Arcediano: hacia la irresponsabilidad total
La Jornada Jalisco
Las autoridades tapatías y jaliscienses, al través de los años, se han caracterizado por destruir lo que tanto trabajo y esfuerzo costó edificar y por realizar proyectos dañinos para el bienestar de la población. Ejemplos hay y muchos: no importó perder la armonía arquitectónica y urbanística de Guadalajara abriendo “veloces” vías de comunicación para darle prioridad a los automóviles, ni deformar céntricas fachadas de sobrada belleza para, en su lugar, montar escaparates donde la mercancía se puede mirar, oler, palpar, es decir, para vender, vender y vender. Los caprichos e intereses económicos de ciertos grupos de poder han sido la ley, el precepto, el argumento incriticable.
Para estos intereses económicos las objeciones no valen nada, los argumentos contrarios de poco sirven. Tal es el caso de la presa de Arcediano, el proyecto que ha sido defendido a capa y espada por las autoridades panistas. Dicen de él que es una maravilla, que resolverá los problemas que ahora tiene la ciudad y los que tendrá después; la salvación a la falta de agua en la zona conurbada de Guadalajara, una panacea, pues, en toda la extensión de la palabra: la presa de Arcediano como única salida ante el caos inminente. Así se ha vendido el proyecto y, en no pocos casos, a todo aquel que ose contrariar la construcción o quizá externe alguna duda sobre su viabilidad, se le ha desprestigiado. Al cabo, piensan los de arriba (que ahora se visten de azul y blanco), los inconformes de hoy son los renegados de siempre, lo que nunca dicen “sí” y sempiternamente espetan “no”, los que no desean ni quieren que México sea un país de triunfadores.
Después de una lucha incansable y a contracorriente de varios grupos de la sociedad civil –que impidió por un tiempo el inicio de las obras–, las autoridades, por fin (y gracias al sospechoso desistimiento de Fausto Gutiérrez Cabrera de un amparo), dieron el primer paso en su empecinado proyecto: el desmantelamiento del puente de Arcediano. Y comienzan desde ahora los problemas: Concrefoc, la empresa encargada de quitar y reubicar el histórico puente, ha formulado ya el típico discurso de los “altos costos”. Alfonso Romero, representante de la compañía, en el segundo día de trabajo indicó: “La licitación salió de 13 millones, pero no sabría decirle si el monto que tenemos se va a duplicar. Todavía faltan los cables, las columnas y el museo de sitio que es pequeño”. Si en esta primera etapa ya se está hablando de “duplicar” costos, ¿a cuánto verdaderamente ascenderá el precio del embalse?, ¿se tendrá el dinero suficiente para el saneamiento de las aguas negras?, ¿los tapatíos estarán condenados a usar líquido putrefacto y a pagar vía impuestos el financiamiento de un elefante blanco?
Desde siempre el proyecto de la presa de Arcediano ha sido una tomadura de pelo, pero una tomadura de pelo que juega con la salud de más de cuatro millones de personas; una verdadera falta de responsabilidad de las autoridades. En un principio se pensó que el costo total sería de 6 mil 700 millones de pesos; sin embargo, el precio será mayor, mucho mayor. Incluso el actual titular de la Comisión Estatal del Agua, el irascible ex alcalde de Guadalajara, César Coll Carabias, no conoce una aproximación del monto total: “mientras no tengamos la definición de cuál va a ser el tipo de cortina, sus dimensiones, pues no podemos hablar de que si va a costar esto o va a costar lo otro, serían cifras en el aire”. Es decir, se comienza una obra de la cual no se sabe cuánto va a importar ni cómo se financiará el monto total.
El verdadero problema no son los posibles actos de corrupción en los cuales incurrirán las autoridades estatales ni la ineficacia para tener un proyecto donde se sepan los costos reales. El verdadero problema es que con una presa llena de aguas negras, la salud de las personas estará en peligro y las consecuencias serán aciagas. ¿Cuánto dinero se invertirá para curar las enfermedades producidas por las aguas contaminadas?, ¿cuántas lágrimas correrán por los carrillos de los familiares de personas que morirán o enfermarán debido al mal estado del líquido?
La presa de Arcediano es una irresponsabilidad y un peligro para el bienestar de la población tapatía, pero, como siempre, hay muchos intereses económicos de por medio y la obcecación por el proyecto es inefable. El Santiago es uno de los ríos más contaminados de México y del mundo; ni siquiera la construcción de plantas de tratamiento de aguas será garantía para la limpieza del vital líquido que recibirán los ciudadanos en sus casas. ¿Por qué la premura?, ¿por qué la cerrazón a escuchar y reflexionar en los argumentos de quienes están en contra de la construcción de la presa?, ¿por qué no apostarle a la educación y ahorro de agua en la ciudadanía?, ¿por qué no revisar y reparar las alarmantes fugas que se tienen en la red de distribución del agua?, ¿qué mueve a los panistas a empecinarse en edificar un proyecto costoso y de dudosos beneficios?
No cabe duda, para ellos, para quienes ahora gobiernan el estado, nada vale, ni las voces en contra ni los estudios científicos y serios que demuestran la falta de viabilidad del proyecto. Nada, absolutamente nada vale. Y lo peor, juegan con la salud y el bienestar de la población que dicen representar. Es tiempo de alzar la voz, de levantarla por los que habitan esta tierra hoy y por quienes la habitarán mañana, es el momento de decir no y de hacerlo alto, que se escuche, que suene, que sepan los de arriba que no se juega ni se envida el futuro de los tapatíos. Es tiempo del no, de un no que rechace todo matiz y que busque, simple y llanamente, evitar el sufrimiento en el futuro, la catástrofe provocada por la irresponsabilidad, la rapiña y la cerrazón de unos cuantos.
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