Páginas

::::

martes, marzo 13, 2007

Columna Redes Ciudadanas

COLECTIVO LOGOS

La importancia del laicismo

¿Cuál es la libertad que defiende la derecha?

La Jornada Jalisco

Esta es la primera entrega del Colectivo Logos, que está formado por maestr@s en servicio preocupad@s por el rumbo de la educación en nuestro país y en nuestro estado, así como por la democracia en las aulas y en la sociedad. Una factor de cambio necesario en el movimiento ciudadano es la democratización del magisterio, y, a la vez, de la sociedad, pero entendemos que ambas dinámicas se condicionan y, además, marchan juntas.

Nuestro tema de hoy tiene que ver con la reflexión acerca de la guerra ideológica que libra la derecha en nuestro país y, particularmente en Jalisco, por desmantelar o neutralizar un Estado laico, una sociedad laicizada. La utilización del término derecha no es como adjetivo sino como sustantivo, como podrá apreciar el lector, y es una referencia común en las ciencias políticas y sociales. Ser de izquierda significa oponerse en todo momento a la injusticia, la explotación, la discriminación, la corrupción y el autoritarismo; luchar siempre en favor de los pobres, por la protección del medio ambiente, por la unidad de los oprimidos y por el derecho universal a gozar la diversidad en todas sus manifestaciones. Ser de izquierda implica vivir íntegramente resistiendo a toda hora y en todo lugar contra la devastación neoliberal y buscando simultáneamente alternativas a la dictadura económica del capitalismo. O bien, ser de izquierda es ser derecho. Si todo esto es así, la derecha se define exactamente por lo contrario a cada uno de éstos términos.

¿Qué tienen en común las campañas contra el condón, las presiones por volver natural la intervención del clero en asuntos políticos y educativos, las acciones contra los libros de texto en especial los referidos a educación sexual, la indignación moral contra las libertades sexuales, los tirajes de libros auspiciados por el ayuntamiento panista de González Márquez con una visión confesional de la historia, las manifestaciones religiosas en las calles, y la creciente presión a favor de la enseñanza religiosa en las aulas? Lo que tienen en común es el desconocimiento de la historia y la ley en nuestro país, el no acusar recibo de los avances de la sociedad civil y sus necesidades, y la presión por cancelar un estado laico.

Con el argumento muy cuestionable de que el laicismo es una nostalgia histórica, una referencia premoderna que no está a tono con las exigencias del mundo contemporáneo, se busca introducir de contrabando o abiertamente la vuelta un Estado teocrático muy doloroso y costoso en la experiencia del pueblo mexicano. Un Estado muy superado. Se olvida deliberadamente que la experiencia del laicismo aquí, no fue una ocurrencia de Juárez y los liberales que le acompañaron, sino una necesidad histórica producto de 300 años de dominación colonial traducida en el poder absoluto de la iglesia, porque su dominación fue en el terreno económico, político, cultural, espiritual, social, artístico, ideológico. Ahí está la marca de grandeza del oaxaqueño. ¿Cuál es el resentimiento histórico de la derecha? Que fue derrotada por un hombre de raíz indígena, quien en concordancia con las necesidades de la sociedad y el país, abrió las puertas de la modernidad al separar la iglesia del estado, y al establecer por medio de las Leyes de Reforma el laicismo en la educación. Este sí, tan necesario para el progreso de la sociedad. ¿Cuál es ahora la pretensión del clero y la derecha? El revanchismo de reconstruir fueros y privilegios. Exclusión y oscurantismo.

En una operación típicamente ideológica sus propagandistas tratan de fundamentar el ataque al Estado y la educación laica, blandiendo el concepto de libertad como justificación suprema para modificar la ley, los usos y costumbres favorables al laicismo. ¿Pero, cuál es la libertad que defienden? La libertad de los propietarios, la libertad de quienes tienen los medios para hacer lo que les venga de antojo, la libertad de una ínfima minoría en perjuicio de una inmensa mayoría. Por ejemplo, ¿cuál es la libertad de los trabajadores sujetos a la esclavitud de los salarios de hambre y la férrea dictadura de los sindicatos blancos o charros? ¿Cuál es la libertad de los consumidores ante la voracidad de los monopolios que les castigan sus raquíticos ingresos sin ningún temor ante la ley o la crítica social, lo mismo se trate de tortillas, gasolina, tarifas de luz o teléfono, tasas de interés, que de colegiaturas a una educación cada vez más privatizada? ¿Cuál es la libertad de las mujeres sujetas a la dominación del padre, del patrón y del marido, sucesiva o simultáneamente; de manera sutil o brutal? ¿O su libertad en torno a los derechos sexuales y reproductivos en los que la derecha y el clero no renuncian a un supuesto derecho natural a administrar?

Está claro que no necesitan leer a Foucault para entender que la dominación de la sexualidad les permite acceder a la caja de control y registro de la subjetividad profunda de las personas. ¿Cuál es la libertad de los ciudadanos frente al orwelliano Ministerio de la Verdad de Televisa y Televisión Azteca? ¿Cuál es la libertad de cultos cuando se presupone que la única religión es la católica denominando a las demás despectivamente sectas, tal vez a partir de la consideración demográfica de que mayoría es existencia única? ¿Sabía el lector que la religión islámica cuenta con el mayor número de adeptos en el mundo? ¿Cuál es la libertad para remover funcionarios que atentan contra los intereses ciudadanos o de remover autoridades educativas que no respetan el laicismo, por ejemplo? ¿Cuál es la libertad de los ciudadanos para transitar pacífica y libremente por las calles, sin el temor de ser asaltados para robarlos o detenidos por parecer sospechosos? ¿Cuál es la libertad de los mismos ciudadanos para manifestar sus preferencias políticas, sus iras o sus dudas, sin represión?

El otro argumento predilecto de la derecha y ciertos sectores del clero para llevar la religión a las aulas, es el de que la enseñanza de la moral está ausente. Cuando en el clero den muestras inequívocas de la práctica y no sólo la prédica de valores cristianos, de la congruencia entre un mensaje evangélico y las acciones correlativas, harán su mejor contribución a la enseñanza moral. Más aún, ética no es equivalente a moral, ni ésta a religión católica, como autoritariamente sugieren en una inapelable ecuación ciertos sectores interesados. Desde la perspectiva laica, la abstención de cualquier religión en el aula es la mejor garantía de la posición neutral de ésta. Y la razón está en que ante la imposibilidad de garantizarles un púlpito a cada uno a evangelistas, budistas, judíos, islámicos, la escuela tiene que optar por una rigurosa abstención que garantice el respeto a cada uno de los cultos.

El laicismo entonces, no es la religión de los no creyentes, ni un substituto de la religiosidad, ni un movimiento antirreligioso; tampoco un anticlericalismo convencional o primitivo. Sencillamente como hombres y mujeres libres rechazamos a todos aquellos cleros, sean religiosos, políticos, académicos, periodísticos o de cualquier otro género que se apoderen de un dogma o de un poder sobre las conciencias ajenas y lo administren de manera excluyente o burocrática, decidiendo de modo imperativo e intolerante qué es aquello que, según sus principios o intereses de grupo, los demás deben de creer o aceptar sin apelación, reflexión, ni crítica posible. Ya volveremos sobre estos asuntos.

No hay comentarios.:

radioamloTV