Jorge Gómez Naredo
Las caricaturas de La Jornada y unas de Milenio (que a pesar de Carlos Marín y Ciro Gómez Leyva, que un día sí y el otro también buscan pegarle a AMLO, dicho diario tienen dos que tres buenos caricaturistas –léase Rapé y Jans–). El caso es que, como siempre, las caricaturas (de los mejores caricaturistas) reflejan y explican parte de las realidades políticas y sociales de México y del mundo. Por ejemplo, la de Rapé, explica el sufrimiento de quienes murieron en el “accidente” en Pemex y Campeche. En este mismo tenor está el cartón de El Fisgón, el cual muestra, por un lado, el problema de “la falta de seguridad en Pemex” y, por el otro, al empresario voraz que quiero que la industria petrolera mexicana sea vendida a consorcios internacionales. El diálogo que le pone El Fisgón al gordito del dinero es muy inteligente. La de Helguera, aborda el mismo tema pero además lo mezcla con la impunidad de Fox y sus hijastros.
En el cartón de Jans se observa al cardenal Rivera preocupado porque “va a regresar al zócalo el tipo que encuera a la gente”. Y claro, la cuita de Rivera es porque piensa Nicolás, el padre pederasta, estará de visita en la capital de México.
Las caricaturas de Rocha y de Ahumada están relacionadas con los Estados Unidos. La del primero muestra la falta de resistencia del gobierno mexicano hacia el imperio y, la segunda, la resistencia de Cuba hacia el mismo imperio, a pesar del bloqueo que siempre amenaza y siempre está dispuesto a un día utilizar las armas (representadas en este caso por los cuchillos).
El análisis de las caricaturas es siempre interesante. En una caricatura podemos observar varios símbolos que, dentro de un contexto dado, significan muchas cosas. Por ejemplo, la caricatura de Helguera muestra a un Felipe Calderón chaparrito y a un Juan Camilo Mouriño alto. ¿Qué significa esto? Pues es claro: la influencia desmedida de Mouriño en el presidente espurio (e ilegítimo), aunque sea este último quien dé las órdenes. Es decir, se muestra una relación en la cual uno piensa que ordena y el otro hace lo que quiere, cuando quiero y donde quiere. En fin, muchas cosas se pueden sacar de las caricaturas (de los buenos caricaturistas, repito) y por eso son tan importantes en un periódico: simplifican los procesos políticos y sociales de la intrincada realidad en la imagen, en símbolos.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario