Opinión
El Occidental
26 de enero de 2009
"¿Y si se nos cae el país?" Esta pregunta se la han hecho muchos mexicanos, cientos de miles: seguramente millones. No se la hacen así, de esa forma, con esas palabras. Todos la plantean desde su perspectiva, desde su manera de ver el mundo. Habrá quien diga: "¿y si me quedo sin trabajo?"; otros, en cambio, la formularán así; "¿y si ya no tengo para comprar los alimentos, los medicamentos, para pagar el alquiler?" Estos cuestionamientos se hacen desde particulares maneras de vivir el mundo y de sufrir las recesiones (constantes) de este país gobernado, ya desde hace tres décadas, por una élite que cree en el neoliberalismo como única vía para que México progrese.
Desde las altas esferas del poder se nos han dicho muchas palabras que pretenden "paliar" este sentimiento de indefensión y fatalismo económicos. En los comienzos de una crisis mundial que, se sabía, afectaría de una u otra manera a la mayoría de las naciones del orbe, el gobierno que encabeza Felipe Calderón dijo que nada, absolutamente nada pasaría en México, que era un "catarrito", que pronto se solucionarían los conflictos económicos y que íbamos por el camino correcto, que no había que cambiar ni un ápice la política económica. Tiempo después, este discursó varió: se aceptó que la economía mexicana no iba tan bien, que la crisis mundial sí estaba afectando al país, pero que no nos preocupáramos, porque Calderón gustaba de los grandes retos: que se crecía ante ellos.
Este discurso de triunfalismo y de pequeñeces (es decir, Calderón) que se crecen ante las adversidades, nuevamente cambió hace algunas semanas: se dijo que la crisis, pues era en realidad una crisis, y que era ilógico (en planea contradicción con lo que se venía sosteniendo) pensar que no afectaría a México. Es decir, se aceptó que íbamos mal. Ante esto, el gobierno federal implantó medidas paliativas para enfrentar la recesión; medidas, por cierto, que no cambiaron la política económica.
Ahora que los signos de una catástrofe económica se comienzan a vislumbrar, nuevamente el discurso del Gobierno federal se ha transformado: se llama a la unidad, a que los mexicanos estemos juntos en este vendaval económico. La semana pasada, Calderón mencionó: "Sí tenemos problemas graves, que vienen algunos de mucho tiempo atrás, como es el de la seguridad pública u otros que vienen incluso de afuera, como es el problema económico que hoy se está viviendo. Pero aunque cueste trabajo, aunque tome tiempo resolverlos, tengan la seguridad de que mientras estemos unidos, los mexicanos vamos a resolver nuestros problemas y México va a salir adelante con el apoyo de todos".
¿Acaso la crisis económica se solucionará con "unidad"?, ¿la delincuencia y el narcotráfico se terminarán con "unidad"? No. Por supuesto que no. Lo que sucede con estos discursos que ha comenzado a dar Felipe Calderón y que llaman a la "unidad" y a la "concordia", es que se transfiere las incapacidades de su gobierno a la sociedad. Es simple: si México no progresa, si las crisis económicas afectan al país, es porque no hay unidad, porque no hay concordia, porque la sociedad mexicana es incapaz de ponerse de acuerdo. Ésta es la visión de Calderón y quienes, junto a él, dirigen los destinos de la nación.
¿Qué se esconde detrás de estos discursos de unidad y concordia entre los mexicanos? Simple, la incapacidad del gobierno de Felipe Calderón para solucionar los problemas económicos y de seguridad en el país. Por supuesto que la crisis es un factor externo, pero la afectación en un país depende de las políticas económicas que se han seguido. No se puede decir: "es algo del exterior, no podemos hacer nada". Si se asume esta postura, pues lo mejor sería que renunciara Felipe Calderón junto con todo su gabinete, pues, ¿de qué sirve tener a un mandatario que simple y llanamente no puede solucionar conflictos?, ¿para qué queremos a un gobierno que trasfiere la responsabilidad de su incapacidad a la sociedad misma?
No cabe duda, por el camino que estamos siguiendo vamos directo a una crisis, esas mismas crisis que Felipe Calderón decía iban a sucederse si llegaba a la presidencia Andrés Manuel López Obrador. No cabe duda, más pronto cae un hablar que un cojo. Y ojalá Calderón caiga pronto. Es lo mejor que le puede pasar al país.
::Democracia Ya, Patria Para Todos. Apoyando al Lic. Andrés Manuel López Obrador en 2008::
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