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martes, diciembre 12, 2006

Opinión - Alberto Carrillo

El esqueleto del Estado

Publico - 12/12/06

El Presupuesto de Egresos de la Federación desnuda la grave situación en que se encuentra el país: incapaz de atender sus necesidades elementales y obligándonos a debatir no cómo distribuir los recursos sino dónde aplicarnos el recorte. Las previsiones económicas del presidente Calderón para el próximo año son aterradoras. Se plantea crecer en el 2007 menos que el año 2006, al reducir en 2.9 por ciento en el gasto programable y en 4.1 por ciento los ingresos del Estado por la caída en la renta petrolera.

Eso es lo que arroja como saldo el gobierno foxista en su último y por cierto su mejor año: la evidencia de cómo el actual modelo económico nos lleva de mal en peor. La pregunta que surge después de observar que las siguientes entidades tendrán presupuestos menores a los ejercidos durante 2006 Pemex -13.9; CFE, -6.7; IMSS -1.7; ISSSTE, -4.3; sin contar el recorte a universidades, a educación, a desarrollo agropecuario, es cómo piensa el gobierno remontar la situación para salir avante. Será acaso con el aumento del presupuesto en Defensa Nacional en 16; Marina en 13.9; Seguridad Pública en 54.8 por ciento respectivamente.

En la presentación del Paquete Económico para 2007, destaca el énfasis a tres objetivos: seguridad pública, combate a la pobreza y generación de empleos, que serán alcanzados mediante una estrategia general en dos ejes: generación de un crecimiento elevado y sostenido y mediante la expansión de los programas sociales orientados al combate a la pobreza. Sin embargo, todo ello entra en contradicción con el objetivo de crecimiento de 2007. El contexto económico que presenta el Presidente para su primer año de gobierno está definido por el menor dinamismo de la economía internacional y estadounidense, ingresos petroleros más bajos, mayor competencia internacional a nuestros productos y mercados y posible volatilidad en los mercados de capital. En otras palabras, los objetivos no coinciden con un escenario inercial en el que además se plantea crecer a menor ritmo. De dónde, pues, se obtendrán los empleos que hacen falta a la población, de dónde saldrá el impulso para “el crecimiento elevado y la expansión de los programas sociales”.

La situación pretende ser mejorada impulsando el crecimiento aumentando la productividad. Se plantea para ello: “…una política de cambios institucionales que promuevan una mejoría sustantiva de la dotación de calidad de capital físico y humano (léase, fuerza de trabajo), así como aquellas que alienten un mercado más competitivo y dinámico. Se alentará así la productividad y aumentará el crecimiento de forma sostenida”. La idea de la elite gobernante es de mantener una industrialización dirigida por el mercado buscando aumentar la productividad atacando monopolios privados y públicos. Pero menores precios son insuficientes para aumentar la productividad industrial si no se acompañan con la capacitación, la estabilidad laboral y políticas activas del Estado.

Durante el estatismo (1951 a 1982) la productividad creció a una tasa de 3.5 por ciento anual con un crecimiento del PIB en manufacturas de 6.8 anual, cifras que no han sido alcanzadas de 1983 al 2005 en que la productividad creció a 2,4 y el PIB manufacturero a una tasa de apenas 2.7 por ciento en promedio anual.

La política activa del Estado en materia industrial sigue ausente, seguramente tampoco existirá crecimiento y distribución del ingreso.

acarrillo@milenio.com

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