Transición mexicana: Salto al vacío.
Germán Robles Castañeda
Redes Ciudadanas
La toma de la tribuna de Sn. Lázaro desde el pasado martes, por parte de grupos de diputados tanto del PAN como el PRD es la consecuencia natural de haber dejado pendiente el proceso de transición política que el país ya exigía desde hace mucho tiempo. A un día de que Fox deje el cargo y se cumplan 6 años precisos de su mandato; es inevitable evocar la memoria a aquellos días de ingenuo júbilo por que inaugurábamos nuestro tránsito democrático de manera pacífica; había concluido con la alternancia un régimen de más de 70 años, y creímos que ese camino abría las esperanzas para futuros gobiernos plurales, en un marco de respeto al derecho y en la construcción paulatina y civilizada de nuevas reglas.
Empero, Vicente Fox no fue capaz de leer el mensaje que millones de mexicanos como nunca emitimos en las urnas para darle una cabal mayoría y bono democrático a un Fox que lo que tenía que hacer era sentar las bases para concretar el proceso de transición hacia el futuro, hacia el mediano plazo, digamos. Y es que el primer pasó si se cumplió y fue el de la alternancia política y pacífica, que en realidad sólo fue un cambio de partidos en un esquema ya inviable, pero que es lo único que tenemos como ciudadanos. Alternancia que sólo quedó en el papel, pues en realidad Fox, incubó y mantuvo como entenados a las mismas tepocatas y víboras prietas que prometió desterrar.
En síntesis Fox no hizo nada por abolir, ni estorbar a las viejas estructuras de poder y corrupción, sino que pacto con ellas para tener un mínimo de gobernabilidad. No leyó tampoco el mensaje que le exigía como una reforma inmediata y fundamental, la reforma del Estado, muy por el contrario se empecinó de manera torpe en impulsar reformas estructurales que nunca pasaron por el congreso, dichas reformas no son más que el intento reaccionario de pulverizar el orden constitucional a favor de los dictados del FMI y el BM. En el 2000 era el tiempo preciso, que no permitía prorroga, para que en el marco de la alternancia se impulsaran las reformas tanto electorales, como políticas y de Estado afín de garantizar nuevas reglas del juego para una mejor convivencia política, para el desarrollo democrático y las reformas progresistas que el país reclama a gritos. El enorme capital político que Fox acumuló en unos meses fue dilapidado rápidamente.
No había más tiempo, se tenían que impulsar reformas y avances sustanciales que sentaran las bases políticas que proyectaran hacia quince o veinte años la transición democrática que el país requiere ante su tamaño y complejidad. Pedir sin embargo esto al foxismo es parte de una exigencia popular lógica, exigencia congruente con lo que Fox había prometido. Nada más alejado de la realidad, fue pedir peras al olmo. Se nos vendió una alternancia de cartón y en la práctica siguieron vigentes los mismos esquemas gerenciales del poder, la tecnocracia continuada y priísmos neoliberales reciclados.
Todavía hace algunos cuatro años la nomenclatura del Stablishment, en sus foros de opinión discutían si ya se habría concretado a partir del 2000 no sólo la alternancia sino la transición de una vez. (Súper ¡SIC!). A seis años de distancia y viendo el estado de crisis política actual, la toma de la máxima tribuna, la hoguera oaxaqueña y la guerra desatada por el narco, la polarizaciòn social, es una estupidez hablar de transición; y quizá hasta de la alternancia, no hay tal, en un sistema que sólo permite cambio de personajes, más no de escenarios. No hubo alternancia, simplemente el PRI por su torpeza y traiciones fue despedido de los Pinos.
Como demonios hay quienes se atreven a comparar la transición española con la mexicana –en el supuesto que esta se haya dado- Jamás fueron cumplidas las condiciones, tales como el pacto político para la construcción de reglas democráticas, tampoco se saldaron en México cuentas con el pasado vía comisión de la verdad, ni tampoco se derrumbaron los vicios del viejo sistema, ni se dio una inclusión oportuna de todos los actores políticos en la construcción de nuevos acuerdos. El extinto régimen Foxista sólo mezcló las nuevas aguas con las viejas aguas negras, se matizó el viejo régimen pero no se destituyo, se siguió operando con él.
Es por ello que a seis años de distancia, de aquel 1 de diciembre del 2000, lo que era alegría republicana, fue tan fallido y espurio, ingenuo que el día de hoy vemos que lo que parecía en principio un avance hacia la democracia y la transición hoy es el punto del resquebrajamiento del pacto social, hoy más que nunca está en riesgo un pacto que hace varias décadas habíamos firmado para mantener una mediana estabilidad y administración de las buenas condiciones sociales como la justicia y la igualdad que aún siguen siendo saldos pendientes.
Pasamos por el transito de un régimen a otro, pero en el ínterin no construimos las reglas para la transición, y nos encontramos en el punto de que no tenemos proyecto de auténtico arraigo social para el país, no sabemos que diablos queremos como nación, transitamos sin construir, estamos sobre la base de la nada y a un paso del despeñadero, pues en lugar de respetar la democracia y las leyes Fox y el Panismo se dieron el lujo de cometer un fraude electoral en el peor momento para el país. Ese es el trasfondo de porque está tomada la tribuna, del porque los golpes y la disputa por impedir la toma de Felipe Calderón, la raíz de todo es el fraude electoral, la ilegitimidad. Calderón tiene un problema de origen que engloba el concepto de lo que debe ser la república, si asume, el usurpa, viola los principios republicanos. Calderón y su partido violaron la ley electoral, hoy no pueden pedir que se respete la constitución y se le permita asumir como Presidente si en principio ellos violentaron el mismo orden.
Cuestión de causa y efecto, y esto es sólo el principio del quiebre del pacto social, si se rompen los pocos vasos de comunicación y diálogo, se termina el orden, no habrá más salida que negociar y aplicar la política; los viejos rituales y el presidencialismo ya son anacrónicos, acostumbrémonos a ver como los ritos se rompen y más aún si quién se pretende ostentar como presidente no tiene legitimidad, el conflicto post electoral del pasado 2 de julio se extenderá y explicará mucho de porque los futuros fenómenos de crispación. Todo ello nos podría meter en una seria crisis constitucional y sólo quienes ostentan los poderes, que son juez y parte del conflicto podrán meter orden.
La alternancia real y democrática aún está pendiente, con la agresión hacia la izquierda mexicana de impedir su paso hacia el poder pareciera que la alternancia está congelada y sin salida inmediata, y que como salida natural se le dio forma de resistencia civil y pacífica, con una presidencia legítima y un gabinete de sombra. De la transición ni hablamos, si es por las vías electorales está fue cerrada al paso, en lo inmediato sólo una revuelta social podría establecerla, pero no parece lo más efectivo ni conveniente para la estabilidad social del país. Vienen tiempos difíciles, no sólo para la izquierda sino para el conjunto, para la vida democrática de México, ante la falta de nuevas reglas, el fraude electoral, las contrapartes desnudan sus posturas radicales e irreductibles, tensionando al máximo los preceptos constitucionales, el PRD es marginado, excluido, compelido a posturas de exacerbada oposición y subsistencia, mientras que el PRIAN buscará defender sus prebendas y al Stablishment abusando del aparato estatal, del policiaco, de argumentos leguleyos para el escarnio a adversarios y de manipulación ideológica a través de los medios masivos. Nuestra democracia está en pañales, es natural y encomiable que se rompan los esquemas y tengamos escenarios de debate y disputas públicos, cosa imposible en el viejo régimen, empero, lo anterior no está a discusión; el problema radica en que no hay en medio nada, no hay reglas y esto derivará en una crisis que puede llevarnos a la anarquía y descontrol y peor aún a darle un golpe fulminante a nuestra incipiente democracia, que aunque débil y poco efectiva no tenemos otra. Es tiempo de recapitular, de retroceder y privilegiar la política a fin de reconvenir a todas las partes. La otra opción, sino se acepta lo anterior es dar el siguiente paso al filo del despeñadero. ¿Quién quiere ser el primero?
------------------------------------------------------Empero, Vicente Fox no fue capaz de leer el mensaje que millones de mexicanos como nunca emitimos en las urnas para darle una cabal mayoría y bono democrático a un Fox que lo que tenía que hacer era sentar las bases para concretar el proceso de transición hacia el futuro, hacia el mediano plazo, digamos. Y es que el primer pasó si se cumplió y fue el de la alternancia política y pacífica, que en realidad sólo fue un cambio de partidos en un esquema ya inviable, pero que es lo único que tenemos como ciudadanos. Alternancia que sólo quedó en el papel, pues en realidad Fox, incubó y mantuvo como entenados a las mismas tepocatas y víboras prietas que prometió desterrar.
En síntesis Fox no hizo nada por abolir, ni estorbar a las viejas estructuras de poder y corrupción, sino que pacto con ellas para tener un mínimo de gobernabilidad. No leyó tampoco el mensaje que le exigía como una reforma inmediata y fundamental, la reforma del Estado, muy por el contrario se empecinó de manera torpe en impulsar reformas estructurales que nunca pasaron por el congreso, dichas reformas no son más que el intento reaccionario de pulverizar el orden constitucional a favor de los dictados del FMI y el BM. En el 2000 era el tiempo preciso, que no permitía prorroga, para que en el marco de la alternancia se impulsaran las reformas tanto electorales, como políticas y de Estado afín de garantizar nuevas reglas del juego para una mejor convivencia política, para el desarrollo democrático y las reformas progresistas que el país reclama a gritos. El enorme capital político que Fox acumuló en unos meses fue dilapidado rápidamente.
No había más tiempo, se tenían que impulsar reformas y avances sustanciales que sentaran las bases políticas que proyectaran hacia quince o veinte años la transición democrática que el país requiere ante su tamaño y complejidad. Pedir sin embargo esto al foxismo es parte de una exigencia popular lógica, exigencia congruente con lo que Fox había prometido. Nada más alejado de la realidad, fue pedir peras al olmo. Se nos vendió una alternancia de cartón y en la práctica siguieron vigentes los mismos esquemas gerenciales del poder, la tecnocracia continuada y priísmos neoliberales reciclados.
Todavía hace algunos cuatro años la nomenclatura del Stablishment, en sus foros de opinión discutían si ya se habría concretado a partir del 2000 no sólo la alternancia sino la transición de una vez. (Súper ¡SIC!). A seis años de distancia y viendo el estado de crisis política actual, la toma de la máxima tribuna, la hoguera oaxaqueña y la guerra desatada por el narco, la polarizaciòn social, es una estupidez hablar de transición; y quizá hasta de la alternancia, no hay tal, en un sistema que sólo permite cambio de personajes, más no de escenarios. No hubo alternancia, simplemente el PRI por su torpeza y traiciones fue despedido de los Pinos.
Como demonios hay quienes se atreven a comparar la transición española con la mexicana –en el supuesto que esta se haya dado- Jamás fueron cumplidas las condiciones, tales como el pacto político para la construcción de reglas democráticas, tampoco se saldaron en México cuentas con el pasado vía comisión de la verdad, ni tampoco se derrumbaron los vicios del viejo sistema, ni se dio una inclusión oportuna de todos los actores políticos en la construcción de nuevos acuerdos. El extinto régimen Foxista sólo mezcló las nuevas aguas con las viejas aguas negras, se matizó el viejo régimen pero no se destituyo, se siguió operando con él.
Es por ello que a seis años de distancia, de aquel 1 de diciembre del 2000, lo que era alegría republicana, fue tan fallido y espurio, ingenuo que el día de hoy vemos que lo que parecía en principio un avance hacia la democracia y la transición hoy es el punto del resquebrajamiento del pacto social, hoy más que nunca está en riesgo un pacto que hace varias décadas habíamos firmado para mantener una mediana estabilidad y administración de las buenas condiciones sociales como la justicia y la igualdad que aún siguen siendo saldos pendientes.
Pasamos por el transito de un régimen a otro, pero en el ínterin no construimos las reglas para la transición, y nos encontramos en el punto de que no tenemos proyecto de auténtico arraigo social para el país, no sabemos que diablos queremos como nación, transitamos sin construir, estamos sobre la base de la nada y a un paso del despeñadero, pues en lugar de respetar la democracia y las leyes Fox y el Panismo se dieron el lujo de cometer un fraude electoral en el peor momento para el país. Ese es el trasfondo de porque está tomada la tribuna, del porque los golpes y la disputa por impedir la toma de Felipe Calderón, la raíz de todo es el fraude electoral, la ilegitimidad. Calderón tiene un problema de origen que engloba el concepto de lo que debe ser la república, si asume, el usurpa, viola los principios republicanos. Calderón y su partido violaron la ley electoral, hoy no pueden pedir que se respete la constitución y se le permita asumir como Presidente si en principio ellos violentaron el mismo orden.
Cuestión de causa y efecto, y esto es sólo el principio del quiebre del pacto social, si se rompen los pocos vasos de comunicación y diálogo, se termina el orden, no habrá más salida que negociar y aplicar la política; los viejos rituales y el presidencialismo ya son anacrónicos, acostumbrémonos a ver como los ritos se rompen y más aún si quién se pretende ostentar como presidente no tiene legitimidad, el conflicto post electoral del pasado 2 de julio se extenderá y explicará mucho de porque los futuros fenómenos de crispación. Todo ello nos podría meter en una seria crisis constitucional y sólo quienes ostentan los poderes, que son juez y parte del conflicto podrán meter orden.
La alternancia real y democrática aún está pendiente, con la agresión hacia la izquierda mexicana de impedir su paso hacia el poder pareciera que la alternancia está congelada y sin salida inmediata, y que como salida natural se le dio forma de resistencia civil y pacífica, con una presidencia legítima y un gabinete de sombra. De la transición ni hablamos, si es por las vías electorales está fue cerrada al paso, en lo inmediato sólo una revuelta social podría establecerla, pero no parece lo más efectivo ni conveniente para la estabilidad social del país. Vienen tiempos difíciles, no sólo para la izquierda sino para el conjunto, para la vida democrática de México, ante la falta de nuevas reglas, el fraude electoral, las contrapartes desnudan sus posturas radicales e irreductibles, tensionando al máximo los preceptos constitucionales, el PRD es marginado, excluido, compelido a posturas de exacerbada oposición y subsistencia, mientras que el PRIAN buscará defender sus prebendas y al Stablishment abusando del aparato estatal, del policiaco, de argumentos leguleyos para el escarnio a adversarios y de manipulación ideológica a través de los medios masivos. Nuestra democracia está en pañales, es natural y encomiable que se rompan los esquemas y tengamos escenarios de debate y disputas públicos, cosa imposible en el viejo régimen, empero, lo anterior no está a discusión; el problema radica en que no hay en medio nada, no hay reglas y esto derivará en una crisis que puede llevarnos a la anarquía y descontrol y peor aún a darle un golpe fulminante a nuestra incipiente democracia, que aunque débil y poco efectiva no tenemos otra. Es tiempo de recapitular, de retroceder y privilegiar la política a fin de reconvenir a todas las partes. La otra opción, sino se acepta lo anterior es dar el siguiente paso al filo del despeñadero. ¿Quién quiere ser el primero?
Dia con dia queda claro: quienes alaban esta democracia simulada son como los tontos que nunca han visto a Dios y ante cualquiera se hincan. Rayuela, Jornada Jalisco 13Nov06
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