El legado de Ramírez Acuña
Rubén Martín - Público Milenio 23/11/06
Hace unas semanas, anticipando su incorporación al gabinete federal, Francisco Ramírez Acuña respondió que se iba “feliz y muy contento” de Jalisco porque, según él, dejaba un estado mejor que como lo recibió. “Entonces me voy muy, pero muy contento”, dijo.
“Muy, pero muy contento”, fueron las palabras textuales del gobernador con licencia y a quien muchos colocan ya como próximo secretario de Gobernación. El optimismo desbordado es, por regla general, el discurso de los gobernantes. Lo que hay que resaltar es que ese optimismo es compartido por políticos de todos los partidos, empresarios a quienes les ha ido muy bien en el sexenio (gracias al “capitalismo de amigos”), dirigentes universitarios y varios periodistas que continuarán quemándole incienso a Ramírez Acuña. Ellos se encargarán de destacar, e incluso magnificar, los resultados del gobierno en curso. Pero en este ambiente grandilocuente en el que se está despidiendo a este gobernante hay poco espacio para la crítica y cero autocrítica.
Poco se hablará de que Jalisco se consolida como uno de los estados más desiguales del país. Por su contribución al Producto Interno Bruto, ocupa la cuarta posición nacional, pero a la hora del reparto per cápita, Jalisco baja hasta la posición número catorce.
Poco se hablará del desastroso modelo económico que produce ganancias constantes para los inversionistas pero no crea los empleos que requiere esta sociedad, ni la estabilidad o el respeto a los derechos laborales. En materia de empleo este sexenio es un fracaso: se ofrecieron al menos 70 mil empleos cada año y apenas se crearon 27,877 cada doce meses. En el gobierno de Ramírez Acuña hubo un déficit de más de 270 mil empleos. Es una de las razones por las que en este sexenio salieron cada año 58 mil jaliscienses a buscar suerte en Estados Unidos.
En la ola de festejos por la partida de Ramírez Acuña, poco se hablará de que los empleados en Jalisco necesitan cada vez más horas de trabajo para comprar la canasta de productos básicos para subsistir y de los constantes ataques a los derechos laborales y la creciente tendencia a la subcontratación, que es sinónimo de un trabajo precario, flexible y sin garantías. En resumen, más presión, más estrés, y más incertidumbre sobre el futuro de cada persona.
Poco se hablará que en materia de derechos políticos y libertad de expresión este fue un sexenio desastroso y francamente regresivo, como lo constató la Comisión Estatal de Derechos Humanos de Jalisco en su recomendación de septiembre y el vergonzoso capítulo de la represión el 28 de mayo de 2004, cuyo informe especial de la CNDH fue ignorado.
Poco dirán los apologistas de este gobierno acerca de la creciente vigilancia, presión y criminalización de la protesta social que caracterizó este gobierno. Los policías volvieron a tener permiso para reprimir, para hostigar a los ciudadanos que salieron a las calles a expresar una idea o a protestar por algún problema social. Con Ramírez Acuña, además, volvió la presión hacia los medios de información.
En estos seis años Jalisco padece la peor crisis medioambiental de su historia. Guadalajara es ahora una ciudad más contaminada que el Distrito Federal, entre otras cosas porque no se reordenó el transporte público gracias a que se privilegiaron los intereses privados. Al favorecer a empresarios de la construcción y de los negocios inmobiliarios (quienes pagaban las campañas de los candidatos panistas) se dejó al traste el reordenamiento urbano de la zona metropolitana: el resultado, un modelo de gestión de la vivienda que excluye a los pobres y la clase media baja del centro de la ciudad y la obliga a adquirir vivienda fuera del Periférico.
De lo que sí se hablará es los méritos de Ramírez Acuña como hombre del poder. De sus habilidades para tejer acuerdos con los grupos políticos y de la paz social. Pero veamos. Los meritos políticos fueron usados para usar el aparato de gobierno para promover sus aspiraciones políticas personales y las de su grupo y los acuerdos fueron con los mismos actores privilegiados que han sido dueños del poder en Jalisco, los mismos que compartían el poder con los gobernantes priistas. De la mesa del diálogo y de los acuerdos se excluyó a pueblos indígenas, a grupos sociales que reclamaron algún derecho, a los trabajadores que pelearon por sus salarios o por su empleo, a campesinos que defendieron su tierra y a productores de leche y de maíz afectados por la apertura comercial. Con ellos no hubo diálogo y se impuso la paz del hostigamiento, la cerrazón y el autoritarismo político. Así que Ramírez Acuña se va “muy, pero muy contento” a un cargo en el Distrito Federal. Es un optimismo que lastima a los grupos menos privilegiados en Jalisco.
rmartin@publico.com.mx------------------------------------------------------
Dia con dia queda claro: quienes alaban esta democracia simulada son como los tontos que nunca han visto a Dios y ante cualquiera se hincan. Rayuela, Jornada Jalisco 13Nov06
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