Julio Hernández López
A confesión de videoproductor...
¡Oh, el estado de derecho!
El propio Carlos Ahumada reconoció ayer ante su periodista favorito que la exhibición de una parte de su colección de videos fue "un granito de arena que se sumó a lo que finalmente ocurrió en julio del año pasado". Un granito de arena (¿o de sal?, ¿o de Sal(inas)?) pensado en función de átomo para programarlo desde el poder con sentido de explosión nuclear contra un adversario electoral condenado al exterminio político. Ahumada se reconoce -entrevistado en confianza- como parte de un engranaje que impidió la victoria de Andrés Manuel López Obrador (¡oh, no: que a nadie se le ocurra usar la palabra complot, proscrita del diccionario nice de la intelectualidad, los académicos y los "comunicadores" sensatos!). Y, a decir verdad, tiene razón el empresario de arena, pues sus servicios videográficos fueron subastados a clientes políticos (Fox, Marta, Salinas, Diego, entre otros) que usaron al patiño Federico Doring para llevar al payaso Brozo las imágenes de actos de corrupción política que supuestamente destrozarían al peje entonces inalcanzablemente enjabonado. Ya en libertad, y formalmente declarado inocente (el crimen paga; los jefes de la mafia nunca dejan abandonados a quienes saben callar o, en el caso, oportunamente hablar), Carlos Ahumada se siente con la satisfacción del deber cumplido, de la misión completada. A confesión de videoproductor, relevo de prueba electoral. La voz autorizada de Ahumada se suma a las de Fox, Espino y Gordillo que con toda tranquilidad han hablado de la manera en que contribuyeron a establecer la falsa diferencia ínfima del 0.56 calderónico.
La liberación de Ahumada produjo de inmediato una oleada mediática de regocijo por el magnífico estado de salud de la legalidad mexicana y de indignación apenas contenida por el hecho de que un inocente (qué inocente ni qué nada: ¡inocentísimo!) hubiese pasado tantos días (mil 131) en la cárcel nomás porque sí. Los juglares electrónicos del estado de derecho se detendrían con especial escrúpulo en los incidentes que rodearon la liberación del hombre de Rosario (no, perdón, no nació en esa ciudad argentina, sino en Córdoba) y su inmediato sometimiento a una comparecencia ante un agente del Ministerio Público para diligenciar otros expedientes delictivos en su contra. Con tan mala suerte esos jueces del micrófono que el tiempo electrónico se les acabó y no pudieron detenerse, por ejemplo, en los detalles escandalosos de la confabulación (¡oh, no, esos términos no existen en el angelical mundo de los cárteles de la política mexicana!) entre los gobiernos federal y veracruzano para darle carpetazo al asunto de la señora Ernestina Ascensión en Zongolica, ni de la escandalosa condena a Ignacio del Valle, ni de la geografía mexicana cambiada por motivos de guerra, en la que Carácuaro fue entendido como la combatida Caracas y Apatzingán como Afganistán (el tecleador lucha contra el diablillo intrigante que le insiste en que la premura y los detalles oscuros de la emisión de la sentencia absolutoria de Ahumada son una maniobra mediática de distracción para que no se atienda adecuadamente la gravedad del golpe militar -el golpeo, pues- dado este lunes al estado de derecho y a las autoridades civiles... no, perdón: a los narcotraficantes michoacanos. Triunfa, como se ve, el angelito que propone respetar las instituciones, confiar en la autonomía y honorabilidad de los jueces y creer en las coincidencias de la vida, así que nada de lo escrito a lo largo de este paréntesis ha sido aprobado por el autor para su publicación. ¡Gulp temeroso de un bazucazo!).
Carlos Ahumada fue sentenciado ayer a 67 años y medio de impunidad (con libre goce de riqueza acumulada) porque sirvió a los propósitos de quienes de diversas maneras conspiraron (¡tache al Niño Astillero por insistir en ese vocabulario malsonante!) contra López Obrador, y seguirá aportando granitos de arena a la causa de quienes hoy lo han liberado jurídicamente y lo quieren beatificar mediáticamente.
Astillas
Una firma especializada en contratación de personal, denominada Corporativo Empresarial, solicita aspirantes a ejecutivos que sean de "tez blanca". Anuncios puestos en Internet (http://jobsearch.occ.com.mx/getjob.asp?jobid=1436328) por el citado corporativo informan que "líder en la industria del juego en Latino América solicita gerente para México" que debe tener, entre otros requisitos: "28 a 40 años de edad, BUENA PRESENTACION, TEZ BLANCA" (mayúsculas en el original). El cargo ofrecido es la gerencia de sistemas, con un sueldo a negociar entre los 35 y 50 mil pesos mensuales y Polanco como zona de trabajo. Los interesados deben hablar a Corporativo Empresarial, con Yenni de Fermín Santamaría, al 5292-5570 de la zona corporativa de Santa Fe, en la ciudad de México... El corresponsal de La Jornada en Zacatecas, Gerardo Flores, informó el pasado domingo del uso del Museo Goytia para un desfile de modas organizado por "el voluntariado" del DIF de aquella entidad que así juntó dinero para pagar los gastos de la presentación de la cantante Lupita D'Alessio en un festival por el Día de las Madres. La gobernadora Amalia Medina estuvo presente en el acto que fue idea de su madre, la señora Conchita Medina. Pero ese uso arbitrario y ofensivo del patrimonio histórico de los zacatecanos no fue único. Un día después del museístico desfile de modas (www.imagenzac.com.mx/ 2007/05/07/nosotros7.htm) se casó Bárbara Romo Fonseca, hermana de Luis Gerardo, el secretario general de Gobierno del estado, y la fiesta del caso se realizó en los jardines del Instituto Zacatecano de Cultura. Ya en otras ocasiones, la Ciudadela del Arte (a unas cuadras del palacio de gobierno) ha sido "prestada" para velorios, comidas privadas, cenas nocturnas a la luz de la luna y actos organizados por la Corona cervecera... Y, mientras Lydia Cacho recuerda en los birlos limados del rin de una llanta atentatoria los ojos concentradamente amenazadores de Jean Succar Kuri en reciente careo, o las palabras violentas de Kamel Nacif en llamadas telefónicas con el góber precioso, o la sonrisa de éste, Mario Marín, ante su aliado presidencial que de vez en cuando lo visita, ¡hasta mañana, en esta columna arenosa!
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