Páginas

::::

lunes, enero 22, 2007

Focos rojos ante la inminente creación de la policía infiltrada en Jalisco

- Es una reedición del Servicio Secreto que operó en la entidad durante 34 años
- José Ceballos plasma en un libro los horrores de ese grupo represor que está a un paso de regresar


Eugenia Barajas - Jornada Jalisco 22/01/07

El testimonio de un guerrillero sobreviviente de la Liga Comunista 23 de Septiembre, un libro prohibido por las repercusiones de su contenido y la censura de un experto en derecho, alertan y encienden los focos rojos de la amenaza que representa para Jalisco la posible regresión del Servicio Secreto o la
Policía Maldita, peligro que está a punto de concretarse en el seno de la 57 Legislatura a petición de gobierno del estado, con la aprobación de la figura del “policía infiltrado” y las atribuciones para evadir la justicia al beneficiarlos con el cambio de identidad.

Los policías encubiertos podrán “infiltrarse” dentro de las bandas de la delincuencia organizada, grupos sociales, activistas de defensa de los derechos humanos, e inclusive, de partidos políticos, y tendrán garantizado su futuro, pese a que se vean en la necesidad de cometer abusos, ya que podrán cambiar de identidad cada vez que sientan amenazada su vida o su seguridad.

La Procuraduría del Estado será la ejecutora de la figura del policía “infiltrado”, que desde el pasado miércoles se aprobó sin tropiezos en la Comisión de Puntos Constitucionales del Congreso del Estado, modalidad legislativa que nació a sugerencia de la iniciativa de reforma enviada por el gobernador interino, Gerardo Octavio Solís, meses después que su antecesor, Francisco Ramírez Acuña, hoy secretario de Gobernación, promulgara la Ley contra la Delincuencia Organizada.

La iniciativa con carácter de dictamen se presentará en la próxima sesión del Congreso para ser decretada ley, y deja entreabierta la puerta de lo que fue hace más de 30 años, el Servicio Secreto en Guadalajara, historia que muchos prefieren olvidar, pero vale la pena recordar para evitarla.

Se quería evitar enfrentamientos con la pasada administración de Zapopan, fue la orden para prohibir la venta de un libro editado por el Ayuntamiento de Guadalajara, El Servicio Secreto en Guadalajara, (La Policía Maldita), que entre sus páginas hablaba del oscuro pasado de un funcionario público de quien dependía la seguridad de la ex villa maicera, y que al ser alcanzado y rebasado por sus nexos con el crimen organizado, terminó por dejar el cargo como director de Seguridad Pública: el mayor, Rodolfo Rodríguez Vargas, quien fuera el último director del temido servicio secreto tapatío.

Así, en el 2004 y coincidentemente con la aprobación de la Ley contra la Delincuencia Organizada promovida por el entonces gobernador y hoy secretario de Gobernación, Francisco Ramírez Acuña, se iniciaba la recopilación de documentos del archivo municipal de Guadalajara y las declaraciones de al menos 27 ex agentes de la extinta corporación, para dar paso a un trabajo final que no vería la luz de momento.

Para el ex director del Archivo Municipal, José Ceballos Flores, la decisión de no publicarlo por el Ayuntamiento no detuvo su divulgación, pese a la reticencia del entonces secretario de Seguridad Pública, Luis Carlos Nájera Gutiérrez de Velasco, quien en ese entonces promovía la implementación de la policía investigadora dentro de las filas de la corporación tapatía y que se negó a que se diera a conocer por las repercusiones y comparaciones que tendría con su proyecto.

Sin embargo, pese a todo y bajo el sello del entonces funcionario, se dio a conocer el compendio y tan sólo en la presentación del mismo Ceballos Flores plasma los horrores de este grupo represor que está a un paso de regresar e infundir terror en la entidad, bajo el nombre de policía “infiltrada” con autorización del gobierno.

“El servicio secreto o la policía maldita, como se le conocía desde su formación en 1947, fue creado cuando se pensó en mejorar la seguridad de la ciudad de Guadalajara y el Honorable Ayuntamiento solicitó agentes que tuvieran conocimientos, moral y hasta que supieran leer y escribir”, señala el autor.

El grupo que duró 34 años se dedicó a perseguir prostitutas y vagos, investigaba delitos, vigilaba políticos de oposición, arrestaba al gusto de jefes, regalaba credenciales, seguía extranjeros, y por si fuera poco, en muchas ocasiones desaparecían personas, relata Ceballos Flores.

“La perla tapatía vivió por décadas los excesos de esta policía, que parecía camaleón, pues tenía la virtud de transformarse y servir al poder. Estos agentes, al contar con información privilegiada de la vida de los políticos, se aprovecharon y a través del chantaje llegaron a ocupar importantes puestos cuando desapareció la agrupación”.

Para la década de los 60 no había nadie que no hubiera sido pisado y agredido por este grupo de gendarmes vestidos de paisano que eran dueños de la ciudad y disponían de lo que necesitaban. Llegó un momento en que todos dudaban de todos, temiendo que fueran del terrorífico Servicio Secreto.

El año de 1981 fue el que marcó la desaparición o de manera oficial, la “supresión” de este grupo que valió la mención en el quinto informe del gobernador, Flavio Romero de Velasco. Pero no fue sino hasta los años 90 cuando se desvaneció la sombra de esta corporación y sus ex integrantes fueron tomados por el hampa u otras corporaciones, algunos murieron y otros son miembros de agrupaciones como Alcohólicos Anónimos para sobrellevar la carga moral que pesa en sus espaldas.

“La historia del Servicio Secreto es algo que hay que transparentar y contar para que no vuelva a suceder”, sentenció Ceballos. Sus palabras suenan premonitorias.

Durante el periodo del entonces presidente municipal, Heliodoro Hernández Loza, la Comisión de Investigaciones se transforma en el llamado Servicio Secreto, con el oficio 450, siendo el jefe de la policía el mayor Guillermo Cota Soto y el último jefe que formó informes de esta corporación fue el mayor Rodolfo Ramírez Vargas, con Arnulfo Villaseñor Saavedra.

El oficio 450 de la jefatura de policía señala al calce: “Asunto: Solicitando autorización a efecto de que la oficina de las Comisiones de Investigación se denomine Servicio Secreto”.

En el cuerpo del texto, y dirigido al presidente municipal, se consigna: “Me permito solicitar a esa Superioridad la autorización correspondiente a efecto de que a partir de la fecha, la oficina de las comisiones de investigación dependiente de esta Jefatura a mi mando, se denomine “Servicio Secreto”. Respetuosamente. Sufragio Efectivo No Reelección. Guadalajara, Jalisco a 8 de febrero de 1947. El jefe de la policía, mayor de E.M. Guillermo Cota Soto”.

En esa fecha dio inicio una ola de terror entre los tapatíos que veían al histórico edificio de la presidencia con horror, ya que los agentes secretos utilizaron los sótanos del edificio y las mazmorras del edificio de la Calzada Independencia como sus domicilios oficiales, donde muchos decían se hacía hablar a los mudos.

No hay comentarios.:

radioamloTV