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domingo, diciembre 03, 2006

Opinión - Andres Valdez Zepeda

Paco, el halcón

Proceso Jalisco (1570) - 3/12/06

El panista más priista de Jalisco, como es conocido en la entidad Francisco Javier Ramírez Acuña, asume la Secretaría de Gobernación de la nueva administración de Felipe Calderón en medio de una serie de cuestionamientos de intelectuales y organizaciones de defensa de los derechos humanos.

Su único mérito es haber destapado a Calderón como precandidato presidencial y operado políticamente durante los comicios, usando los recursos públicos de los jaliscienses, para garantizarle un alto caudal de votos.

Poco importaron los escasos logros de su administración, que Jalisco haya retrocedido en materia de competitividad y que se encabece a las entidades del país en materia de destrucción ambiental. Tampoco importó que en el índice de Desarrollo Humano de Jalisco haya retrocedido a niveles comparables con países como Trinidad y Tobago. Lo importante fue que gozara de la confianza del nuevo presidente y que obtuviera una alta calificación en autoritarismo.

En este último renglón, por ejemplo, durante su gobierno las denuncias de violación de los derechos humanos -por tortura y detenciones ilegales y arbitrarias- aumentaron en 900%.
En petite comité Ramírez Acuña suele jactarse de ser un "gobernante con mano firme que ha puesto a los revoltosos en su lugar".

Su método es muy claro: captación o represión. Ha sido hábil para atraer a muchos priistas, sobre todo a los de vieja alcurnia, dándoles puestos en su administración e integrándolos a la nómina gubernamental, como es el caso del presidente del Colegio de Jalisco, el director del Instituto de Estudios sobre el Federalismo o del Instituto de Administración Pública del Estado de Jalisco y sus Municipios.

En la primera parte de su sexenio, el PRI llegó a tal nivel de sumisión al gobierno que, en los diferentes eventos de sus sectores y organizaciones, el gobernador panista era ovacionado como lo fueron los mandatarios en los mejores tiempos del otrora partido hegemónico de Estado.

Ramírez Acuña ha coptado también a líderes de izquierda mediante el mismo procedimiento, como es el caso de Carlos Margarito Sandoval García (en la Dirección del Centro Estatal de Estudios Municipales), y dicen los que saben que durante la pasada legislatura "maiceó" también a Claudio Palacios, entonces líder de la fracción perredista.

En la reciente elección local se decía que tanto Emilio González Márquez como Arturo Zamora -candidatos a la gubernatura por el PAN y el PRI, respectivamente- eran sus "gallos", ya que él "siempre apostaba a ganar ya cuidarse las espaldas". Ambos candidatos, en su momento, gozaron de las mieles de la nómina gubernamental, cobrando como asesores del gobierno del estado.

Pero si no le funciona ese método de coptación, recurre a la represión. Lo mismo la ha empleado para acallar con lujo de violencia a los jóvenes, a los altermundistas ya los campesinos, que a los universitarios y a los periodistas. Sí los encabezados, noticias y notas editoriales le molestaban, no dudaba en llamar al director del medio para pedir la cabeza del comunicador; si no la obtenía, amenazaba con retirar la publicidad gubernamental.

El autoritarismo, la intolerancia y la represión han sido su credo. Por medios autoritarios y artimañas logró imponerse en la convención estatal como candidato a gobernador en 2000, arrebatándole la candidatura mediante el empleo de tácticas priistas a Tarcisio Rodríguez Martínez, compadre de Felipe Calderón. Usando el poder de la nómina, logró derrotar a Fernando Garza Martínez en la elección interna para gobernador, de cara a la elección de 2006, e impuso de la misma forma a Eduardo Rosales, como presidente del Comité Directivo Estatal del PAN.

Con estos antecedentes, Francisco Ramírez Acuña asume la Secretaría de Gobernación con el propósito de usar su experiencia represiva, no contra los narcotraficantes y la delincuencia organizada -que en Jalisco viven en “plena paz social”-, sino hacia las organizaciones ciudadanas, los partidos opositores y los movimientos cívicos que, al ejercer los derechos constitucionales, reclaman un México diferente: democrático, próspero, justo y libre.

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Dia con dia queda claro: quienes alaban esta democracia simulada son como los tontos que nunca han visto a Dios y ante cualquiera se hincan. Rayuela, Jornada Jalisco 13Nov06

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