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jueves, enero 18, 2007

Opinión - Jorge Souza Jauffred

La Feria

La Jornada Jalisco - 18/01/07

- Calderón explica por qué asumió el poder

- La paz se debe en gran parte a la oposición

- CCIJ: empleos a mayores a cambio de impuestos


El presidente Felipe Calderón hizo un corte de caja el día de ayer y guiñó el ojo a la oposición. En una entrevista con un diario nacional, justificó su arribo al cargo al explicar que el país “vivía una zozobra generalizada” y él se vio en “la necesidad de asumir el poder con todas sus consecuencias”. Más adelante, dijo que los liderazgos de la oposición son ahora “más responsables”, y por lo tanto el momento “es más propicio para el diálogo”. Es, sin duda, lo que tenía que decir. Un buen parlamento para la prensa.

Calderón acierta cuando dice que ahora la situación es menos tensa que como lo fue durante el periodo electoral. Los temores disminuyeron, las presiones se aflojaron, los ánimos poco a poco se tranquilizan; pero eso no significa que él haya calmado la efervescencia nacional. Muy por el contrario, fueron sus violentos mensajes electorales y la participación abierta (y violenta) del entonces presidente Vicente Fox y de amplios sectores electorales los que provocaron el malestar general y condujeron al país al estado de “zozobra generalizada” que reconoce Calderón.

El regreso aparente de la calma tampoco significa que las causas por las que luchó la oposición en los comicios recientes no estén vigentes y que incluso puedan motivar nuevas protestas. Sigue siendo válido y debe lucharse aún ahora por una sociedad más justa; sigue siendo válido intentar frenar el saqueo de los recursos del país; sigue siendo válido buscar un gobierno que trabaje con la mirada puesta, también, en quienes menos tienen.

Y ése es el punto. No es que el país esté tranquilo porque Calderón arribó al poder. Lo está porque las acciones de protesta que realizó Andrés Manuel López Obrador al frente de sus seguidores fueron acciones pacíficas y nunca se desbordaron hacia la violencia, como pudo ocurrir. Es cierto que en determinados momentos, la frustración, la ira, de quince millones de mexicanos que se sintieron engañados por unas elecciones tendenciosas y amañadas, se vio reflejada en actos duros de los legisladores de oposición y otros líderes perredistas; pero no pasó de ahí. La paz prevaleció en todo momento y eso es algo que el gobierno actual podría agradecer principalmente a López Obrador.

Aún así, los problemas que motivaron el movimiento de oposición al régimen que representa Calderón continúan vigentes. La pobreza no ha mejorado ni un ápice; por el contrario, los más necesitados sufrieron ya dos nuevos golpes: la elevación de precios de la leche y de la tortilla; y les afectará severamente la cascada de aumentos en los productos básicos, bajo el pretexto del incremento al precio del maíz. Tampoco se han generado más empleos ni han aparecido motivos para creer que así ocurrirá. Por el contrario, cada día hay nuevos signos de alerta que parecen indicar que los organismos empresariales dan nuevos pasos para arrebatar los derechos del trabajador, con el pretexto de que sus empresas sean “más competitivas”.

Ayer mismo, después de que Calderón hablara sobre competitividad empresarial en Monterrey, en la ciudad de Guadalajara el presidente del Consejo de Cámaras Industriales de Jalisco, Javier Alberto Gutiérrez Trevino, exponía una nueva idea surgida del gremio que representa: los empresarios están dispuestos a contratar a personas de entre 40 y 60 años, porque se trata de ciudadanos que tienen –dijo– una larga experiencia que pueden transmitir a las nuevas generaciones. Expuso que “toda esa gente que está en las casas viendo novelas o llevando a sus nietos a la escuela tiene grandes conocimientos y la estamos desperdiciando”.

Sólo que (he ahí la cuestión), Gutiérrez Treviño agregó que los empresarios, a su vez, podrían beneficiarse con un cobro reducido de la cuota del seguro social por estas personas; por ejemplo, dijo, por los de 40 a 45 años que se le cobre al empresariado sólo la mitad de la cuota patronal; por los de 50 años, que el empresario se ahorre el 65 por ciento de la cuota y por mayores de 60 que no se pague nada. Indicó que con éste ultimo sector no se pagaría “porque la mayoría está jubilada”. Así que, la exposición de estas ideas, que incluyen la conculcación de los derechos de los trabajadores de la edad que sea, significa de hecho una nueva embestida patronal, a favor de la “competitividad”.

Las cenizas de Rulfo. Los diputados estatales se apresuraban para aprobar, al fin, que una estatua del escritor jalisciense Juan Rulfo fuera colocada en la Rotonda de los Jaliscienses Ilustres. Las cenizas, ya se sabe, no estarán en ese sitio debido a que la viuda del escritor, la señora Clara Aparicio, ha dicho que prefiere tenerlas cerca de ella y por eso no permitirá que se depositen en Guadalajara. Otro problema es que las cenizas del escritor están mezcladas con las de una mujer, según la voluntad del propio autor de Pedro Páramo.

Ayer fue el aniversario número 27 de la muerte del estupendo narrador que fue Agustín Yáñez; sin dejar a un lado su labor como promotor de la cultura, realizada desde los altos cargos oficiales que desempeñó. El autor de novelas y relatos magistrales dejó grabados pasajes memorables de lo que fueron Guadalajara, la zona de la costa, Los Altos de Jalisco y otras regiones del México de su tiempo; una época que ya no volverá, pero que quedó en las páginas de sus libros como invaluable testimonio.

Por cierto que, para recordarlo y gracias a una cortesía de la familia, la Secretaría de Cultura imprimió mil ejemplares de uno de sus cuentos.

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