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viernes, marzo 28, 2008

Una aberración

Rafael Segovia
28 Mar. 08
Reforma

Estamos en el mes del petróleo. Es una festividad extraña, una de esas fechas -el 18 de marzo- que no han dividido al país. Incluso la Independencia, sabemos que en su momento no fue aceptada con alegría por todo el mundo. Pero de la nacionalización del petróleo, todos los mexicanos se alegraron, se sintieron satisfechos por el paso dado, menos una cuadrilla de reaccionarios que ahora nos dicen: ven ustedes cómo teníamos razón, ahora tenemos que devolverlo, nos podíamos haber ahorrado esta operación de regreso a sus dueños originarios; ellos abrieron los pozos, ellos lo sacaron, ellos se beneficiaron. Se da la lista de quienes van a participar en la hazaña. Pero, se asegura en medios oficiales, la soberanía de la nación va a quedar intacta: el petróleo es nuestro: prueba de ello es el discurso del máximo líder petrolero, del jefe o secretario de los trabajadores de Pemex que con motivo del 18 de marzo se largó un discurso de una bajeza ejemplar, fue una manera indecente de revolverse en su propio cieno. Todo lo que esa pieza oratoria supuso se puede resumir en lo siguiente: se quejó de falta de tiempo. Tan fue así que no le dio tiempo de mencionar al general Lázaro Cárdenas. La grandiosa arenga se lanzó ante varios ministros o secretarios -porque son secretarios, en el sentido estricto del término- que no pestañearon ante lo que es una injuria política.

Pero lo que llega a esa profundidad, a más de 2 mil metros, algún premio ha de traer al beneficiario del insulto, quien está llamado a realizar la obra antes mencionada. Dentro de un año el petróleo ya no será nuestro: se nos adelanta la lista de los futuros dueños.

El cambio ha sido total. El simbolismo ha dado una vuelta de 180 grados y nos encontramos en un neocapitalismo que no quiere decir su nombre porque es una ruptura que por reconocerla pagaría el gobierno un precio que no sería soportable por ser una tradición enraizada en México. En este país se ha establecido la idea de la protección obrera. Se ha dicho hasta el cansancio que el respeto al artículo 123 es absoluto y que lo por él establecido llegó para quedarse. No hay gobierno que no lo cacaree. La realidad, cuando nos enteramos del monto del salario mínimo, es bastante diferente. El salario mínimo es realmente mínimo: no alcanza a cubrir las necesidades mínimas de una familia, pero sí las de la industria y de los negocios en general; el abandono de los muertos de la mina de Pasta de Conchos es la concreción de ese cambio. El problema no es cómo el obrero es tratado por la empresa, sino cómo ese trato no llega a ser verdad porque hoy no hay trabajo, pese a que todos los meses se nos dice la creación cientos de miles de empleos que no son la mínima parte de los que serán creados tan pronto como el petróleo no esté bajo la soberanía del Estado mexicano. Imaginar no cuesta nada.

Ya ha empezado la campaña de convencimiento sobre los beneficios nacionales aportados por los acuerdos nacionales e internacionales firmados antes de la decisión del Congreso en la materia. Parece haber cambiado el encargado de la negociación antes de haber comenzado ésta. El PRI, compuesto por gente de la condición de Romero Deschamps y Gamboa Patrón, anda con la pluma en la mano dispuesto a firmar lo que les pongan delante, son los encargados de defender la soberanía de la nación.

La izquierda sigue siendo una forma de actuación política incorregible, dispuesta a todo, de ofrecer el flanco a sus enemigos con tal de mantener su postura. Cuando está en juego la soberanía sobre el petróleo se lanzan a los juegos electorales, poniendo en este juego el porvenir de su partido. La derecha la está esperando, con los bolsillos llenos de dinero y con un conjunto de personas, hombres y mujeres, nacionales y extranjeros, dispuestos a comprar a cuanto "comunicador" se le presenta. La campaña contra la izquierda en particular y contra su única formación política, el PRD, ha sido despiadada. Los dos contendientes lo sabían de sobra. Con todo, mantuvieron su empeño y perdieron no sabemos cuántos miles de votos, porque el hombre de izquierdas puede ser fiel y constante hasta la ignominia, pero todo tiene un límite. Es una batalla perdida, una más, que servirá para alimentar discusiones interminables sobre las razones de una y otra corriente, más las que aparecerán en el futuro. No tienen perdón de Marx.

Por lo pronto el señor Calderón mantiene a su valido que parece haber transgredido su función palaciega y haberse adentrado en las procelosas aguas de los negocios familiares. Es el destino de todos los hombres que crecen como plantas venenosas a la sombra del poderoso. Es el temor al futuro el que los empuja a precaverse, aunque por lo general no es sólo un afán de dinero el que los guía, sino ser un fiel servidor de los suyos.

Durante años y décadas el PAN y Fox en especial acusaron al PRI de perpetuarse en el poder y enriquecerse al mismo tiempo. Esta acusación cojea: no son sólo algunos hombres del PRI quienes se enriquecieron con ayuda de su partido. Lo hicieron con frecuencia por pillos y por torpes. Ahora son otros quienes van por el premio mayor mientras se dan golpes de pecho y rezan avemarías. La foto de los nuevos hombres y mujeres va a salir borrosa. Es, como todas las fotos de familia, de las que hay que mirar con cuidado, cuando el tiempo ha pasado. Se publicará con el título: una foto con el general Cárdenas en medio: es el desconocido.

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