"No estamos en contra de las libertades sino de su ejercicio"
SEGUNDA Y ÚLTIMA PARTE
Carlos Monsiváis
México DF, enero 12 de 2009.
Nota de la Redacción: Este texto fue publicado en el suplemento Letra S, del periódico La Jornada, el 2 de diciembre de 1999. NotieSe lo retoma por considerarlo vigente e importante, en vísperas del VI Encuentro Mundial de las Familias, que se realizará en la ciudad de México del 14 al 16 de enero próximos.
La hipocresía como visión del mundo
La derecha es la gran defensora de los "monopolios morales". Por ejemplo, si éste es un país exclusivamente católico, pasa inadvertida la atroz persecución de los protestantes a lo largo del siglo, la violación de sus derechos humanos y civiles, el asesinato de sus líderes, la expulsión de los conversos de las comunidades, la quema de templos. Y de corolario, la muy significativa oleada de chistes que adereza la herejía con el choteo. Y en las campañas de homogeneidad a fuerzas, tiene éxito la derecha, al aislar a cada uno de los sectores perseguidos, que desunidos resultan presas fáciles. Y también fortalece enormemente a la derecha, la idea prevaleciente en la clase política: la conducta privada de los hombres públicos debe inspirarse en la pareja católica. Hasta hace muy poco, era inconcebible un divorciado en la Presidencia de la República. Un soltero, imposible.
Lo que la derecha pierde con la educación laica, trata de compensarlo afirmando sus zonas de prohibición. Y la ofensiva actual de la derecha es una respuesta a la restricción cuantiosa de sus zonas de prohibición, asunto que no tiene que ver con el autoritarismo estatal sino con el desarrollo social. En 1961 la campaña "Cristianismo Sí, Comunismo No", más que contra la izquierda, se dirige contra un sector educativo ya fuera de su control. En 1960, la derecha organiza su ofensiva en Monterrey contra los libros de texto gratuitos, juzgados "indecentes" y casi ateos. Sólo la intervención directa el presidente López Mateos hace posible la difusión de los libros. Esto es lo inadmisible para la derecha: si los niños saben, si las mujeres deciden, su control se desvanece. Lo suyo es el sostén de la hipocresía como visión del mundo, y no lo digo retóricamente, aunque así se escuche. Si la hipocresía deja de ser el enfoque de todos los días, en un compás que va de las clases medias a la burguesía, se desvanece la sujeción. La derecha social y clerical ya no pide la aceptación unánime de sus dogmas, pero sí que se actúe como si estos dogmas fuesen acatados y por eso concentra tanto sus esfuerzos en la burguesía y la clase media alta. A la derecha no le incumbe la conducta de los pobres; que de ellos cuide su "animalidad orgánica". Si un pobre es adúltero, ¿qué más se podría esperar?, si un rico se divorcia es blasfemia. Lo propio de la derecha es el manejo de la conducta pública de las clases gobernantes.
Al concentrarse la derecha hasta 1960 en oponerse al protestantismo y el comunismo, en mantener las prohibiciones más notorias y en cultivar las apariencias morales, se olvida de la modernidad. Este es su gran desastre. En la segunda mitad del siglo XX, el desdén por la modernidad, debido al resquebrajamiento de los aparatos ideológicos o la falta de percepción cultural, hace que la derecha ignore las fuerzas dominantes en lo internacional, que la mera condena no disminuye. Para cuando la derecha reacciona es tarde.
A partir de los ochentas, pero especialmente en los años recientes, la derecha consolida sus centros de acción y sus fortalezas, entre ellas las universidades particulares a cargo de la élite. En un cálculo aproximado, 70 por ciento del aparato público, de directores de departamento para arriba ya egresa de universidades particulares. Por lo demás, su presencia militante es precaria. En tanto interlocutores de la sociedad, la extrema derecha sólo se vigoriza en un caso: el combate a la despenalización del aborto, que alía a todos los sectores. Y para mantener la censura en la televisión, moviliza la amenaza de las respuestas del clero, capaz de inhibir series, programas, anuncios. ¿Qué pueden las campañas de prevención del sida contra la perspectiva del boicot de los anunciantes?
A la derecha le irritan sobremanera los intentos de promover reformas o medidas de salud que remitan a la existencia del sexo. Así, además de la despenalización del aborto, le horroriza la difusión de los condones. Ante la pandemia del sida, su actitud es, como se quiera ver, intolerante al punto del genocidio. Por eso, las calumnias sistemáticas contra los mínimos intentos civilizatorios de la Secretaría de Educación y la Secretaría de Salud.
Muy especialmente en los años recientes, la derecha ha sufrido intensas derrotas sin trazas de atenuarse. En las batallas culturales, la derecha lleva la peor parte, y cito algunos hechos: el auge de las teorías feministas que deciden el tratamiento de las mujeres en la prensa, en los debates televisivos, en los debates legislativos, etcétera; el fin de la demonización de la izquierda; la despenalización moral del aborto, de eso no se habla, pero en las encuestas el número de los que opinan a favor es significativo; la continuidad de los organismos y de las activistas en contra del sida que no ceja así todo parezca estar en contra. Y esta continuidad de la sociedad civil es uno de tantos datos que indica a mediano y largo plazo el fracaso de la derecha.
::Democracia Ya, Patria Para Todos. Apoyando al Lic. Andrés Manuel López Obrador en 2008::
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