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viernes, noviembre 17, 2006

La noche más larga del año

Escritos al Caminar

Victor Eduardo García


Ocurrió del sábado 28 al domingo 29 de octubre. A las dos de la mañana, atrasando los relojes sesenta minutos, le agregamos una hora. Así llegó a su fin el horario de verano, en uso del cual, México fue sumergido por una ola de historia, un tsunami de tiempo. Pareciera que al modificar el horario, hubiéramos modificado la realidad. Nos hundimos en una dimensión insospechada. Desde un impreciso domingo de abril hasta el último domingo de octubre, el país atravesó los arcos de entrada del tercer milenio de la cuenta cristiana. Lo que podría pasar en el futuro, ya está pasando y es urgente afrontarlo. Bordeamos la proximidad de los desastres.

México no es exactamente un pueblo homogéneo. Tantas y tales son nuestras diferencias, que se han convertido en el signo distintivo de la nación. Identidad sin unidad, desacuerdo polifónico, su carácter delata esquizofrenia en su máxima expresión. México es muchos otros. “No nosotros, ustedes…” México es la exclusión que confirma la regla. “Ustedes no, nosotros…” En sus extremos, México es el ideal de unos y el botín de otros; en medio, está la vida cotidiana, la cruda sobrevivencia sin ideales ni botines. En tiempos de excepción, como el transcurrido mientras estuvo en uso el horario de verano, México despliega el poder de sus alas: el vuelo de su historia agita el tiempo y nos sitúa Al Filo del Agua, usando la expresión con que Agustín Yáñez tituló la magnífica novela en la que narra la vida provinciana, poco antes de que estallara la Revolución.

En su ficción, Yáñez nos muestra un pueblo acostumbrado a una existencia sin sobresaltos, sumido en el conservadurismo, regido por el temor de Dios y gobernado por “gente de razón”. Antes que el desmadre armado arribe y tal vez aniquile su modo de vida, el deseo aparece en el sitio y reclama su lugar en las almas y los cuerpos de sus habitantes. El flujo del tiempo anuncia lo nuevo, provoca desacuerdos e incluso tragedias. Terminada la novela, el lector queda en libertad de imaginar la fuerza con que el sismo moral, bélico y político habrá de sacudir a la población.
El momento histórico descrito por Yáñez en la conclusión de la obra, me parece similar al que nos presenta la realidad, tras el fin del horario de verano. ¿Estamos al filo del agua o nos desplazamos sobre el filo de una navaja? Avanzamos al borde del precipicio. Como si viajáramos en una carcacha destartalada con la dirección atrofiada, malos frenos y débiles faros, se nos viene la noche y entramos a una zona de curvas.
Cantó Oaxaca. Durante el largo verano de ficción creado por las autoridades para aprovechar durante más tiempo la luz solar y así ahorrar energía (además de llevarse a cabo la contienda electoral que desencadenó en golpe de estado), en Oaxaca los maestros de la ya famosa Sección 22, se convirtieron en la vanguardia de un vigoroso movimiento social. El problema planteado por los educadores es crónico y de tanto presentarse, se había convertido en una especie de tradición. Como las pastorelas que se repiten cada año, los maestros de distintos estados estallaban su huelga, realizaban marchas e instalaban plantones. Tiempo después se anunciaba una solución provisional al problema; líderes y autoridades pactaban un incremento salarial mínimo; los maestros aceptaban a regañadientes; la vida seguía su curso.

Este año fue diferente. La represión ejercida por el gobernador oaxaqueño causo muertes y endureció la postura de los maestros, quienes recibieron el apoyo de distintas organizaciones y formaron la Asociación Popular de los Pueblos de Oaxaca, la APPO. Y así, un conflicto básicamente laboral, se transformó en uno fundamentalmente político. Las demandas salariales de los maestros pasaron a segundo término, ante la exigencia colectiva de la renuncia de Ulises Ruiz, el góber.

En cuestión de días, el movimiento cobró fuerza y valor. No sólo se plantó en distintos campamentos en la capital oaxaqueña, sino que incluso tomó varias estaciones de radio, desde las que transmitió su punto de vista, en lugar del de los poderosos. Gradualmente, el conflicto se convirtió en tema de interés nacional. Y, de pasó, en la primera consecuencia negativa de la usurpación que, “oficialmente”, habrá de iniciarse el primero de diciembre.

Así, como los panistas necesitan de los priístas para que Felipe Calderón tome el poder, aquellos necesitaron de éstos en el senado de la República, para no declarar la desaparición de poderes en Oaxaca. Prefirieron ambas instituciones, pilares de la república simulada, optar por la fuerza. Y tras la noche más larga del año, el domingo 29 de octubre, la PFP intentó tomar la capital oaxaqueña.

Y la tomaron, aparentemente, instalándose en el zócalo de aquella ciudad. Retomaron las estaciones de radio, todas menos Radio Universidad. Y ya. Los maestros y la APPO se replegaron, pero continuaron controlando algunas zonas, entre ellas la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca y el convento de Santo Domingo. El jueves siguiente repelieron de la Universidad a las fuerzas de la PFP, en un enfrentamiento que habrá de recordarse por años. Cínicos y falsos, hasta entonces los panistas elevaron su voz para pedir la renuncia del gobernador. Algunos priístas insinuaron que debe irse; otros, lo siguen apoyando.


Tras su triunfo en la batalla de la Universidad, la APPO se anota otro, éste de carácter político, con la mega marcha que se llevó a cabo el domingo pasado en Oaxaca. Y entonces… bom. Quién sabe quién y para favorecer a quién, tres bombas estallan en la Ciudad de México. Una en un banco, otra en el tribunal electoral y otra más en la sede del PRI. Cualquier especulación al respecto puede ser cierta, pero cualquiera puede ser falsa. ¿A quién beneficia la incertidumbre? ¿A quién le da tiempo? ¿A quiénes fortalecen los bombazos y a quiénes debilitan?

Un fantasma recorre México. Decía párrafos arriba que los tiempos que corren me parecen similares a los que describe Yáñez en Al Filo del Agua. En la novela, los conservadores ven, aterrados, el arribo de lo nuevo y hacen todo lo posible por evitarlo, exorcizarlo, tal vez sea el término exacto. Hoy, viernes diez de noviembre de 2006, me entero que ayer, la bancada del PAN boicoteó un punto de acuerdo en la cámara de diputados, gritando “herejes, herejes…”, a quienes pretendían conminar al antipresidente Fox a no devolver a la iglesia católica ciertos recintos, como el Claustro de Sor Juana y el Ex Convento de Santa Teresa, dedicados hoy a la educación, el primero, y a actividades culturales de vanguardia, el segundo.


De los muchos méxicos que coexisten, hay dos necesariamente unidos e irremediablemente irreconciliables: el laico y el católico, el de los liberales y el de los conservadores, el de la izquierda y el de la derecha. Conviven confrontados. Su pleito es viejo, pero rejuvenece con los recambios generacionales, tanto de quienes pugnan por la libertad, la democracia, la igualdad… como de sus oponentes, aquellos que ahora no sólo pretenden conservar sus privilegios actuales, sino recuperar los que perdieron.


Es entonces cuando, para los primeros, la expresión “legado histórico” abandona el entrecomillado al que la condenó la demagogia y, ya sin comillas, legado histórico es percibido como la herencia histórica que garantiza a todos mexicanos el ejercicio de su libertad y el disfrute de todos los derechos que dan o deberían dar forma a su nación, libre y soberana. En sí, la confrontación podría no ser mala; la unión de los opuestos, no sólo los debería complementar, también podría generar una convivencia dinámica y civilizada, en la que todos se preocuparan por un desarrollo común e incluyente. La realidad, sin embargo, difiere de esta opinión, que no pasa de ser un buen deseo.


Lo que en verdad ocurre es una lucha encarnizada, entre quienes creen que debemos avanzar sin perder lo que la historia ganó para todos y quienes desean retornar al pasado para apropiarse de todo en beneficio sólo de algunos. No es una moneda lo que está en el aire, es el ser de México lo que vuela. ¿Caerá de aquel lado o caerá de este?
(VEG)
notengomail69@yahoo.com.mx

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