Caminos autoritarios
Publico - 08/12/06
Además del déficit democrático por falta de legitimidad, el gobierno de Calderón está incubando espacios autoritarios en su ejercicio institucional. Sin elementos contundentes para resolver la crisis política, pues no hay un horizonte creíble para lograr un pacto incluyente de todas las fuerzas partidarias en un programa de acuerdos mínimos, el Ejecutivo federal apuesta por recuperar legitimidad mediante el manejo de la crisis de gobernabilidad que representa la Asamblea Popular y de los Pueblos de Oaxaca (APPO) Sin embargo, los métodos utilizados para resolver los diversos conflictos que convergen en el caso oaxaqueño, están vulnerando al Estado de derecho que dice defender el gobierno federal.
Heredero de un conflicto creado en los intersticios del autoritarismo regional, entre un gobernador cuestionado desde su origen por el fraude electoral con el que “asaltó” a las instituciones locales, un grupo del magisterio que exigió cumplimiento de legítimas demandas y un nutrido grupo de organizaciones civiles con demandas ancestrales irresueltas, el gobierno de Calderón opta de entrada por el endurecimiento de medidas represivas, que quieren justificarse como la única vía para manejar el conflicto dentro de los “cauces de la ley”. Pero desde una visión que formaliza el derecho a un orden abstracto que evacua los contenidos políticos en juego.
Las medidas represivas focalizadas, como el encarcelamiento de dirigentes, se combinan con una represión aparentemente indiferenciada, contra culpables por delitos supuestamente documentados y contra inocentes. Al encarcelar a las cabezas visibles de la APPO se le desconoce cualquier capacidad de interlocución seria y sus demandas se borran mediante una críptica declaración de los voceros de la Secretaría de Gobernación: con la APPO “se puede dialogar, pero no negociar”. Al detener más de 200 personas por la Policía Federal Preventiva, el gobierno obliga a negociaciones caso por caso para debilitar la capacidad de movilización de la APPO y desviar sus fuerzas hacia procesos judiciales amañados.
Otro de los objetivos perseguidos afanosamente por el gobierno federal, es hacer pasar la mano dura como política de Estado; con la “ejemplaridad” del castigo, se gana respaldo entre quienes creen a pie juntillas que sólo el músculo gubernamental puede frenar el conflicto, y se atemoriza a insumisos y a quienes les apoyan. Sin autocrítica alguna por la manipulación de los miedos utilizada en la campaña electoral presidencial, el actual gobierno pretende dar carta de legitimidad a la criminalización de la protesta social. Todo lo que cuestione al “orden” existente es condenable, independientemente de los contenidos democráticos que puedan encerrar sus reivindicaciones.
El peligro representado por los movimientos sociales, cuya faceta violenta es en parte inducida por provocadores profesionales financiados por el gobierno oaxaqueño, justifica inclusive los “excesos” en la represión según el discurso gubernamental federal. Acciones que terminan por pervertir el Estado de derecho. Así, a los detenidos se les trata como delincuentes de alta peligrosidad, que se les puede enviar a cárceles lejanas de Oaxaca, para dificultar su defensa, contraviniendo la legalidad en la materia; se les puede torturar, dar trato cruel e inhumano, o se les pueden fincar delitos inexistentes que los convierten en presos políticos, sin aceptarlos como tales.
El nudo autoritario está en la criminalización de la protesta social, pues la perversión del Estado de derecho implicada, está involucrando a las instituciones del Estado y del gobierno en la creación de un clima de animadversión contra los disidentes insumisos que genera una espiral de violencia e impunidad que se ejerce desde las autoridades gubernamentales responsables. Además de la experiencia autoritaria del secretario de Gobernación, que exacerba el conflicto oaxaqueño; se trata de una estrategia de Estado, con la complicidad del Poder Judicial, varios gobiernos locales y la mayoría legislativa; un peligroso camino al autoritarismo.
jpreciado@milenio.com
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Dia con dia queda claro: quienes alaban esta democracia simulada son como los tontos que nunca han visto a Dios y ante cualquiera se hincan. Rayuela, Jornada Jalisco 13Nov06
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