La Feria
- Año nuevo, expectativas limitadas
- Asumieron los nuevos gobiernos municipales
- Problemas en la ZMG a punto de estallar
El primer día del año nuevo encontró una Guadalajara tranquila y apacible que recibía a cientos de miles de tapatíos que salieron de vacaciones. La calma de las calles contrastaba con el desquiciante tránsito que saturaba las carreteras de acceso a la ciudad y obligaba a los conductores a marchar a vuelta de rueda durante kilómetros, antes de incorporarse a as avenidas citadinas. Hoy, la gente estará de nuevo en sus trabajos, con excepción del medio oficial que se reintegrará a sus labores hasta la próxima semana.
Poco antes, los alcaldes de 124 municipios de Jalisco y el Consejo Municipal del 125 habían asumido sus cargos para comenzar un nuevo trienio; una nueva etapa que lejos de generar expectativas, trae serias preocupaciones porque los problemas se agudizan y no hay planes firmes para resolverlos; particularmente en los municipios de la zona metropolitana de Guadalajara (ZMG). Además, hay memoria de actuaciones lamentables muy recientes en municipios muy importantes: en Zapopan, por ejemplo, dos alcaldes recientes (Daniel Ituarte y Cornelio Ramírez Acuña) salieron por la puerta trasera luego de graves denuncias de corrupción.
Pero no vayamos tan lejos. En el trienio que terminó antier, la nota la dieron personajes como Bertha Alicia Moreno, alcaldesa de El Salto, quien provocó un mayor desorden urbano al aprobar cambios al plan de ordenamiento del uso del suelo; esto traerá, sin duda, consecuencias. O como Palemón García, que dejó la alcaldía de Tonalá considerado como el peor alcalde de la historia de esta villa alfarera. Entre sus lindezas, no pagó a Pensiones del Estado el dinero que descontaba quincenalmente a los empleados de su Administración, vendió terrenos del municipio en condiciones oscuras para pagar este adeudo, acabó con la Casa de las Artesanías y fue enemigo de la cultura.
Ahora, al comenzar un nuevo ciclo, la mancha urbana tapatía enfrenta problemas muy severos, que han sido ignorados o subestimados por los ayuntamientos anteriores, y que amenazan con explotar. Algunos de ellos, entre los más severos, son los siguientes:
1) El desorden en el crecimiento urbano, que se manifiesta particularmente en Zapopan, en donde incluso las áreas de reserva, como el Nixticuil, están en riesgo de caer en manos particulares para ser fraccionadas y vendidas como ha ocurrido en el caso de extensas superficies de ese municipio. La presión de los terratenientes en ese municipio es enorme. El desorden también alcanza a Tlajomulco, cuyos fraccionamientos se extienden sin control (como ya se vio en el caso de las colonias inundadas), ni una infraestructura suficiente que permita, por ejemplo, una comunicación ágil con el centro de Guadalajara. Tlajomulco tampoco está dejando áreas suficientes para escuelas, hospitales, mercados, etcétera, en los nuevos fraccionamientos, lo que tendrá consecuencias. Finalmente, El Salto se presenta como un punto conflictivo en materia de orden urbano, debido a que su crecimiento no ha sido definido por especialistas, sino por intereses que apabullan al poder municipal.
2) La contaminación del aire se agrava paulatinamente en la ZMG; no hay un plan de contingencia ambiental adecuado ni tampoco un programa que busque detener el problema. Lo que hay es apenas una especie de paliativo ambiental. Muchas de las fábricas de Guadalajara no han aceptado instalar el equipo que permita disminuir sus emisiones contaminantes; y además la mayoría no está obligada a parar en caso de emergencia ambiental. Ni siquiera se percibe la necesaria coordinación entre los niveles municipal, estatal y federal, en materia de lucha contra el envenenamiento del aire. No hay programa eficaz y en cambio los venenos siguen causando muertes y enfermedades, como lo ha documentado la Universidad de Guadalajara, por ejemplo, en la peligrosa zona de Miravalle.
3) La destrucción del bosque urbano continúa. Ligado al problema anterior, hay que hacer notar la destrucción del arbolado de la ciudad, realizado con terca persistencia por las recientes administraciones municipales. Cientos, miles de árboles son echados abajo con el pretexto de que se han convertido en un peligro. Sería importante que se aclarare a dónde van a parar esos millones de decímetros cúbicos de madera, producto de la tala de árboles tapatíos. Y, por si fuera poco, la Comisión Federal de Electricidad (CFE) también entiende que los árboles son sus enemigos y los corta hasta dejarlos más chaparros que los alambres conductores del fluido eléctrico. La avenida Avila Camacho es uno de los más patéticos ejemplos de la forma en la que la CFE ha transformado el paisaje urbano. No hay que olvidar que el arbolado constituye un elemento regulador de la humedad y la temperatura de la urbe.
4) La seguridad pública. Se trata de uno de los problemas más complejos. Son muchos los factores que inciden en este rubro y pertenecen a distintos dominios. Uno de ellos, por cierto, es la insuficiencia de acciones que fomenten la cultura, la solidaridad, el bienestar y disminuyan la miseria; pero, sin profundizar en este punto, podemos decir que hasta ahora ha quedado claro que no existe una verdadera coordinación entre las policías municipales, las estatales y las federales. Por el contrario, en los años anteriores la prensa ha difundido hechos que nos dejan la seguridad de que hay fricciones y enfrentamientos entre agentes de distintas dependencias. Y lo primero que se requiere para combatir a la delincuencia organizada es la coordinación.
5) Finalmente, mencionaré que el problema del transporte sigue sin solución; y aunque es cierto que pertenece a una esfera distinta a la municipal, mucho podría avanzarse si los ayuntamientos de la ZMG muestran interés y presionan para abrir nuevas puertas de solución.
Y con ese inventario habrá que recibir el año. Cualquier paso que se dé en sentido positivo habrá que agradecerse, aunque, como lo señalé, no hay muchos motivos para ser optimistas en estos rubros. Y eso es todo por ahora, nos leemos mañana en esta página.
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