Autoritarismo en construcción
La Jornada Jalisco 21/01/2007
Jorge Gómez Naredo
El alcalde panista de Celaya, Gerardo Hernández Gutiérrez, tuvo la idea de “fichar” a todos los periodistas del municipio guanajuatense, justificando dicha acción porque, según dijo, “me interesa saber quién es el reportero, cómo piensa, para quién trabaja, de dónde es. Es normal, como parte de un conocimiento, y lo veo como parte del equipo de trabajo” (sic). En una conferencia de prensa, el mismo alcalde pidió a la reportera del diario AM, Luz Zárate, se retirara, pues “queremos a un reportero positivo para Celaya; vamos a hablar para que nos manden a otro”. En el Estado de Jalisco, el gobernador interino, Gerardo Octavio Solís Gómez, envió al congreso una ley (planeada por el actual secretario de gobernación, Francisco Ramírez Acula) para que policías estatales puedan infiltrarse en las bandas de la delincuencia organizada u otros movimientos colectivos.
En la celebración del cumpleaños del arzobispo ortodoxo Antonio Chedraoui (donde se dio cita buena parte de las élites religiosa y política: ¡viva el estado laico!), Francisco Ramírez Acuña prometió mano dura. El secretario de gobernación argumentó que en este sexenio los objetivos son “la aplicación de justicia, la mano firme con todos los canales de comunicación, buscando que el intercambio de ideas nos lleve a mejores puertos, pero sobre todo sabedores de que, por encima de la ley, nadie, y todos luchando por el bienestar de nuestro país”. El viernes pasado, Felipe Calderón, en una reunión marcial en Acapulco, dijo que será “un presidente cercano a las fuerzas armadas”, que pugnará porque se respete el “estado de derecho” en todo México y que no se tolerará ningún desafío al Estado.
Los anteriores ejemplos son indicios claros, nítidos, diáfanos, de la puesta en marcha de un régimen de intimidación, el primer escalón para llegar a un sistema autoritario donde toda desviación al pensamiento hegemónico o cualquier acción de presión ciudadana sea catalogada como “un peligro para México”. El alcalde de Celaya quiere tener datos de todo reportero incómodo y pide a la prensa ser “positiva”. El gobierno panista de Jalisco, por su parte, precisa infiltrar a policías encubiertos en organizaciones delictivas, pero también podría usar a esos mismos agentes secretos en cualquier movimiento social. Los mensajes de Ramírez Acuña y de Felipe Calderón son claros: o se callan y calman todos aquellos que no están conformes o se les aplicará el “rigor de la ley”, una ley, es importante mencionarlo, que se ejecuta con discreción y no es respetada por las mismas autoridades.
En el Estado de Oaxaca, Ulises Ruiz, quien se hace llamar “gobernador” de aquella entidad, ha intimidado, torturado y asesinado a miembros del magisterio y de la APPO por el simple hecho de pensar distinto y querer cambiar la situación de miseria e injusticia que reina en aquella región. No ha habido, hasta ahora, ningún castigo a Ulises Ruiz. Entonces, ¿dónde quedó el “estado de derecho”?, ¿dónde el objetivo de ver un México seguro, sin delincuencia? Felipe Calderón llegó a la presidencia a través de un fraude electoral, en el cual participaron los consejeros del IFE, el TRIFE, Vicente Fox y buena parte de la élite panista. Mancillaron los avances democráticos en el país y no hay, hasta ahora, ningún castigo, ¿dónde está el “estado de derecho”?
La Constitución Mexicana en su artículo 123 dice: “Los salarios mínimos generales deberán ser suficientes para satisfacer las necesidades normales de un jefe de familia, en el orden material, social y cultural, y para proveer a la educación obligatoria de los hijos”. Al permitir el irrisorio incremento al salario, los líderes sindicales, empresariales y el gobierno federal infringieron la ley, ¿dónde quedó el “estado de derecho”? La mano firme que pregonan Felipe Calderón y Ramírez Acuña ¿dónde está cuando se trata de hacer justicia al pueblo, a la inmensa mayoría de los mexicanos?
Los discursos de “mano firme”, “seguridad” y “estado de derecho” son la fachada, los pretextos para construir un régimen autoritario. Ahora el gobierno panista se enfoca a perseguir narcotraficantes (o hace como que los persigue), mostrando en las pantallas de televisión supuestos “logros”, pero los verdaderos destinatarios de esta mano dura son todos los movimientos sociales, los que hay y los que habrá en poco tiempo, los inconformes, los que piensan distinto, los que, simple y llanamente no están de acuerdo con la mediocridad de Felipe Calderón y su gobierno. Por eso, hoy se necesita urgentemente la organización de la población para detener a quienes piensan que el tolete y la televisión son los únicos instrumentos para gobernar. Hoy se precisa decir: “¡ya basta!”
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