El pasado los alcanza
Publico - 09/12/06
La FIL de Guadalajara es toda una institución, ya es también una tradición. Su vigésima realización fue todo un éxito. Más de 500 mil visitantes, más de mil 600 compañías editoriales de todo el mundo. Se considera la tercera en importancia a nivel mundial sólo detrás de las de Frankfurt y la de Pekín, es la primera de habla hispana.
No cabe duda que es una gran iniciativa de su creador y presidente, Raúl Padilla. Con ella y otras políticas consiguió legitimarse en el medio intelectual y cultural del país y fuera del mismo.
Para él y su grupo (coloquialmente denominado en Jalisco “la mafia”) era imprescindible enterrar en el olvido su pasado ominoso.
La FEG Federación Estudiantil de Guadalajara, sucesora de la FESO Federación Estudiantil Socialista de Occidente , controló la UdeG durante décadas.
Impuso rectores, impidió por la fuerza la solidaridad con el movimiento del 68 y en la década de los 70 protagonizó sangrientos encuentros en el campus y fuera de él, contra el FER (Frente Estudiantil Revolucionario), del cual muchos de sus sobrevivientes a esas operaciones, al estilo Chicago, se sumaron a la lucha armada, principalmente a la Liga Comunista 23 de septiembre y al FRAP.
Sus conflictos con Echeverría llegaron a límites trágicos. Un sector de la mafia lo acusó de haber ordenado el asesinato del padrino Carlos Ramírez Ladewig.
En 1967, hace casi 40 años, se celebró en Guadalajara un Congreso Nacional de Estudiantes, participamos como delegados por la Escuela Nacional de Economía un puñado de muchachos. No sabíamos que por la “osadía” de plantear críticas al gobierno, al sistema educativo y a la misma FEG tendríamos que salir huyendo por las azoteas para evitar ser agredidos por los grupos armados de la mafia.
Regresé a Guadalajara como autor del FCE para presentar mi libro El otro camino, 45 años de Trinchera en Trinchera. La editorial cumplió con su tarea de divulgación y para mi sorpresa la FIL no lo hizo. El colmo fue que retiró los micrófonos del salón 5, donde se presentaría, y luego de una espera los reinstaló sin siquiera disculparse con el autor, la editorial y los asistentes.
La calidez de los amigos consiguió que sacáramos agua de las piedras. El libro se presentó en la FIL. Fue sintomática la presencia de Felipe Zermeño, luchador contra la mafia desde aquellos años.
Total, nada extraordinario, cada quien se comportó de acuerdo con su biografía.
P.D. La detención de Flavio Sosa es una felonía, signo ominoso de Calderón.
jortega@milenio.com
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