hace algunos meses, la próxima justa panamericana no es sino el pretexto perfecto para catapultar carreras y beneficios políticos del grupo PAN Jalisco; tiempo para explotar moral y fiscalmente a una sociedad dormida en su mayoría.

Cuando hay eventos internacionales se da lo peor de los gobiernos mexicanos, la matanza del 68 -se dió en el contexto de la justa olímpica- y el impuesto a la tenencia vehicular son paradigmáticos; aún faltan poco menos de cuatro años para los juegos y los atropellos ciudadanos están a la par, así como la ansiedad de nuestra clase política de enriquecerse vilmente a costa de los ciudadanos ya sea por vulgar mezquindad o competir electoralmente.

Los excesos continuarán al menos que la sociedad despierte de la apatía y se movilice a fin de frenar abusos inmediatos como el costoso e injustificado cambio de placas cada trienio, por ejemplo. A los ciudadanos les están colmando el plato y la paciencia y la justa panamericana más que motivo de unión, puede ser causal de enemistad y conflicto social creciente. Ya veremos.


roblesgerman@prodigy.net.mx


::Democracia Ya, Patria Para Todos. Apoyando al Peje en 2007::

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