La dimisión
La Jornada
El país no puede continuar por seis años más hundiéndose en un desastre institucional, con un gobierno sometido a dictados del exterior, que sin autoridad alguna, a bandazos, y en el que toda una serie de fuerzas y grupos de derecha intervienen, busca destruir el orden constitucional, sin tener más proyecto que el de hacer de México una zona de ocupación abierta a la explotación y especulación del capital trasnacional.
1. La República no recuerda un inicio de gobierno tan desastroso en más de 80 años que el de la administración de facto de Felipe Calderón, el panista impuesto en la silla presidencial mediante un escandaloso fraude electoral en 2006, quien al no tener un proyecto nacional ha ido durante seis meses de traspié en traspié, en una absoluta catástrofe que es hoy reconocida por sus propios partidarios al evaluar que en sus dos principales promesas de campaña -la creación de empleos y el fortalecimiento de la seguridad- las cosas han ido a la inversa.
2. El fracaso de Calderón, del que hablan todos los analistas de la derecha, pues está llevando a un enfrentamiento al interior de Acción Nacional, deriva de dos circunstancias. La primera es la insignificancia política de éste, producto de los inconfesables compromisos que adquirió para ser impuesto, los que están propiciando que intervengan para imponer decisiones de gobierno, desde miembros de la administración Bush, de la jerarquía católica, o Salinas y su gente, hasta Elba Esther Gordillo, Fox y diversos grupos empresariales. Y la segunda, que en las limitadas parcelas de poder en las que se le ha permitido actuar, y que van desde algunas designaciones hasta diversas acciones, como la supuesta lucha contra el narcotráfico, sus iniciativas han sido deplorables.
3. El fracaso absoluto de la campaña propagandística que lleva a cabo utilizando de manera anticonstitucional al Ejército para supuestamente luchar contra el narco, y que se saldó por la ejecución de cinco militares en Michoacán el miércoles 2, muertos como es evidente en una acción ilegal para hacerle propaganda a un gobernante ilegítimo, ha sido la gota de agua que ha derramado el vaso. Y los reproches empiezan a sucederse: el intento de "legitimar" a un gobernante espurio con las fuerzas armadas pretendiendo presentarlo como un político "con autoridad", se dice, derivó en un "baño de sangre".
4. Las vías institucionales para someter al gobierno espurio a la legalidad y detener el desastre nacional pasarían de necesidad por el Congreso, pero el hecho de que las bancadas del PRI se hallen sometidas a la dirección salinista de su partido, encabezada por Beatriz Paredes, y aparezcan más dispuestas a seguir doblegándose ante el PAN, avalando las privatizaciones, la cancelación de derechos de los mexicanos y el desmantelamiento del orden constitucional, que a poner un alto a la irracionalidad, cierra toda perspectiva institucional.
5. Una paradoja de los tiempos actuales es el doblegamiento de los priístas al PAN, aceptando incluso que en Yucatán el gobierno panista les haga fraude en las elecciones de gobernador, o que a escala federal Acción Nacional aparezca como un partido de Estado, que impunemente utilice los programas sociales para comprar votos, o que se jacte de su nueva maquinaria para hacer fraude tras la experiencia de 2006, como lo revela el plan Manzana Azul publicado en Proceso 1591, en el que se prevén las mismas acciones ilegales que antaño utilizaba el PRI, enriquecidas por otras, entre las que destaca el uso perverso de los medios.
6. El acotado espacio de poder que tiene, Calderón lo sigue utilizando perversamente para luchar contra Andrés Manuel López Obrador, por el que sigue obsesionado ante el hecho de que su popularidad no disminuye, y no sólo pretende copiarle (aunque en términos caricaturales) varias de sus propuestas que tanto combatió como "populistas", como la reducción de sueldos de los funcionarios y ahora en el sureste las pensiones a las personas mayores, sino que en los medios continúa con una vergonzosa campaña oficial de denostación contra AMLO.
7. Las políticas fundamentales del Estado se siguen aplicando, en todo caso, por funcionarios que al margen de Calderón acatan órdenes del exterior, como Agustín Carstens, de Hacienda; Luis Téllez, de la SCT, o Jesús Reyes-Heroles, de Pemex, que actúan de manera cada vez más subordinada a los organismos financieros, bajo la coordinación del hispano Juan Camilo Mouriño, el supuesto número dos del régimen, señalado como uno de los principales traficantes de influencia del calderonismo y ejemplo de la gran obsesión de los gobernantes panistas: hacer "negocios".
8. Felipe Calderón dimitió desde antes de asumir el cargo de su responsabilidad ética y política de respetar la legalidad constitucional y ha dimitido en el ejercicio de facto del poder, de su compromiso de ejercerlo conforme a la ley.
9. ¿No podría ahora dimitir de las funciones que ilegalmente asumió y prestarle así un único servicio al país, como lo hizo Ortiz Rubio, el otro nopalito, en 1932?
10. El éxito de la protesta nacional contra la privatización del ISSTE muestra, como lo teme la ultraderecha en el poder, que el pueblo está en movimiento, que conoce sus derechos y que no está lejano de exigir esa dimisión.
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