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martes, noviembre 21, 2006

Ramírez Acuña mostró el músculo en el ultimo festejo revolucionario de su sexenio

Nuevamente, represion en Jalisco, por parte de un gobierno intolerante y 'fascifico'...

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- Elementos del grupo antimotines reprimieron a campesinos en el centro de Guadalajara

- Fracasaron en su intento de entrevistarse con el gobernador para exponerle sus problemas

JUAN CARLOS G. PARTIDADA – Jornada Jalisco 22/11/06

"¿Dos minutos? No. Ya, de una vez". Y de una vez, 200 antimotines al ritmo sincronizado de los toletes que chocan contra los escudos, de las botas que chocan contra el pavimento, de los dientes que chocan contra los dientes, avanzan del sur, del norte;.cercan a los campesinos que tienen tres años en busca de una infructuosa cita con el gobernador Francisco Ramírez Acuña, acorralan sin posibilidad de escapatoria a los manifestantes que se acuestan en medio de la ciudad a exigir justicia, a celebrar con su protesta por los problemas agrarios que prevalecen, el aniversario 96 de la revolución.

"Paso redoblado, yaaa". Se ven sonrisas debajo de los cascos, el golpeteo sincronizado de toletes, escudos, botas, dientes pierde el ritmo entre la gritería que se desata. Son las 12:30 horas de un lunes feriado, de viento fresco, de un gobernador que minutos antes -a unos pasos de donde inicia el zafarrancho- reía dentífrico ante- el desfile oficial, era premiado por su "apoyo al deporte", se veía feliz en la víspera que lo llevará de Jalisco a la capital del país .como inminente ~cretario del gabinete federal.

"Orita vas a ver cabrón, no sabes con quién te metes". El tolete baja del cielo y se estampa en la humanidad de Saúl Gallardo Méndez, líder de la Confederación Campesina Cardenista de Occidente (CCCO), como una señal de bengala que desata la macaniza, las patadas, los empujones. Niños, mujeres, ancianos corren pero no pueden escapar del cerco que los envuelve, los compacta. El terror se apodera de los más débiles, los menos se defienden y ,firman su sentencia para ser blanco de la desproporcionada muestra de fuerza estatal, de la firma al epílogo de un sexenio que termina con la, policía en las calles para reprimir bajo la excusa favorita del que ya se va: el estado de derecho.

"Mami, mami, mami". Ciudadanos pedestres, en las aceras, con -los ojos desorbitados, presencian la paliza horrorizados, muchos gritan y mientan madres a los uniformados que parecen disfrutar su encomienda, que cumplen más allá de al pie de la letra la orden. Del cielo siguen los toletes bajando a los cuerpos, receptores de patadas. Saúl es finalmente detenido, también su aguerrido hijo Alejandro, también la embarazada Socorro quien jadea ante los golpes y vino desde La Huerta a protestar por el despojo de sus tierras. El sombrero charro del lider campesino queda tirado en el pavimento, justo en el cruce de 16 de Septiembre y Juárez, desgarrado parece un signo que un fotógrafo de prensa recoge para su colección particular de la represión en Jalisco.

"Yo, nomás pasaba, iba, con mis hijos a tomar el tren". Guadalupe Tamayo está sentado en el piso, no llora, sólo está absorto, perdido en lo incomprensible que es para un niño de nueve años haber sido arrollado por una turba vestida de negro después de salir de paseo con su padre Eutiquio, quien prefirió el centro de Guadalajara para presenciar el desfile más espectacular que en Tonalá, donde viven. Quien sí llora, quien sí gime, pero que igual que su hermano está absorta en la sinrazón de lo inexplicable es la hija de Eutiquio, de diez años, a quien de su boca escurre sangre y de sus ojos más estupor que lágrimas. En la turba un ¿reportero? de Televisa recuerda sus dotes de policía y con su antebrazo retiene por el cuello a un campesino al que luego suelta, sonríe cuando varios policías le festejan su acción.

"¿Para qué se quedó, no ve que era peligroso?". Varias, mujeres al paso increpan al comandante acicalado y de bigote engomado, al que padece vitiligo, al que está vestido de civil, no es justo, es increíble, por qué los atacan. Sus hijos les jalan las blusas, les tiran de la mano, vámonos, ya hay paso. El Pinto, en sus botitas de campaña y con la apostura de su padecimiento cutáneo, se acomoda el cuello desgarrado en el jaloneo, se sacude las mangas, no hace caso de las increpaciones. Los manifestantes ya fueron obligados a subirse a las aceras, les tienden un nuevo cerco, se abre la circulación vehicular.

"Queremos a Saúl, queremos a Saúl". Nadie sabe dónde está el líder, nadie sabe el saldo que después terminaría en trece detenidos -liberados por la tarde, golpeados casi todos-. Mario Alberto Sandoval, secretario de la CCCO es buscado por el funcionario estatal que dio la orden y que advirtió de los dos minutos de plazo, el subsecretario de Asuntos del Interior, Jorge Torres. Negocian en voz baja, Sandoval les pide a sus compañeros retirarse a las oficinas centrales de su organización. Es el precio para que les regresen a su gente y a su líder.

El otro desfile

El tamaño del miedo y el músculo del gobierno salieron temprano a las calles del centro. Un gigantesco operativo con al menos 800 policías estatales y municipales de Guadalajara copó los accesos a la avenida 16 de Septiembre. Un cerco que no sólo impidió el paso que buscaban comerciantes ambulantes desalojados de sus lugares de venta y el de los 500 manifestantes de la CCCO buscaban para entrar al desfile, sino él de cientos de ciudadanos que tardíamente arribaban desde el oriente tapatío para presenciar la marcha conmemorativa del 20 de noviembre.

"Estamos de apoyo con la policía estatal, hay puntos de contención sobre Hidalgo, Madero, López Cotilla; Juárez, pero por fortuna todos los manifestantes vienen pacíficamente y lo que estamos pidiéndoles es que no intervengan en el desarrollo normal del desfile. Ya después, cuando termine (el desfile) si ellos quieren hacer un desfile legítimo, jajajaja, ahorita que está de moda, pues podrán hacerlo", ríe Luis Carlos Nájera, secretario de Seguridad Pública de Guadalajara.

La contención se mantuvo por tres horas, hasta el mediodía. Luego inició el otro desfile, el que festeja la verdadera revolución de acuerdo. al contenido Saúl Gallardo, quien cumplió su tercer año de infructuosa tentativa de meterse a la marcha oficial, al "show de cirqueros y deportistas donde no cabemos los deportistas". Un preámbulo que los manifestantes aguantaron a pie firme, que sirvió para calentar el espíritu rumbo a la zacapela que se avecinaba, cuyo saldo por cierto será hoy denunciado ante la Comisión Estatal de Derechos Humanos en una queja formal, y en una denuncia penal contra Jorge Torres -autor material- y Francisco Ramírez Acuña -intelectual- de la macaniza, patiza que se vivió el centro.

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Dia con dia queda claro: quienes alaban esta democracia simulada son como los tontos que nunca han visto a Dios y ante cualquiera se hincan. Rayuela, Jornada Jalisco 13Nov06

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