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miércoles, marzo 07, 2007

El problema no es China, es el sistema

Mar 02,2007 por Editoria

Reseña Estratégica del MSIa, 02 de marzo de 2007.- La vulnerabilidad del sistema financiero globalizado quedo expuesta el pasado 27 de febrero, cuando una brusca caída de 8,8% en la Bolsa de Valores de Shangai, diseminó el pánico en todos los mercados financieros del planeta. Con la velocidad de las comunicaciones instantáneas, el impacto golpeo una plaza financiera tras otra. En Asia, a pesar de la vecindad, los daños fueron menores, con caídas variando entre el 0,52% en Tokio y los 2,81% en Kuala Lumpur. En Europa, el impacto fue mayor, las perdidas se situaron en torno de 2-4%. En los Estados Unidos, el índice Dow Jones retrocedió 3,3% suficiente para acabar con las ganancias de la Bolsa de Nueva York este año. Fueron los llamados mercados emergentes los que más sufrieron, Buenos Aires encabezo la fila con 7,5%, después São Paulo, 6,6% y la Ciudad de México con 5,8%. Las bolsas rusa, turca y sudafricana también se vieron bastante averiadas.

La causa del temblor fue típica. El gobierno chino decidió formar una comisión especial integrada por representantes de la comisión de valores inmobiliarios del banco central, del Ministerio de Comercio y de las autoridades policiales, para investigar la notoria participación de los fondos ilegales en la Bolsa de Valores. Evidentemente, como sucede frente a algún intento por más tímido que sea que tienda al control, los especuladores trataron de realizar sus ganancias y emprender la retirada, desatando el efecto manada (desde el inicio de 2006, las acciones de la Bolsa de Shangai tuvieron una valorización superior al 100%).

La fuga de los especuladores en Shangai se suma a otros avisos de que el casino financiero puede quebrar en cualquier momento. La semana pasada, otra onda de pánico se desató ante el temor de que la ya menguada burbuja inmobiliaria de los EUA puede tronar, después de que 22 empresas que actuaban en el sector de hipotecas sub-prime se fueron a la bancarrota en los últimos dos meses. Estos instrumentos son típicos de la euforia inmobiliaria que creció en los últimos años de la gestión del presidente de la Reserva Federal Alan Greenspan, y fueron inventados para atraer compradores de bajos ingresos, y a pesar de sus altos intereses, se maquillaron para parecer muy accesibles a los incautos posibles clientes.

En su columna del 24 de febrero en el Daily Telegraph, el heraldo del Establishment británico, Ambrose Evans-Pitchard dijo que el rápido deterioro de ese mercado afectó seriamente al banco HSBC, obligado a colocar más de 10 mil millones de dólares como reserva para cubrir prestamos de rescate dudoso en los EUA.

Evans Pitchard, cuya columna tiene un verdadero sistema de radar para captar las señales de la crisis sistémica, citó al economista Nouriel Roubini de la Universidad de Nueva York para quien la disminución de la burbuja inmobiliaria esta arrastrando lentamente a los EU a una recesión, “Nosotros ya estamos en presencia de una recesión inmobiliaria, una recesión automovilística, una recesión manufacturera y una recesión de inversiones reales. ¿Si todo esto esta aconteciendo en lo que el consenso denomina una economía de rizos dorados, que acontecerá si la economía se contrae?

Por lo menos fue más franco que el ex presidente de la Reserva Federal Alan Greespan, que admitió que se puede esperar para final de año una recesión en los EUA.

No obstante, al admitirlo frente a una teleconferencia transmitida en Asia el 26 de febrero pasado, su pronóstico sombrío le echó más fuego a la hoguera del pánico que causó el remesón en Shangai.

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