Plaza Liberación
Reto de Sandoval a Rivera Carrera
Mapache panista
Jornada Jalisco
De los 46 diputados a la Asamblea Legislativa del Distrito Federal (ALDF) que el 24 de abril pasado aprobaron despenalizar el aborto, si éste se practica antes de las 12 semanas de gestación, sólo uno había expresado sus temores de que el voto de una reforma en el terreno legal le causara problemas en el terreno espiritual.
Se trata, como se dijo entonces y él mismo lo reveló tres días después, del coordinador priísta Jorge Schiaffino Isunza. El de este viejo priísta es un caso excepcional, no porque en su fuero interno tenga la certeza de un castigo divino, sino porque la advertencia de la excomunión y su ejercicio profesional de reformar leyes causó una discusión de carácter familiar.
En los días posteriores a la aprobación de las modificaciones al Código Penal y a la Ley de Salud de la ciudad de México, el ex dirigente priísta sería testigo en una boda por la Iglesia, y la pregunta que rondó su entorno personal sería si el sacerdote le permitiría, inclusive, el acceso al recinto, ya no digamos participar de la misa y, por supuesto, comulgar.
Aunque la propia Iglesia católica se enredó entre las declaraciones de sus jerarcas, para determinar si los 46 asambleístas y el jefe de Gobierno del Distrito Federal, Marcelo Ebrard –que promulgó los cambios legales– habían sido declarados o no sin derecho a la comunión, este domingo la Arquidiócesis de Guadalajara dio su propia aportación a ese galimatías y, de paso, lanzó un reto al cardenal Norberto Rivera Carrera.
La Arquidiócesis de Juan Sandoval emprendió una nueva disquisición sobre lo que puede definirse como la “autoexcomulgación”, y en ese sentido zafarse de la responsabilidad de aplicar una sanción de tal calado a miembros de su grey.
Como lo ha hecho en las semanas recientes, la Arquidiócesis continuó ayer el debate sobre el aborto en las páginas de su Semanario, aun cuando las posiciones expresadas a través de ese órgano de difusión ya derivaron en una solicitud formal del PRD a la Secretaría de Gobernación para sancionar a Sandoval, por llamar “hijos de las tinieblas” a quienes votaron la reforma.
En su editorial, Semanario cita el comentario exegético al Código de Derecho Canónico, publicado por la Universidad de Navarra, en 1995, para señalar que el cánon 1398 señala que “quien procura el aborto, si éste se produce, incurre en excomunión ‘latae sententiae’”.
Es decir, asegura, se “incurre automáticamente” en una pena y refiere que el tipo previsto en esa disposición eclesiástica es el de aborto provocado, y no el frustrado o la tentativa, porque son “formas incompletas de comisión del delito” y, por lo tanto, no son punibles. Es decir, no se aplica la excomunión.
En ese sentido, para la Arquidiócesis tapatía las reformas legales aprobadas por la Asamblea Legislativa y promulgadas por Ebrard no permiten concluir si la acción de los legisladores y del gobernante encajan literalmente en el tipo penado, a su vez, por la jerarquía. Y añade: “parece como si los legisladores en favor de la despenalización del aborto hayan cuidado sus palabras, precisamente para no caer en una clara excomunión”.
Esta conclusión lleva a la prelatura de Sandoval a otra: que a los asambleístas y a Ebrard no se les puede aplicar la sanción de manera directa, pero sí determinar una “intención” para promover el aborto. Con todo, considera que sólo ellos y su conciencia podrán evaluar el efecto de sus decisiones.
Más aún, la Arquidiócesis de Guadalajara exigió una posición de Rivera Carrera “que ayude a aclarar esta cuestión… por encontrarse la disputa y los involucrados en su territorio (sic)”.
Es decir, que para Sandoval Iñiguez y los jerarcas de la Iglesia en Jalisco, la desobediencia civil a la que convocó Norberto Rivera no es suficiente. Y, de manera adicional, resulta preocupante el tono que se utiliza para referirse a la controversia desatada por la Iglesia y organizaciones de la ultraderecha panista con las que se vincula.
Porque para el cardenal de Guadalajara no se trata, pues, de un debate sino de una disputa, ni de actores políticos sino de involucrados, y que la polémica no se desarrolla en la capital del país sino en el territorio de Norberto Rivera. Un discurso que está desfasado 150 años. Nada más.
Del archivero
En la víspera de las elecciones para gobernador en Yucatán, en el municipio de Tixkokob, simpatizantes del PRI descubrieron a Antonio Patrón Laviada, hermano del actual Ejecutivo estatal, Patricio Patrón, cuando presuntamente repartía entre 200 y 500 pesos a electores, en una típica acción de compra de votos. El candidato priísta a la alcaldía, Adolfo Calderón, fue quien dio la voz de alerta y Antonio Patrón intentó huir en una camioneta Land Rover de su propiedad. A su paso, el hermano incómodo arrolló a personas, chocó con un auto Tsuru y arrasó tres motonetas. La policía, que disparó gases lacrimógenos, rescató a Patrón. Y tanto que los panistas se llenaron la boca en criticar a los mapaches del PRI, que se convirtieron en lo que más odiaban, con tal de proteger sus cotos de poder. La pregunta es: ¿así será el resto de elecciones en la era de Calderón?
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