La Jornada Jalisco - 02/01/07
Por lo general, todos abrigamos cierta esperanza en que el año que termina se lleve muchos de los males, fracasos y errores que tuvimos y cometimos durante los últimos doce meses, y en consecuencia deseamos que el año que inicia nos traiga todos los éxitos, logros y bienestar de los que carecimos en el año que se fue. Hacemos, compramos, vestimos, comemos todo lo que se nos dice con tal de que el año nuevo sea mejor, y efectuamos toda especie de promesas y juramentos para obtener lo anhelado. Para ello, ya escribimos cartas al Niñito Dios, a Santa Clos, al papá Noel o a los reyes, con la esperanza de que alguno de ellos se apiade de nosotros y nos complazca.
Como ciudadanos las esperanzas se reproducen y se incrementan sobre todo cuando es un año en el que se renuevan las autoridades gubernamentales en los tres órdenes de gobierno, federal, estatal y municipal. Desafortunadamente, como ciudadanos no contamos con toda una industria de creencias y tradiciones que nos permitan guardar la esperanza en que nuestras peticiones serán satisfechas. Sin embargo, no podemos rendirnos y dejar de hacer un esfuerzo por elevar nuestro clamor a alguno de los santos, en esta ocasión, elegí a los Santos Reyes o Reyes Magos, que seguramente con la precariedad económica de la población, deben estar al punto del desempleo, por lo anterior, a ellos me dirijo.
En primer lugar, pienso en un Presidente de la república que se asuma como un verdadero jefe de Estado de todos los mexicanos y que no responda exclusivamente a los intereses electorales del partido que lo llevó al poder, así como un Presidente que decida poner un freno y ponderar las peticiones de los grupos que lo apoyaron en su campaña, es decir, la élite empresarial, eclesiástica y financiera ávida de cobrar facturas, facturas que al final de cuentas el costo corre por cuenta de los ciudadanos. Asimismo un Presidente que resista la tentación de la complicidad y elimine el temor para combatir la delincuencia en todos sus frentes, de cuello blanco, de crimen organizado, narcomenudeo, tráfico de influencias, etc. Que también sea más sensible al clamor de la gente más desprotegida, que tenga olfato y tacto para detectar y atender los asuntos que pueden generar graves conflictos, en los que por falta de astucia o de sensibilidad, los convierten en asuntos que únicamente y desde su óptica, pueden ser resueltos a través de la fuerza pública. En fin, más política, más consenso, menos improvisación, más resultados.
Por otra parte, en el caso del poder Legislativo federal, lo deseable es que exista mayor disposición al diálogo, a la tolerancia y al consenso, dejar como último recurso la aplanadora mayoritaria, buscar conciliar las partes, tener la sagacidad para leer que la sociedad quiere acuerdos entre los políticos, quiere resultados, dejar de pensar que a la sociedad se le olvidarán en los próximos años sus mentiras, sus chantajes, sus excesos. Deben entender que son necesarias las reformas en materia hacendaria, laboral, de energía, electoral, etc. Que de llegar a acuerdos todas las fracciones ganarán, que podrán recuperar un poco la credibilidad y la confianza que han perdido ante sus electores.
En el ámbito local, los anhelos no pueden ser menores, la composición del Congreso del Estado está puesta para generar una vida parlamentaria de acuerdos y resultados, o de estancamiento y chantaje, el hecho de que el Partido Acción Nacional tenga 20 diputados y los demás partidos juntos tengan 20, servirá para continuar con la compra de legisladores o bien para legislar en consenso. Más acuerdos sustanciales, más seriedad, menos legislación confeccionada como trajes a la medida: Ley de Transparencia, ley Argüelles, etc. Menos bonos, menos protagonismo y más resultados.
En cuanto al gobernador y los presidentes municipales, lo deseable es que piensen menos en la elección futura, en el próximo cargo que ocuparán y pensar más en las necesidades de la gente, la seguridad, obra pública, metropolización de servicios, atención a las regiones del estado, menos compras amañadas como las patrullas Stratus, o rústicas y turbias gestiones como la realizada en Tonalá, mayor profesionalización, honestidad, en fin, menos ruido y más nueces.
Me detengo aquí porque sé que estoy metiendo en aprietos a los Reyes, seguramente será muy difícil complacerme, pero con la mitad de lo que he pedido me doy. Feliz año.
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