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martes, enero 23, 2007

"La cacería se vino fortísima, al Servicio Secreto le pagaban por cada compañero que asesinara"

Nadie podía regresar a su casa porque era hombre muerto, refiere Jesús Morales El Momia

En los años 70 si se juntaban tres jóvenes en una esquina era una razia y te detenían, relató

EUGENIA BARAJAS (II y última) Jornada Jalisco - (Ir a la Primera Parte)

La policía secreta, que operó en la entidad entre 1947 y que ilusoriamente se suprimió en 1981, "cayó en un terrible problema de corrupción, se desnaturalizó, no tenía claro cuál era la frontera entre estar del lado del Estado y de la víctima y del delincuente, es un grave antecedente que tenemos en Jalisco", subraya el jurista Arturo Zamora Jiménez.

Participante, a principios de la década de los 80, en un grupo de estudio de la Universidad de Guadalajara que documentó los abusos del Servicio Secreto tapatío, Zamora Jiménez es tajante al advertir los riesgos de la iniciativa que está a punto de aprobarse en el Congreso local: "la figura del agente encubierto puede generar terribles problemas de corrupción".

La voz de los expertos, de los estudiosos del derecho se plasma a través de Arturo Zamora Jiménez que censura la aparición y aprobación de una policía encubierta, infiltrada o incrustada en el crimen organizado, porque sería un retroceso a los horrores que le tocó vivir cuando operaba en Guadalajara el Servicio Secreto.

“La figura del agente encubierto como alguien que forma parte de las filas del estado y de la autoridad investigadora incrustado dentro de las organizaciones criminales puede ser una figura que si no está bien configurada, bien acotada, puede generar terribles problemas de corrupción. Espero que sea una figura que si está totalmente acabada se vote por el bien de Jalisco, pero si no está bien trabajada es preferible que se la dejen a la próxima legislatura”, sentenció el jurista.

Recuerda que fue uno de los impulsores de la desaparición de la policía secreta, al participar en un estudio de la Universidad de Guadalajara que comprobó los horrores realizados por décadas contra inocentes.

“Esta policía cayó en un terrible problema de corrupción, se desnaturalizó, no tenía claro cuál era la frontera entre estar de lado del estado y de la víctima y del lado del delincuente, ese es un grave antecedente que tenemos en el estado de Jalisco”.

Zamora Jiménez evoca los abusos y lo innecesario de contar con un grupo encubierto que ya no respondía a los objetivos para los que fue creado.

“Fue un proyecto académico que se hizo en su momento, en el que se llegó a la conclusión de que se abusaba del poder, se cometían graves violaciones a los derechos humanos, no se lograba la productividad que se esperaba para bajar los índices del delito y como consecuencia de ello, se determinó desaparecer esta corporación. Además de eso se suprimió por antecedentes jurisprudenciales reiterados en todos los tribunales federales, porque todas las pruebas recabadas de los llamados agentes de la policía secreta no tenían validez, lo que al final provocó que muchísimos delincuentes que eran aprendidos o detenidos por estas policías o por investigaciones secretas, muchos de ellos lograban la libertad por la imperfección de las pruebas que se venían recabando”.

Advierte que de no contarse con los acotamientos legales necesarios, esta figura, que ya es casi un hecho que se implemente en la entidad, puede llegar a fracasar al igual que sucedió con el Servicio Secreto.

“Esta es una figura dife-rente que existe en muchas legislaturas del mundo, pero que tiene que reglamentarse. Si se plantea esta figura sin reglamento, sin acotamiento y lo necesario para operar de manera adecuada, podría fracasar”.

Otra voz autorizada para ha-blar del tema es la de Jesús Morales, quien integró la Liga Comunista 23 de septiembre y, en entrevista con La Jornada Jalisco recuerda que hace 30 años sus manos olían a pólvora y sangre, en 2007 es profesor universitario, abogado postulante y de paso escritor. Jesús Morales El Momia, como se le conoce en el sub mundo de la guerrilla urbana, recuerda con rabia los años que tenía que luchar contra el régimen para llevar a cabo sus ideales de justicia y democracia y vivir a salto de mata para no caer en las garras de la policía secreta o del llamado Servicio Secreto.

Fue parte del movimiento armado de la Liga Comunista 23 de Septiembre, pero antes pasó por el grupo barrial Los Vikingos, que se enfrentaban continuamente con la Federación de Estudiantes de Guadalajara (FEG) por el control universitario.

“La primera agresión que sufrí fue el 29 de septiembre de 1970, a las 11 de la mañana en la escuela politécnica, se da un enfrentamiento y caen tres estudiantes a ráfagas de metralleta y me culpan de iniciar la balacera. Mueren dos de mis compañeros del Frente Estudiantil Revolucionario (FER) y el presidente de la Federación de Estudiantes de Guadalajara (FEG), Fernando Medina”, cuenta El Momia.

“En ese entonces las detenciones que realizaba el Servicio Secreto era por cualquier motivo, si se juntaban tres jóvenes en un esquina era una razia y te apresaban, todo estaba muy restringido, el control social”, abunda tras mirar a lo lejos recordando el pasado.

A raíz de eso se refugiaron en la clandestinidad bajo el comando de Los Vikingos, grupo de barrio con inquietudes políticas y fueron perseguidos de forma inmisericorde por la policía encubierta.

“Se viene la cacería indiscriminada contra todo lo que suene al FER, y principalmente a los que ya nos conocían, éramos pues muy conocidos en ese tiempo, cabezas muy visibles, como los Campaña López, Renée Delgado Becerra el Perico, Arnulfo Prado Rosas el Compa, Enrique Pérez Mora el Tenebras, Alfredo Delgado el Pocho, Manuel Molina Salazar el Cabezón, fuimos cientos, en ese momento teníamos el control de Guadalajara, de barrios y escuelas”.

Para la Momia los recuerdos se agolpan como un presente duro, describe con movimientos de mano las acciones pasadas y rememora el momento en que creció el movimiento, “creció solito, natural, teníamos la simpatía de la sociedad, el único objetivo era dar la pelea democrática, modificar la estructura universitaria, acabar con esa corrupción que existía. Los maestros de la FEG acudían a las aulas empistolados, disparaban a sus alumnos y eso no podía ser, había que modificar las cosas”.

Entrar de lleno en la lucha estudiantil los expuso como clientes potenciales de la policía secreta, que seguía las instrucciones emitidas por decreto municipal, dureza para combatir y erradicar la delincuencia juvenil y si cometen faltas, detenerlos de inmediato; los agentes cumplían al pie juntillas las ordenes sin importar los abusos en contra de la población.

“El servicio secreto llegaba o toda la policía a donde nos reuníamos, que era San Andrés, esa colonia fue cabecera de todo el movimiento en Guadalajara, de los barrios y escuelas. En las noches nos juntábamos a intercambiar opiniones de cómo le iba a cada quién en las escuelas, y llegaban las policías… hacían razias y a la cárcel y a la prisión y a pagar las multas, porque eran administrativas, eso era en el inicio el tipo de presión para desmembrarnos.

“Después de los hechos del Politécnico otro compañero de los más veteranos y fundador de los Vikingos, Manlio Flavio Macías Rivera y yo, fuimos en una comisión al Distrito Federal a la casa de José Pagés Llergo, donde estaba presente el obispo de Cuernavaca, Méndez Arceo, porque quería conocer a los del FER; también Jacobo Zabludowski; el dirigente del 68, Tomás Cervantes Cabeza de Vaca, para mandarle decir en una carta al que ya era Presidente electo, Luis Echeverría Alvarez, que no queríamos llegar a la situación que vivíamos, ya nos habían hecho una matazón, teníamos a 11 compañeros apresados en la penal, había mucha represión y la única intención era jugar a la política democrática”.

“Y se va el mensaje. La respuesta: no tenemos nada que hablar con esos mugrosos, eso mandó decir supuestamente Luis Echeverría a través de Mario Moya Palencia”.

Habla y su voz se tensa de rabia al revivir el pasaje que cambió radicalmente su vida y lo convirtió en un guerrillero urbano donde su cabeza llegó a tener un precio.

“Al regresar a Guadalajara convocamos a una asamblea con los compañeros y les informamos que no hay posibilidades de regresar a la legalidad y nos dejan un solo camino, el de la vía armada. Ya traíamos inquietudes de seguir los pasos del Che Guevara, Genaro Vázquez, Lucio Cabañas, los Tupamaros de Uruguay, los grupos guerrilleros, sabíamos que por ahí era una manera de sostener tu dignidad y tu propuesta, si te acortan la vía democrática te queda la de la violencia, ya lo dijo Cervantes, por la honra y la libertad se debe aventurar la vida”.

En esos días se carecía de todo, de estructura, recursos, armas, se tenía nada. El enemigo ya lo conocían, la lucha era contra el estado, contra el gobierno represor y deciden constituirse en un grupo guerrillero.

“Iniciamos entonces las expropiaciones, era la lucha por los pobres… para concretizarlo, era la lucha contra el burgués, contra el rico por oprimir al pobre. Nos constituimos en su brazo armado defensor. A partir de ahí nadie podía regresar a su casa porque eras hombre muerto, la cacería se vino pero fortísima, le pagaban al servicio secreto por compañero que asesinaran”.

Para ellos, los luchadores sociales, los guerrilla, el servicio secreto se volvió un ejecutor no aprehensor, y se sumaron a la persecución la Dirección Federal de Seguridad, el ejército y aplican como código de ética, el exterminio, no la derrota militar.

“Simplemente a mí, sale un desplegado en el periódico El Informador, donde ofrecían 30 mil pesos al que me mate. Se me hacía muy chistoso que me tomaran en cuenta de esa manera, mira, decía, valgo una feria. No tenía idea de lo que se iba a venir, era sólo el principio”.

Como saldo de los enfrentamientos, de los amigos y compañeros caídos Jesús tiene en mente muy frescos los números, 797 desaparecidos en el país, 436 acreditados y de estos 32 son de Jalisco y se reconocen sólo 23.

“Comenzamos las expropiaciones por la vía armada, yo caigo la primera vez cuando pongo la bomba en el edificio de Telas Franco. Decidimos hacerlo con cautela para que la bomba no fuera a tronar en el día y muriera gente inocente y ya no es el movimiento revolucionario, se convierte en un movimiento terrorista”.

El atrevimiento de ir contra el régimen le costó muy caro a El Momia, al menos en tres ocasiones cayó a la penal, se siente honrado del record de detenciones que ostenta y sin que sea del dominio público, con el pago del rescate del secuestro del suegro del presidente de la República, Luis Echeverría, José Guadalupe Zuno, libró la cárcel en la segunda ocasión.

“Cuando termina todo, cuando me quedo en casa, cuando veo que mataron a todos los compañeros, me fue peor, me querían asesinar a como diera lugar, me obligaban, me forzaban a regresar a la clandestinidad para matarme y dije no”.

“El servicio secreto se dedicó a poner precio por compañero, recibían una cantidad de dinero por cada compañero que ejecutaban o lo metieran a prisión, eran nuestros enemigos personales. Los peores fueron las Brigadas Blancas, un grupo de élite llamado el escuadrón de la muerte compuesto por elementos especiales de todas las corporaciones. El Servicio Secreto era nomás un grupito que andaba nomás asesinando gente, al que encontraba de nosotros era hombre muerto”.

Al paso de los años y tras el término del movimiento guerrillero, Jesús Morales ve de nuevo aparecer en el panorama, a aquel gobierno represor contra el que luchó, con la llegada del movimiento de ultraderecha El Yunque y con la decisión de crear en Jalisco una policía encubierta, que no sólo se infiltraría en las filas del crimen organizado, sino en cualquier movimiento civil que ose enfrentarse con el autoritarismo panista.

“Se van a infiltrar en movimientos como la APPO, o el de Guerrero, eso lo han hecho toda la vida, no se porqué van a darle legalidad. Como si le preocupara mucho la legalidad al gobierno. Se quieren hacer los que respetan el derecho”.

Su lucha es ahora desde las aulas, creando conciencia, platicando sus experiencias para que las nuevas generaciones no se dejen pisotear y los jóvenes cambien la visión de un México entreguista y agachón.

“Yo les tengo mucho coraje por tanto que están pisoteando al pueblo, lo están matando de hambre, traigo mucho coraje, pero como me dijo mi hermano, y cómo vas a pelear, ni modo que los agarres a bastonazos”.

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